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Voto de Ferdydurke:
8
6,8
17.361
Drama. Romance
En el Londres de la posguerra, en 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están a la cabeza de la moda británica, vistiendo a la realeza y a toda mujer elegante de la época. Un día, el soltero Reynolds conoce a Alma (Vicky Krieps), una dulce joven que pronto se convierte en su musa y amante. Y su vida, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada, se ve alterada por la ... [+]
6 de febrero de 2018
190 de 222 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Seguro que hay spoiler. No lo pude evitar)
Cuento perverso y sofisticado de una exquisitez y belleza que extasía, hipnotiza y arrebata.
La neurosis, el perfeccionismo, el miedo a la vida y el juego del cazador y la caza.
Modisto enmadrado (la madre muerta) y hermanado (la hermana viva) hasta el delirio se refugia del mundo a través del trabajo.
Solo necesita una modelo/musa/amante/criada/madre/enfermera/matrona/dominatrix/víctima para soportar una vida que a duras penas aguanta, amurallado tras infinitas puertas, histerias y férreo control.
El deseo de orden frente al caos vulgar del mundo. El afán de belleza contra la agresiva fealdad de la vida. El silencio, la buena educación (casi siempre), las buenas formas, la buena vida y la apariencia de seguridad esconden a un niño pequeño, castrado (se supone que por su mamá y, también, su hermana), asustado, débil, temeroso, incapaz de hacer frente a los hechos de manera natural, sana o flexible.
Por otro lado, es una reflexión sobre el precio que hay que pagar para lograr desarrollar un oficio con verdadera pasión y excelencia, la vida misma, todas las fuerzas vitales sacrificadas en el altar del arte textil, de los grandes vestidos.
Película compleja, sutil, elevada, llena de capas, insinuaciones y vericuetos. Con dos líneas paralelas y recurrentes que a veces (muchas) se cruzan, la miniatura psicológica llena de matices y minucias, y la gran creación de hermosos vestidos, es decir, la intimidad y el trabajo alimentándose continua y mutuamente.
Es una gran sinfonía, musicalmente deslumbrante (banda sonora original y piezas clásicas y románticas en feliz comunión) y fotográficamente impecable, una delicada ópera llena de temas y detalles, de forma y fondo entrecruzados y enlazados, de voces, solistas y coro, de melodías, crescendos, clímax y reposos.
Un cine gozoso, culto, elegante, cuidado. Una calidez esmerada y educada que contrasta con el clima actual de sonrojante monserga ideológica y enorme zafiedad estética.
Quizás su peligro radique en la tentación de caer en la autocomplacencia formal, que esta se coma la historia y que los personajes desaparezcan aplastados bajo el peso de tan bello despliegue de alardes técnicos y barrocos.
A veces eso pareciera. Pero no llega a tanto. No malogra la obra.
El cazador cazado. La joven aprendiza (el mito eterno de Pigmalión: "My Fair Lady", por ejemplo) se venga, lo envenena y así se lo queda. Matrimonia y lo tiene atrapado entre sus garras humanas abyectas ("Misery").
La película juega con el espectador, con los tópicos melodramáticos y maniqueos habituales. Al principio, ella es una pobrecita utilizada por dos hermanos sin escrúpulos, engañada, seducida y seguramente abandonada. Primero ella es agasajada, tentada, escogida y manipulada, y después es simplemente una pieza más de la industria familiar. Otra chica más de las, parece (eso se sugiere al principio, como Fermín de Pas en "La Regenta" o Cayetano Salgado en "Los gozos y las sombras", ambos con amantes sucesivas y madres de aúpa también), muchas, que han estado en esa situación de rehén de lujo. Le valen hasta que se cansa o aburre de ellas y las echa.
Pero se da la vuelta. Esta no es como las demás. Y lo caza. Lo pesca. Lo secuestra. Lo destruye e inutiliza. Lo apresa y tortura. Ahora él es el pobrecito.
Pero tampoco. Porque lo sabe y se presta. Ya no hay víctimas ni victimarios. Ni buenos ni malos. Todo queda empatado. Neutralizado. Siniestro y hermoso.
Ese final es perverso, clínico, enfermizo, malévolo, juguetón, viscoso, inteligente, metafórico, fabulesco y cachondo.
Aunque también pueda ser banal, idiota, inverosímil y fuera de lugar.
O las dos cosas a la vez.
O alguna.
Cuento perverso y sofisticado de una exquisitez y belleza que extasía, hipnotiza y arrebata.
La neurosis, el perfeccionismo, el miedo a la vida y el juego del cazador y la caza.
Modisto enmadrado (la madre muerta) y hermanado (la hermana viva) hasta el delirio se refugia del mundo a través del trabajo.
Solo necesita una modelo/musa/amante/criada/madre/enfermera/matrona/dominatrix/víctima para soportar una vida que a duras penas aguanta, amurallado tras infinitas puertas, histerias y férreo control.
El deseo de orden frente al caos vulgar del mundo. El afán de belleza contra la agresiva fealdad de la vida. El silencio, la buena educación (casi siempre), las buenas formas, la buena vida y la apariencia de seguridad esconden a un niño pequeño, castrado (se supone que por su mamá y, también, su hermana), asustado, débil, temeroso, incapaz de hacer frente a los hechos de manera natural, sana o flexible.
Por otro lado, es una reflexión sobre el precio que hay que pagar para lograr desarrollar un oficio con verdadera pasión y excelencia, la vida misma, todas las fuerzas vitales sacrificadas en el altar del arte textil, de los grandes vestidos.
Película compleja, sutil, elevada, llena de capas, insinuaciones y vericuetos. Con dos líneas paralelas y recurrentes que a veces (muchas) se cruzan, la miniatura psicológica llena de matices y minucias, y la gran creación de hermosos vestidos, es decir, la intimidad y el trabajo alimentándose continua y mutuamente.
Es una gran sinfonía, musicalmente deslumbrante (banda sonora original y piezas clásicas y románticas en feliz comunión) y fotográficamente impecable, una delicada ópera llena de temas y detalles, de forma y fondo entrecruzados y enlazados, de voces, solistas y coro, de melodías, crescendos, clímax y reposos.
Un cine gozoso, culto, elegante, cuidado. Una calidez esmerada y educada que contrasta con el clima actual de sonrojante monserga ideológica y enorme zafiedad estética.
Quizás su peligro radique en la tentación de caer en la autocomplacencia formal, que esta se coma la historia y que los personajes desaparezcan aplastados bajo el peso de tan bello despliegue de alardes técnicos y barrocos.
A veces eso pareciera. Pero no llega a tanto. No malogra la obra.
El cazador cazado. La joven aprendiza (el mito eterno de Pigmalión: "My Fair Lady", por ejemplo) se venga, lo envenena y así se lo queda. Matrimonia y lo tiene atrapado entre sus garras humanas abyectas ("Misery").
La película juega con el espectador, con los tópicos melodramáticos y maniqueos habituales. Al principio, ella es una pobrecita utilizada por dos hermanos sin escrúpulos, engañada, seducida y seguramente abandonada. Primero ella es agasajada, tentada, escogida y manipulada, y después es simplemente una pieza más de la industria familiar. Otra chica más de las, parece (eso se sugiere al principio, como Fermín de Pas en "La Regenta" o Cayetano Salgado en "Los gozos y las sombras", ambos con amantes sucesivas y madres de aúpa también), muchas, que han estado en esa situación de rehén de lujo. Le valen hasta que se cansa o aburre de ellas y las echa.
Pero se da la vuelta. Esta no es como las demás. Y lo caza. Lo pesca. Lo secuestra. Lo destruye e inutiliza. Lo apresa y tortura. Ahora él es el pobrecito.
Pero tampoco. Porque lo sabe y se presta. Ya no hay víctimas ni victimarios. Ni buenos ni malos. Todo queda empatado. Neutralizado. Siniestro y hermoso.
Ese final es perverso, clínico, enfermizo, malévolo, juguetón, viscoso, inteligente, metafórico, fabulesco y cachondo.
Aunque también pueda ser banal, idiota, inverosímil y fuera de lugar.
O las dos cosas a la vez.
O alguna.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Es una historia llena de grandes momentos y regalos:
- La narración de la captación de la chica. Cómo la encandila y fascina.
- Cuando aparece la hermana y rompe el hechizo de la Cenicienta. La cara de ella. Bravo.
- La historia de la gorda mecenas y cómo ella aprovecha la situación para ganarse el respeto y aprecio de él, al reclamar el vestido mancillado le demuestra que entiende y valora lo que supone el trabajo para él, la vida entera.
- Cuando se acerca con decisión y le dice a su alteza que ella vive allí.
- Cuando la hermana amenaza al modisto con su mayor fortaleza (te destruiría, ten cuidado, no me pongas a prueba). En verdad, todas sus tensas charlas son jugosas, llenas de miedo, cariño y estupor. Se necesitan, detestan y quieren a su perturbada manera. Relación de dependencia y crueldad amoroso fraternal. Dos terribles solterones, se da por supuesto, de ella poco o nada sabemos, atrapados, privilegiados y encerrados.
- Las escenas ruidosas durante los desayunos. Su evolución como reflejo de los cambios en su relación.
- El ruido y el movimiento como dos formas de agresión a una mente excesivamente sensible, delicada, enclaustrada y desequilibrada, los sentidos se convierten en antenas de dolor, susceptibles de considerar todo como un ataque del exterior, una paranoia quirúrgica y exacerbada. Dos tormentos sublimes e indiscutibles para el que teme la turbación, el bullicio y la vida en su discurrir horrísono, desorganizado y desvergonzado. Una persona cerebral encerrada en su mente enferma.
- El decoro y el buen gusto frente a la tosquedad desagradable y gritona de los demás, la quietud ascética en oposición al perpetuo movimiento idiota de los que viven felices, sin dirección, conciencia o motivo.
Sí, Day-Lewis está estupendo (completamente acertado, apabullante mezcla de debilidad y amoralidad). Ella, también (inocencia y ferocidad, sensibilidad y vulgaridad). Y la hermana (como un alcaide en un penal, fiera y larga, sabia, tenaz e indestructible).
Al final se demostró que ella tenía razón, aguantaba más la mirada, era más fuerte. Sabía, o se dio cuenta, que él no podía soportar todos los rituales y autoexigencias que tenía que arrostrar diariamente para poder funcionar, para sobrellevar la existencia y seguir produciendo, sabía, o aprendió tras mucha observación, que él quería abandonarse, relajarse, olvidarse, que necesitaba descansos, abandonos, y que nunca lo haría por propia voluntad, no podía (estaba enfermo de voluntad neurótica, obsesiva compulsiva), necesitaba la coartada de otro, de alguien que le obligase, que se lo impusiera a la fuerza, necesitaba una nueva madre a la que supeditarse, a la que respetara, quisiera y temiese, a la que odiaraamara. Es, la película entera, en verdad la búsqueda desesperada de la madre perdida y, quizás, ¿reencontrada?, ¿reencarnada?, ¿sustituida?
- La narración de la captación de la chica. Cómo la encandila y fascina.
- Cuando aparece la hermana y rompe el hechizo de la Cenicienta. La cara de ella. Bravo.
- La historia de la gorda mecenas y cómo ella aprovecha la situación para ganarse el respeto y aprecio de él, al reclamar el vestido mancillado le demuestra que entiende y valora lo que supone el trabajo para él, la vida entera.
- Cuando se acerca con decisión y le dice a su alteza que ella vive allí.
- Cuando la hermana amenaza al modisto con su mayor fortaleza (te destruiría, ten cuidado, no me pongas a prueba). En verdad, todas sus tensas charlas son jugosas, llenas de miedo, cariño y estupor. Se necesitan, detestan y quieren a su perturbada manera. Relación de dependencia y crueldad amoroso fraternal. Dos terribles solterones, se da por supuesto, de ella poco o nada sabemos, atrapados, privilegiados y encerrados.
- Las escenas ruidosas durante los desayunos. Su evolución como reflejo de los cambios en su relación.
- El ruido y el movimiento como dos formas de agresión a una mente excesivamente sensible, delicada, enclaustrada y desequilibrada, los sentidos se convierten en antenas de dolor, susceptibles de considerar todo como un ataque del exterior, una paranoia quirúrgica y exacerbada. Dos tormentos sublimes e indiscutibles para el que teme la turbación, el bullicio y la vida en su discurrir horrísono, desorganizado y desvergonzado. Una persona cerebral encerrada en su mente enferma.
- El decoro y el buen gusto frente a la tosquedad desagradable y gritona de los demás, la quietud ascética en oposición al perpetuo movimiento idiota de los que viven felices, sin dirección, conciencia o motivo.
Sí, Day-Lewis está estupendo (completamente acertado, apabullante mezcla de debilidad y amoralidad). Ella, también (inocencia y ferocidad, sensibilidad y vulgaridad). Y la hermana (como un alcaide en un penal, fiera y larga, sabia, tenaz e indestructible).
Al final se demostró que ella tenía razón, aguantaba más la mirada, era más fuerte. Sabía, o se dio cuenta, que él no podía soportar todos los rituales y autoexigencias que tenía que arrostrar diariamente para poder funcionar, para sobrellevar la existencia y seguir produciendo, sabía, o aprendió tras mucha observación, que él quería abandonarse, relajarse, olvidarse, que necesitaba descansos, abandonos, y que nunca lo haría por propia voluntad, no podía (estaba enfermo de voluntad neurótica, obsesiva compulsiva), necesitaba la coartada de otro, de alguien que le obligase, que se lo impusiera a la fuerza, necesitaba una nueva madre a la que supeditarse, a la que respetara, quisiera y temiese, a la que odiaraamara. Es, la película entera, en verdad la búsqueda desesperada de la madre perdida y, quizás, ¿reencontrada?, ¿reencarnada?, ¿sustituida?