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Voto de Natxo Borràs:
8
Comedia Homenaje satírico al cine mudo norteamericano, en el que grandes estrellas como Paul Newman o Burt Reynolds se autoparodian. Mel Brooks interpreta a un director que propone lo que él considera una idea fantástica: hacer una película muda. Está convencido de que su original idea evitará la desaparición de los estudios de cine para los que trabaja. (FILMAFFINITY)
20 de noviembre de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Silent Movie” se trata de una comedia muy original, de lo mejor de Brooks, que había triunfado en parodias originales como son “Sillas de Montar Calientes” (Blazing Saddles, 1974) y “El Jovencito Frankenstein” (Young Frankenstein, 1974), donde flirteaba con el cine del oeste y el de terror respectivamente. En “Máxima Ansiedad” (High Anxiety, 1977) nos ofrecería una inusual referencia a Hitchcock o ésa encarnizada afluencia de “gags” fáciles contra el “merchandising” que representó “La Loca Historia de las Galaxias” (Spaceballs, 1987) o metiéndose con el horterismo precedido a la oleada de films de moda de los noventa parodiando al arquero de Sherwood en “Las Locas, Locas Aventuras de Robin Hood” (Robin Hood, Men in Tights, 1993) o de nuevo con el terror vampírico renovado de Francis Ford Coppola al reclutar Leslie Nielsen en “Drácula, un muerto muy contento y feliz” (Dracula, Dead and Loving It, 1995), a cuales más pobres y desgastadas con demasiado humor de sal gruesa y desprovistas de esa inteligencia .

Brooks sabía muy bien lo que hacía al saber moverse con la parodia tocando los géneros que tanto habían dejado generar clásicos indiscutibles del Séptimo Arte, desde la época dorada del Hollywood de la Universal Pictures o la incansable oleada de “westerns” manufacturados por maestros como Howard Hawks y John Ford, aunque después su carrera se resentiría con filmes más absurdos y aburridos. Pero en ese momento de inventiva y genialidad tan propia de su humor sátiro y apto para todos los públicos removió ideas hasta dar con el clavo; parodiar las películas mudas a modo de film mudo y que intentaba dar un toque de atención a la oleada de films comerciales tipo “Tiburón” (Jaws, 1975) que estremecían más por su surround y reclamo comercial con sabor a palomitas y coca-cola.

El director neoyorkino convocó a unos cuantos actores para que se interpretaran a sí mismos, algunos de los cuales estaban disfrutando de los mayores momentos de gloria de su carrera, en el caso de Liza Minnelli, Burt Reynolds, Anne Bancroft y James Caan. U otros más consolidados como Paul Newman. Mención especial al mimo Marcel Marceau escenificando, para mí, uno de los mejores gags de la historia del cine, tal y como lo entendemos. Su número de contra el viento es finalizado con un rotundo “no”, la única palabra que suena en la película aparte del amenizado soundtrack que anima a un Mel Funn (el propio Brooks) y sus colaboradores Marty Eggs (bajo la mirada penentrante de Marty Feldman) y Dom Bell (Dom De Luise) en su intento de ser innovadores en los tiempos modernos de la Industria y poder alcanzar el sueño de realizar un film mudo. Pero una absorbente corporación se los intentará impedir mandándoles una lasciva cabaretera (Bernardette Peters) para así arrebatarles sus intenciones y arruinarles la carrera. “Silent Movie” es, por encima de todo lo que pueda representar como comedia al uso, una mordaz súplica al regreso del cine clásico.
Natxo Borràs
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