Que el amigo Spielberg quería rodar un documental sobre el Dia-D y en ese sentido la escena inicial sea la mayor y mejor reproducción de ese hecho que se ha visto en una pantalla está clarísimo, pero un cuarto de hora de genialidad técnica no justifica tan absurdo y esperpéntico espectaculo posterior. Me encanta el desembarco, y cada vez estoy más convencido de que el resto del metraje fue la única excusa que utilizó para rodarlo.

Irrisorio, irritante, ridículo, absurdo, infumable, imposible, grotesco, insultante, estúpido y mil adjetivos más es pensar que semejante argumento pueda ser considerado en serio, y que haya quién, como escribe en sus críticas, crea que tal parodia pudo ser real, es simple y llanamente de juzgado de guardia.

Asumiendo lo inasumible se salva por ser técnicamente perfecta. Es una pena que tire a la basura tan brillante inicio y se convierta en una sarta de sandeces llena de tópicos como lo malos que son los alemanes (mi preferido), la tristeza y pesadumbre por el gran sacrificio de soldados americanos (que no aliados), el bueno al que toman por tonto hasta que demuestra que tiene lo que hay que tener... y me podría pasar así todo el día.

Si el argumento fuera así de absurdo pero no nos quisiese adoctrinar, podría haber sido algo bueno, o algo genial como Los violentos de Kelly, una cinta que con su corrosivo argumento quizás nos enseñó más que es la guerra de verdad o por lo menos nos hizo reflexionar y nos divirtió como pocas.

Por favor Steven, no reniegues tanto como sueles hacer de Indiana y no nos abrumes más con tus ansias de transcender. Se te dan mejor las películas de aventuras que la propaganda.

"Mi gusta america, Popeye, Betty Boop" (Por favor...)