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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Drama Alfonso (Álvaro de Luna) es un jubilado que visita a Nanda (Mari González), una anciana que lo crió cuando se quedó huérfano, en una residencia en la que trabaja Luisa (Marian Aguilera), una joven asistente social. Una mañana, recogiendo caracoles en el Prado de las Estrellas, Alfonso se encuentra con un joven que surge de entre la niebla en su bicicleta (Óscar Abad). A partir de entonces, surge una amistad entre el viejo maestro y la ... [+]
3 de abril de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres historias, el ciclista y sus mecenas (hay que ver el peligro que tienen los jubilados. Estos casi parecen los tres mosqueteros y el chaval, su D' Artagnan. Les dejas un rato solos y te sacan un Indurain/Ortega y Gasset de entre las sombras y niebla, sin mover un músculo de la cara o fruncir el ceño. Les sobra tiempo, dinero y arte. Hay que verlos), la chica independiente y sus pretendientes, y la vieja de los cítricos milagreros. El que las conecta es el gran Álvaro de Luna, venerable caballero de los de adarga antigua y corazón de oro.
A su favor:
- El ciclismo, sorprende, y alegra, tanta dedicación al espinoso y bello asunto tratado aquí con tierno, ingenuo y encantador tono de aventura pura y adolescente. Como si solo se tratara de talento y esfuerzo, ay...
- El comienzo. Ese texto leído/recitado por Don Alfonso. Bello.
- Los actores. Casi todos. Menos el buen chaval. Brillan de Luna y Marián Aguilera; Cervino y el sabio acompañan con tino, de la Torre y Sancho tienen los pobres papeles de simples fantoches, por lo escaso y rudimentario de sus vericuetos y por lo bastante necio de sus posesivas pretensiones de machos planos.
- Los paisajes. Camus y Cantabria. Montes y mares.
- Algunos diálogos y situaciones. La conversación primera entre Aguilera y de la Torre.
- Las charlas que le administran los viejos a mala idea y que soporta el chaval con entereza son simpáticas.
- La sobriedad artesanal de la mirada cinematográfica. Espartana.
En contra:
- El maniqueísmo acartonado y pueril. Naturaleza versus civilización. Antigüedad/Tradición contra Modernidad. Vacas frente a ladrillos. Esos hijos malvados a morir y sus representantes legales como estrambotes molestos por simples y grotescos.
- La excesiva sentimentalidad y bondad referidas a la relación cargante entre de Luna y la vieja señora Mary González.
- La simpleza en la mirada sobre el ciclismo y los buenos viejos tiempos versus los actuales modernos.
- El último abogado que parece sacado de un folletín pendenciero.
- Esa escena final entre leguleyos.
- El poco fuste de los dos mozos que beben los vientos por la reina de corazones que quiere ser libre como el viento y que resulta pedante, afectada, demasiado evidente que el director la quiere y no nos convence su discurso tan guay y envolvente de nada me vale lo suficiente. Nadie me ata, todos me quieren. Soy muy eficiente y valiente.
Bueno, es Camus. Hombre de buen hacer que repite pautas. Cine honrado y entero que suena sincero y verdadero, pero que tiene una tendencia irrefrenable a caer de bruces en el sermón, la reducción, las buenas intenciones (con altavoces y neones), cierto tono apostólico misionero, la unción infantil cultural (la cultura como salvación y absoluta bondad), un voluntarismo burdo, una apostura demasiado limpia y arquetípica y obvia, un aire de western americano, de cine didáctico.
Se agradecen la originalidad y la franqueza, el intento de contar buenas historias con personajes con sustancia dentro de contextos cercanos, su afán de mostrar las vidas de la buena y sencilla y humilde gente corriente, anónima, callada frente a los nuevos modos invasivos, usureros, ladrilleros, de rapiña, impunidad e ignorancia de la modernidad.
Pero también molestan e irritan la homilía, la brocha gorda, la sensiblería, el infantilismo.
En verdad, se podría reducir su sensibilidad a un rechazo furibundo del paso del tiempo, a una enmienda a la totalidad contemporánea, a una constante reivindicación de la huida del mundanal ruido, de la vuelta al terruño pequeño en que nos criamos, ellos, los que nacieron hace tanto tiempo.
El mito del buen salvaje una y otra vez visitado. Romanticismo ascético. Idealismo provinciano. Moralismo estoico. Para sobrevivir y ser feliz solo necesito un poco de pan, el sol, las estrellas y un par de amigos. Todo lo demás, las ambiciones y progreso, son cebos, desvelos, trampas, horrores, engaños, maldad. Es mejor estarse quieto o moverse poco y con criterio (como Aguilera, que lleva el pueblo dentro, la bondad, el silencio, la calma, la reflexión, la lectura, la pausa, la fuerza, la verdad, aunque se marche lejos), recio, sin alardes, bueno. Triunfar desde dentro, sin rencores, cesiones ni concesiones. Se puede. Ya veremos.
En fin. Un sí no es. "Ni pa ti ni pa mí". Ahí estamos.
Ferdydurke
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