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España España · O Carballiño
Voto de odaesu:
7
Romance. Drama En la puritana sociedad londinense de los años 50, Hester Collyer (Rachel Weisz), la esposa de un juez del Tribunal Supremo Sir William Collyer (Simon Russell Beale), lleva una vida privilegiada. Pero todo cambia cuando, para asombro de todos, decide dejar a su marido para irse a vivir con Freddie Page (Tom Hiddleston), un joven y apuesto ex piloto de la RAF del que ha caído profundamente enamorada. (FILMAFFINITY)
27 de septiembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Deep Blue Sea es una película ensimismada en su belleza. Fría como un témpano, hermosa e inalcanzable, y por ello más hermosa si cabe. Pensada al milímetro, estudiada una y otra vez, es un puzle en el que todas las piezas son perfectas y sin embargo no consiguen cuadrar entre sí, porque aunque cada secuencia es redonda en sí misma, el conjunto es todo menos redondo. Y así volvem¬os al inicio, The Deep Blue Sea es una película gélida hablando de pasiones desbordantes. Y por ello la nave no acaba de ir del todo bien, la madera que arde en la caldera está mojada y la chimenea echa un humo que se expanda por todo el film.
Rachel Weisz interpreta a una mujer condenada a ser infeliz, un arquetipo cinematográfico que ha dado un gran número de obras maestras cinematográficas: desde A Streetcar Named Desire (Kazan, 1951) hasta Revolutionary Road (Mendes, 2008). Y aquí también funciona la fórmula, en la hermosa e impoluta piel de Weisz, con esa mirada al borde de la demencia, ¿cómo no creértela? Hermosamente encerrada en su campana de cristal. Y todo lo que toca lo enfanga, tiene un hombre que la quiere y otro que no sabe como quererla y a los dos los hace sufrir, los enreda en su trampa. Les miente, porque a ninguno de los dos les dijo previamente que era incapaz de ser feliz, que por mucho que lo intentaran nunca lograrían hacerla feliz, que ella no había nacido para eso. Sufrir era su combustible, su forma de vida, su destino.¬
Terence Davies brilla en la construcción visual del film pero fracasa en la narrativa, la forma en que te cuenta la historia resulta más interesante que la propia historia. Es un pequeño fracaso como narrador y una pequeña victoria como esteta, como poeta visual. Y a pesar de todos sus defectos, siempre nos quedará el placer de ver a Rachel Weisz inmolándose ante nuestros ojos, mientras su delicada belleza se desintegra. Una destrucción calculada y hermosamente filmada.
odaesu
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