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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama. Romance El campesino Francisco de Goya se convierte en un famoso pintor gracias a la influencia de la Duquesa de Alba. (FILMAFFINITY)
4 de abril de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue una época bastante sombría la que le tocó vivir a Francisco de Goya (1746-1828) el pintor que se hizo mundialmente célebre por ese par de cuadros colmados de color, de piel y de deseo, conocidos como “La maja vestida” y “La maja desnuda”, pero a quien muchos otros recordamos principalmente por su valeroso y elocuente registro de las expresiones populares y de las infamias que, por aquellos oscuros tiempos, padecía la gente del común. La miseria, la explotación, el miedo y la opresión, campeaban por doquier de la mano impía de una monarquía arrogante y decadente. Crueldades atroces y atropellos inexcusables, provenían de la Inquisición, esa demencial organización clerical que, en nombre de Dios, asesinó y expropió a millares de personas, y violó, torturó y puso en la hoguera a cientos de mujeres hermosas e inocentes. Y después, llegaría el afán imperialista de Napoleón Bonaparte quien, al parecer aliado con un traidor al gobierno de Carlos IV, buscaría tomarse a España a como diera lugar.

Sin ser totalmente fiel a la cronología de los hechos, y muy probablemente, con algunas variables históricas en aras de aumentar los efectos dramáticos de la narración, el director Henry Koster, un hombre de altos principios e investigador serio antes de realizar cualquier filme histórico, se aproxima lo mejor que puede a la apasionada y profunda relación que, el talentoso don Paco, sostuvo con la admirable, polémica y comprometida María del Pilar Teresa Cayetana, mejor conocida como la duquesa de Alba, una mujer de muchos quilates a la que vemos tan fogosa, como defensora de la justicia y de la vida del artista.

Un monarca debilucho, sometido a los caprichos e infidelidades de su esposa María Luisa, pero dispuesto a respaldar la labor artística del afamado pintor; un primer ministro desleal, prepotente y oportunista; y un pueblo sojuzgado y sometido a toda suerte de vejámenes, sirven de marco a la apasionada e intensa relación que sostiene aquella inmortal pareja, pero que estará signada por la tragedia porque, con demasiada frecuencia, los justos no tienen lugar donde anida la perversión.

Una poderosa partitura del compositor Angelo Lavagnino, da fuerza y relieve a las situaciones más notables. La fotografía del gran Giuseppe Rotunno consigue un acertado ambiente de época, no obstante que las locaciones tuvieron que buscarse en Italia. Y, por su parte, la divina Ava Gardner luce esplendorosa recreando un romance bastante verosímil, pues, al parecer, la atracción con Anthony Franciosa no fue meramente cinematográfica.

Ah! Y que nadie espere ver a Franciosa teniendo como modelo a Ava para su famosa maja… ese es un gusto que no pudieron darnos.
Luis Guillermo Cardona
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