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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
4
Aventuras Año 1700. Un capitán inglés (Errol Flynn) se ha infiltrado entre los corsarios del océano Índico con el fin de destruir sus fortificaciones. No contaba, sin embargo, con enamorarse de una enérgica y bella mujer pirata (Maureen O'Hara). (FILMAFFINITY)
22 de junio de 2019
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
103/13(19/06/19) Intrascendente nadería hecha a mayor gloria de Errol Flynn, queriendo emular sus pretéritos clásicos de aventuras, pero notándose su decadencia física producida por las adicciones (drogas y alcohol), y eso que solo tenía 43 años. También tiene presencia y reclamo comercial la gran Maureen O’Hara y el electrizante Anthony Quinn. Insustancial film de piratas que parece hecho con desgana, con un guión y desarrollo muy pobre, donde las situaciones avanzan por imperativo de libreto, donde los diálogos y sucesos resultan un atropello a la razón, con unos personajes acartonados. Dirige el inane George Sherman con un guión de Joseph Hoffman (“El capitán pirata”), bajo una historia de Aeneas MacKenzie (“Los 10 Mandamientos”), donde lo mejor es que su corta duración (80 minutos) hace que el aburrimiento apenas haga acto de presencia, esto adornado por un sentido del humor apolillado, donde las escenas de acción resultan sin atractivo alguno, provocándote añoranza de los clásicos del género piratil, un producto infantil, donde encima proliferan los vicios de la peor pedagogía del cine, como son el machismo y el racismo. Esto enmarcado en una puesta en escena que va de lo naif a lo kitsch.

Brian Hawke (Errol Flynn), un oficial de la Marina que está recibiendo algunos azotes cuando nos reunimos con él para darle autenticidad a la afirmación de que ha sido expulsado de la Armada. Para hacer una banda de piratas pretende infiltrarse. Existe este tipo de hermandad de piratas que se refugian en una isla custodiada por flancos de cañones posicionados estratégicamente cuando no están saqueando la alta mar, y es trabajo de Hawkes desarmar los cañones para que los barcos de la Armada Británica puedan navegar hacia el puerto. A pesar de las marcas en la espalda, el ganso de Hawke se ve cocinado gracias a las sospechas del malvado pirata Capitán Roc Brasiliano (Anthony Quinn), pirata Spitfire Stevens (O'Hara).

Todo resulta tan endeble que analizarlo es darle entidad por encima de lo que se merece, donde todos los manidos clichés se dan cita de modo ingenuo en una cinta rancia. Y es que su rezumante machismo es propio de casposos incurables, pues se supone que una mujer capitán pirata, Spitfire Stevens, puede ser algo de loar como ejemplo de empoderamiento femenino, pero el modo de delinear el personaje resulta ridículo, no te crees que esa mujer imponga respeto alguno, ya desde la primera escena que sin venir a cuento le da un morreo a un prisionero (Bryan Hawke encarnado por Errol Flynn), donde luego vemos que sus inquietudes son propias de quinceañeras superficiales, o sea ponerse vestidos pomposos, colocarse lunares e insinuarse cada dos por tres al mencionado personaje. Pero el colmo de la desfachatez es el personaje de la Princesa Patma (Alice Kelley), ataviada cual idealización de Sabrina (la bruja), aquí se combinan el racismo de que una mujer que debería tener apariencia de Medio oriente es blanca como la leche, pero la vergüenza ajena viene con su carácter idiotesco, una idiota que en medio de un barco ardiendo le da un beso un desconocido y queda prendada y extasiada, y luego no para de pedirle besos al susodicho. Por cierto, el mismo que el de la capitana, que no puede ser otro que Errol Flynn, con un rol en el que todas las mujeres bellas caen rendidas cual rayo a sus pies. Para sentido del humor fresco (ataque de cinismo) queda Molvina MacGregor (Mildred Natwick), la asistenta de la princesa, que cuando oye que van a vender a varias mujeres, y a ella no, protesta por no poder ser adjudicada (eso se llama humor inteligente y sin machismo alguno, puaj).

La puesta en escena es propia de una máquina de hacer churros sin entidad propia alguna, casi todo rodado en interiores con decorados al fondo que cantan la traviata, la filmación se realizó en un escenario en los Universal Studios en Los Ángeles con algunas imágenes de la ubicación en Palos Verdes (California-USA). Con peleas a espadas insulsas, donde por supuesto (por mor del nefasto Código Hays) no hay sangre tras estocadas, con soluciones de continuidad estúpidas (spoiler). Con unos atuendos que parecen sacados de una tienda de disfraces, ejemplo los coloridos de Maureen O’Hara, adornados con esas infinitas botas altas, donde el realismo ni está ni se le espera, todo cuasi-caricaturesco.

Errol Flynn hace de Errol Flynn, sin dilemas morales, sin dudas, invencible, soportando al principio una tunda de latigazos como el que toma té, tiene carisma, peor este al igual que su físico se veían arrugados. Interesantes anécdota sobre esta película es que el director George Sherman intentó prohibir el alcohol en el set, y para saltarse esto, Flynn hundiría naranjas en alcohol y las comería en el set. Flynn ejerció un grado de autoridad en el set, los cambios en su contrato significaron que tenía derecho a un porcentaje de las ganancias de la película y ordenó que los días de filmación terminaran a las 4:00 pm, momento en que se emborracharía. Fue su última película en Hollywood, haría tres más antes de su muerte en 1960, pero en Europa; Maureen O’Hara ofrece otro día más en la oficina, luciendo esplendor de belleza, pero con rol penoso; Anthony Quinn es el único que parece tomarse en serio la película, haciendo un correcto villano, pero lastrado por todo alrededor conspirando para hacer un bodrio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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