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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Ciencia ficción. Drama. Romance Cuando Danny y Karl, dos antiguos amigos de la universidad, se reencuentran en un juego de realidad virtual, sus partidas nocturnas tendrán consecuencias inesperadas. (FILMAFFINITY)
9 de junio de 2019
22 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
95/04(06/06/19) Fallido primer episodio de la quinta temporada de la serie de culto creada por Charlie Brooker (guioniza todos los capítulos) ahora para Netflix (en sus dos primeras temporadas para el británico canal Channel Four). Charlie parece haber agotado las ideas y solo hace coger elementos de otras entregas anteriores y mezclarlos. Y es que lo del botoncito que te colocas en la sien para transportarte a mundos subliminales resulta de un sobado mayor que los huevos del toro de la bolsa, lo de los amores disfuncionales ya se ha visto en episodios anteriores, además de ser algo tratado ya en cine (“Lars y una chica de verdad” o “Her”), no hay originalidad, además el elemento de alertar sobre los peligros tecnológicos al que se critica cual mantra en la serie, aquí se rebela como un McGuffin, mero artificio para despertar gustos sexuales durmientes, pues en realidad todo se reduce a la transexualidad (si un hombre disfruta del sexo en el cuerpo de una mujer se llama así, y no gay) incipiente de uno de los personajes (que no homosexualidad), ello potenciado por la idealización de los cuerpos en escenarios prefabricados ad-hoc. Aquí la crítica social esta domada, quedando en un melodrama simplista sobre como el matrimonio y como el deseo se apaga con la rutina, necesitando de nuevos estímulos, pero esto está más sobado que las tetas de una actriz porno, no hay poso que te de capacidad alguna de trascendencia en la memoria, aderezado por un final chirriante. Dirige Owen Harris (San Junipero y Be Right Back), sobre un relato que de modo plano intenta hacernos reflexionar sobre si los juegos de realidad virtual enmascaran nuestros bajos instintos, sobre si lo que somos realmente emerge nuestra represión sexual bajo esta máscara idealizada, pero esto me queda muy forzado, primero con apresuramiento, luego aletargando el ritmo hacia lo reiterativo y tedioso, y para coronarlo con un final atropellado, explorando con ello la crisis de identidad en una sociedad moderna, como queriendo presentarnos una forma nueva de amor, el cibernético, con sus propios códigos, pero esto me queda forzado, mal cosido a la ya mencionada nueva tecnología.

La cinta arranca de un modo desconcertante, sin saberse hacia dónde van los tiros, mostrando como una pareja Danny (Anthony Mackie) y Theo (Nikki Beharie) de jóvenes se enrollan tras estar en un club, para pasar a un salto de 11 años y vemos esta pareja ya de casados celebrando una barbacoa-cumpleaños (38 de Danny), exponiendo en la mirada de él hastío vital, y la llegada de su viejo amigo Karl (Yahya Abdul-Mateen II), al que no ve hace tiempo le supone un chute mental de rejuvenecimiento, para en el giro del relato derivar esto en algo más que un bromance. Esto le sirve a Brooker para explorar los límites de la amistad, la heterosexualidad, la homosexualidad, o el transexualismo, pero todo esto se me rebela metido con fórceps, no termino de creerme lo rápido que sucede todo el intríngulis, el análisis de la sexualidad reprimida me resulta tramposo. Es un capítulo lleno de situaciones manidas, con ese matrimonio aburrido por la vida juntos, con elipsis y situaciones ajadas, manejando recursos como el paso inexorable del tiempo para nuestro físico, el rejuvenecimiento virtual (San Junipero?), el juego de avatares se torna en una fuente de juventud, la rutina de pareja, el desgaste por la convivencia, las ganas de experiencias nuevas, la monogamia, o que es en realidad la infidelidad. Todo me resulta más aparatoso que profundo, cayendo en lo burdo de un final grimante, que pretende sorprender y lo que me produce es una mueca de indiferencia.

Anthony Mackie como el inseguro Danny da una actuación un tanto estreñida, con ese rostro de enfadado permanente; Yahya Abdul-Mateen II resulta con más matices, más abierto, da un buen rendimiento; Ludi lim como el avatar Lance de Danny da una actuación buena, siendo más efectiva Pom Klementieff como la Roxie avatar de Karl, más picarona y matizada; Nikki Beharie es la mejor actuación con un arco de desarrollo creíble, dejando caer pequeñas dosis de sus (perversos) gustos sexuales (spoiler).

De la puesta en escena destacan los efectos especiales creados por la coordinadora Lilles Whitby (“Jurassic World” o “Jason Bourne”), creando un notable mundo virtual, con sus consiguientes efectos de golpes, y con esos fondos idealizados que nos transportan a los que hace décadas jugábamos a este tipo de juegos (aunque en mi caso sin pensar sensualmente en mi oponente).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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