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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia Al ser despedida de su trabajo, la corista Evelyn Todd tiene que abandonar su apartamento por no poder pagar el alquiler. A partir de ahí las cosas van de mal en peor hasta que conoce a Paul Harrington, que podría ser su salvador. Pero, en una fiesta, a la que la invita una amiga, ocurre un incidente que supone para ella un nuevo mazazo. (FILMAFFINITY)
14 de junio de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente, el cine de William Wyler es un placer que nadie debería perderse. El suyo es Arte con mayúsculas, pues lo que nos brinda –en su gran mayoría- son historias cuidadosamente elegidas, a veces adaptaciones de magníficas novelas y otras escritas por guionistas altamente calificados. Wyler fue un solvente director de actores y supo elegir, con sumo cuidado, a los que se identificaban mejor con cada uno de sus personajes, sin descuidar ni al menos representativo de cada historia. Wyler era exigente, y como solía nadar en la abundancia, podía darse el gusto de rodar cada escena todas las veces que considerase necesario, hasta quedar plenamente satisfecho. No importa si son mudas, en blanco y negro o en technicolor, las películas de William Wyler son sólidas en su esencia interna. Están colmadas de espíritu, de vigor humano, de calidez… y algunas incluso hacen eco de trascendental sabiduría. Algún día conseguirás entenderlo: más importante que el cine de ahora es el cine de siempre, y es más sensato buscar lo depurado que dejarse arrastrar por la moda.

“LA TRAMPA AMOROSA” es en blanco y negro, tiene 46 minutos de cine mudo y 23 de cine sonoro… pero resulta encantadora. Tiene gracia, sentido del humor depurado, da cuenta fiel del mejor carácter femenino, sus intertítulos y diálogos son muy precisos, y se asemeja a la vida con sus afrentas, pero también, como lo hace siempre la vida, poniendo las cosas en su lugar cuando llega el momento justo.

Laura La Plante interpreta con sumo encanto a Evelyn Todd una corista que, en un sólo día, pierde su empleo y es votada del apartamento que habita. Una puerta se abre entonces para resolver el momento, pero las circunstancias la harán víctima de un ser de aquellos que creen que con dinero pueden comprarlo todo. Lo que parece un mal, Evelyn lo asume como escuela… y pronto, lo que ha aprendido de la vida dura, le servirá para resarcirse de la comidilla que busca arruinar su matrimonio.

Además de ser una muy atractiva historia, el director demuestra su enorme visión para contarla. Encuadres precisos, una sobria iluminación, ambientes concordantes con los hechos… y un puñado de buenos actores, solidifican otra película con la que William Wyler ascendía, peldaño a peldaño, hasta convertirse en un maestro del cine.

¿Cuándo llegará el día en que los seres humanos no sean juzgados por el color de su piel, por su apellido, su profesión, su religión o por el dinero que puedan ostentar?, ¿Cuándo entenderemos, por fin, que nada de esto determina el valor real de una persona? La dignidad, el compromiso con la vida, los grandes valores (fe, respeto, espíritu de servicio…), y la ternura que pueden caber en un hombre o una mujer, no dependen ¡para nada! de cosas tan nimias como aquellas.
Luis Guillermo Cardona
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