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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Thriller Dominika Egorova (Jennifer Lawrence) es reclutada contra su voluntad para ser un “gorrión”, una seductora adiestrada del servicio de seguridad ruso. Dominika aprende a utilizar su cuerpo como arma, pero lucha por conservar su sentido de la identidad durante el deshumanizador proceso de entrenamiento. Hallando su fuerza en un sistema injusto, se revela como uno de los activos más sólidos del programa. Su primer objetivo es Nate Nash ... [+]
23 de abril de 2018
124 de 216 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Madre Rusia ha vuelto, ha resurgido de entre los muertos. Y con ella, la terrible Guerra Fría tan querida que nos llena de bonita nostalgia y recuperada alegría.
Nuestro enemigo favorito está otra vez al/en frente. Hay que ir a por ellos. No podemos quedarnos quietos. Que no escapen vivos. O nos arrepentiremos.
Si hace nada nos llegaba del Reino Unido una sátira despiadada sobre el pasado nefando comunista de los rusos, "La muerte de Stalin", ahora mismo son los americanos del norte los que nos regalan un generoso muestrario de los horrores rojos. No les falta de nada a estos rusos remozados (hijos y nietos de los otros), crímenes atroces, pasiones ominosas, familiares abyectos, depravaciones de todas las clases, traiciones a borbotones, corrupción, asesinatos, puterío, rameras, sicarios, putas, carniceros, en fin, el juego completo por el mejor precio, lleve dos y le regalamos nosotros mismos un beso en todos los morros.
En cambio, están para salvarnos de la quema los yanquis buenos, siempre al rescate tan bien predispuestos. Un primor y un destello. Un fulgor y un falansterio. Guapos, con valores, nadadores, modestos, unidos, morales, decentes, inteligentes, con derechos, principios, sin muertos, atropellos, malos rollos ni sexo turbulento o pecaminoso.
Jennifer Lawrence enfadada, fría, siniestra, bella, buena, decidida, verdadera.
Joel Edgerton, sosias del inefable Wahlberg, como si fuera su hermano gemelo, es un morrosco de medio pelo que da el pego.
Y el brutote Matthias Schoenaerts, el legendario Jeremy Irons, la glacial y épicamente sórdida siempre Charlotte Rampling.
Comienza bien, con empaque , poderío y tronío. Escenario frío. Cine pulp, de género, de serie b; folletón de espías hecho con dinero y medios. Un camelo. Nos lo creemos. Todo. O casi. Ya veremos. Media hora. Al menos.
Una graciosa escuela de entrenamiento o más bien burdel de entretiempo. Natación. Escarceos. Un jefe putrefacto. Que nuestra admirada/deseada protagonista duda y se nos quiere hacer santa.
Se pasa de Moscú a Budapest, y de allí a Londres. Cada vez interesa menos. Corren los minutos y se hacen eternos. Nos amenizan la función con algún descabello, tortura o navajazos a contrapelo que suenan como hermosos instrumentos de viento.
La trama se resuelve. Juego de manos. Birlibirloque. Demasiado tarde. Nada nos dice. Se perdió el hechizo. Vimos la tramoya. Las bambalinas. Es todo un cuento. Tramposo. Maniqueo. Efectista. Truculento. Vacío. Bello. Huero. Sin derrotero. Nada. Tristes espejos. Truco del almendruco banal y torticero.
El oso rojo estaba borracho y no daba tanto miedo.
Yo apostaría por los buenos patriotas del norte de América que seguro que son más listos, pundonorosos y enteros y salvan el mundo del peligro de los bellacos del nuevo milenio, iguales a los del viejo, que vuelven a asomar el hocico y quieren montar un Cristo; arrebatarnos la paz, robarnos el merecido sosiego, detener el buen progreso.
La Historia se repite. El eterno retorno. Se vuelven a enfrentar los dos imperios, los de las laureadas barras y estrellas y los rojos ominosos, los honrados y los necios.
Viva América. Y viva Rusia también manque pierda.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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