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España España · A Coruña
Voto de Javialacarga:
8
Bélico Año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial en la Isla de Guadalcanal, en el Pacífico. Un grupo de hombres de la compañía de fusileros del ejército americano "C de Charlie" combate contra el ejército japonés por la conquista de una estratégica colina. Este grupo forma parte de las tropas enviadas para relevar a las unidades de infantería de la Marina, agotadas por el combate. (FILMAFFINITY)
12 de noviembre de 2007
218 de 230 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercer trabajo de Terrence Malick, ese señor que ha hecho solo 4 películas en 32 años y aun así está considerado uno de los mayores autores norteamericanos vivos.

Sin llegar a los extremos casi anarquistas de El nuevo mundo (en el sentido de ignorar todas las reglas prestablecidas), se trata de una película bélica atípica porque pasa bastante de las batallas, de la emoción y todo eso, y más bien usa la guerra como excusa para hacer un montón de reflexiones filosóficas sobre el hombre, la naturaleza o el sentido de la vida. Constantes reflexiones interiores de los personajes interrumpen lo que sería el ritmo cinematográfico normal, y es mejor hacerse a la idea pronto y no ver la película esperando a que "pasen" las cosas, por así decirlo.

Con toda la controversia que siempre puede levantar este tipo de productos, y al margen de que la música y sobre todo la fotografía estén por encima del bien y del mal (pocas veces se habrán visto resultados tan pictóricos en una película de Hollywood), la peli me gustó mucho y me emocionaron los innumerables pensamientos que pasan por la cabeza de estas personas que de repente se ven en una situación que podría significar su muerte. Eso de la poesía es algo muy subjetivo, pero vamos, que a pesar de su evidente lentitud a mí me gustó.

Hay una escena en concreto que es sublime: los soldados americanos han llegado a Guadalcanal, y están avanzando por entre la maleza e inspeccionando la zona. En esto que aparece un indígena, una especie de anciano del lugar que se cruza con ellos tan tranquilo, con una expresión en su rostro de indiferencia y estupefacción a la vez. Para ese señor que vive allí tan pancho y al margen del resto del mundo, no podemos ni pensar en lo rocambolesco que le parecerá ver a hombres vestidos de uniforme caminando por una tierra que no es la suya y en la que nunca habían estado, y todo ello para matarse con otros hombres a los que ni siquiera conocen. Su mirada expresa perfectamente la distancia, el contraste, entre el indígena que vive en paz con la naturaleza (sin necesitar nada más) y los hombres que pelean entre ellos y ansían el poder aunque sea a costa de sus vidas. Pocas veces en la historia del cine el absurdo de la guerra estuvo plasmado de una manera tan elocuente y a la vez tan elegante.
Javialacarga
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