“Eres fea, Lourdes. Muy fea. Tú no tienes la culpa pero yo tampoco. Es este mundo en el que vivimos el que me hace odiarte. La gente, las revistas, la televisión. ¿Cuándo has visto tú alguien como tú presentando un concurso de esos de la tele? ¿Cuándo has visto una fea montada en un ferrari? ¿O besando un ciclista? ¿Cuándo?”

Esta cita, es una de tantas perlas que regala esta película y su inspiradísimo guion. Un monumento al mejor humor negro, Alex en estado de gracia. Sin pelos en la lengua.

Sin lugar a dudas una de mis comedias favoritas. Frases lapidarias, personajes desquiciados, situaciones límite rozando lo absurdo y una crítica descarnada a la sociedad de consumo, a su superficialidad.

El particular descenso a los infiernos de un pobre imbécil cuya meta era vivir de las apariencias. Alguien que consideraba los grandes almacenes en los que trabajaba su personal visión del cielo hasta que un desafortunado incidente que podía truncar sus aspiraciones, lo puso en manos de su psicótica compañera Lourdes, convirtiéndolo en su juguete y objeto de obsesión.

Escenas como la primera de visita de él a comer a casa de los padres de ella o el seminario de ventas justifican sobradamente el visionado. Funcionarían hasta como cortos de buenas que son. P*tas obras maestras.

Willy Toledo y Mónica Cervera lo bordan. Está claro que los dúos matadores son una de las especialidades del director.

Y es que los payasos están de moda. Siempre lo han estado.