Se trata de la adaptación al cine de la exitosa obra de teatro del mismo nombre. Lo cual es, a la vez, su mayor virtud y su peor defecto. No hay duda de que su calidad en ciertos aspectos es innegable, pues se trata de una adaptación muy poco arriesgada de la versión teatral. Prácticamente calcada en todos sus aspectos.

Sin embargo, no hay que olvidar de que se trata de dos géneros distintos, pese a lo mucho que comparten. Una genial obra de teatro no se traduce instantáneamente en una gran película. Requiere de un proceso de adaptación al medio que, en este caso, no se ha producido. Lo que se hace notar en su falta de ritmo, su exceso de metraje y su pobre aprovechamiento de los recursos cinematográficos.

Frente a estos defectos nos encontramos, como su mayor virtud, las interpretaciones. Si tienes a dos grandísimos actores como Denzel Washington y Viola Davis, con un papel que se conocen de haber interpretado en el teatro, y que está diseñado para su lucimiento, el resultado que obtienes es, sin duda, magnífico. Sus interpretaciones son, con diferencia, lo mejor de la película. Y es lo que logra salvar una historia que de otra forma resultaría demasiado insustancial.

“Fences” nos muestra a un hombre que vive eclipsando a todo aquel que le rodea. Un hombre frustrado por su falta de éxito. Y que impide intentar triunfar a sus seres queridos con la excusa de protegerles, cuando realmente se trata de su orgullo negándole a los demás vencer donde el fracasó. Entorno a él, girará totalmente la trama.

Si, se trata de una película que tiene grandes interpretaciones y da lugar a varios momentos llenos de intensidad. Pero, en el global, se ven demasiado diluidos. Dos horas y media de metraje, y una hora entera antes de que arranque la trama, es demasiado tiempo para contarnos una historia sobre problema familiares que ya está bastante vista. Una obra de tanto éxito se merecía una adaptación más arriesgada, lástima que Denzel Washington decidiera tomar el camino fácil.

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