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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Cine negro. Drama. Romance. Thriller Johnny Farrell (Glenn Ford), un aventurero que vive de hacer trampas en el juego, recala en Buenos Aires. Allí lo saca de un apuro Ballin Mundson, el propietario de un lujoso casino, que acaba haciendo de él su hombre de confianza. Un día, Mundson le presenta a su esposa Gilda. Su sorpresa no tiene límites: fue ella precisamente quien lo convirtió en lo que es: un ser cínico y amargado. (FILMAFFINITY)
6 de enero de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué mujer es Gilda! Hermosa, coqueta, sensual, enamorada, libre y rebelde… y capaz de moverse con una cadencia irresistible. Pero, Gilda es puro instinto, y con tal de salirse con la suya, es capaz de cualquier travesura que se le ocurra en el momento, como esa de casarse con un tipo adinerado al que apenas conoció la noche anterior. Lo que iremos comprendiendo, luego, es que, Gilda, es solo primaria en apariencia porque, en realidad, cada cosa que hace, cada relación que entabla y cada palabra que dice, apuntan siempre a un propósito concreto y enraizado en su alma, que, en algún momento, habremos de descubrir.

Por su parte, Johnny Farrell (Glenn Ford), es un jugador curtido, de buen aspecto, se sabe unas buenas tretas y está dispuesto a ser fiel por un buen salario. Con estas credenciales, terminará siendo el brazo derecho de Ballin Mundson, el dueño del garito que acaba de salvarlo de un atraco y quien también es el fortuito esposo de Gilda, un hombre con más ambiciones que ese simple salón de juegos, y quien logra tener una confianza extrema en su nuevo empleado.

Su relación funciona con un principio: “El juego y las mujeres no deben mezclarse”… pero, Gilda, se pondrá en el medio y así comenzará una relación entre tres que no tardará en abrirle la puerta a la sospecha, a un añorado pasado, al engaño... y a un amor inmenso que se entremezcla con el odio, a sabiendas de que, entre estos sentimientos, solamente hay una línea muy delgada que se puede saltar en cualquier instante.

Rita Hayworth, resulta esplendorosa, vital, calculadora, y es con creces que se convertiría en un icono que ocupa ya por siempre un buen lugar en la historia del arte cinematográfico. Aunque doblada por Anita Ellis, todavía creemos que es su propia voz la que nos regalara las inolvidables canciones, “Amado Mío” y “Put the Blame on Mame”, y aquellos minutos en el escenario, resultan de lo mejor cantado que alguna vez nos haya dado el cine.

Charles Vidor, nos ha dado con <<GILDA>>, una historia de amor fuerte y singular, pues, más allá de su común apariencia, está bordada con diálogos sutiles y profundos, y con un carácter femenino que, abiertamente revestido de ligereza y frivolidad, nos tendrá guardado un corazón enamorado como hay muy pocos. Y entre los personajes del entorno, hay figuras tan impredecibles como el hombre de barba que va a la fija, o como el tío Pío, cuya ambivalente personalidad -un poco a la manera de Gilda- quizás termine dándonos alguna especial sorpresa.

La ubicación de la historia en una Argentina que apenas imaginamos, y el rol del detective Obregón queriendo parecerse al Renault de “Casablanca”, es quizás lo menos interesante de una película rodada en preciosos claroscuros, que se inventa en cada plano en que entra en juego el impredecible personaje de Ballin Mundson (muy bien representado por George Macready), y que consigue atraparnos en esa pasional lucha por la recuperación del hombre amado, siendo inevitable que, Rita Hayworth, se robe en cada secuencia un pedacito de nuestro corazón.

<<GILDA>>, sí es un clásico con sobrado merecimiento.
Luis Guillermo Cardona
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