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Voto de FATHER CAPRIO:
6
Aventuras. Bélico El Doctor Corydon M. Wassell, un médico rural, viajó a China tras ver una foto de Madeleine, un bella enfermera. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial se incorpora al ejército, en el cuerpo médico de la marina de los Estados Unidos, que combate duramente a los japoneses en el Pacífico. En marzo de 1942 es destinado a Tjilatjap, en la isla de Java, coincidiendo con la batalla del estrecho de Maccasar. Allí se hará cargo de un grupo de ... [+]
19 de octubre de 2009
14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas de guerra las hemos visto de todos los colores. Belicistas, antibelicistas, militaristas, antimilitaristas e incluso irreverentes (Sturmtruppen, Jo… que guerra o La última noche de Boris Grushenko), pero nunca antes había vista una película de guerra que, pretendiendo ser seria, resultase tan insensible. Los espectadores no nacimos ayer y somos conscientes de que el cine es ficción, que las bombas son efectos especiales y la sangre se conserva en botes de los Orlando Magic. Pero, aunque seamos tan listos para entender esto no estaría de más que los actores se esforzasen por hacerlo creíble y que los directores se preocupasen de las formas lo mismo que se preocupan de los fondos.

Y está muy bien que el señor Cecil B. de Mille, en un producto moralista y agigantador del espíritu USA, retrate una soldadesca americana capaz de soportar carros y carretas (de combate) con la sonrisa de oreja a oreja. Bastante tenía la sociedad civil USA con añorar, recordar y llorar a sus allegados combatientes, pero ninguna sociedad por muy deprimida que se encuentre merece que el retrato cinematográfico de una contienda cruel sea una esperpéntica caricatura.

Marines que distraen a un niño cuya madre acaba de morir, sin siquiera un atisbo de horror o de rabia en sus semblantes, no son creíbles. Oficiales que dejan a otro, en legado testamentario, a su novia enfermera, tampoco, máxime cuando la opinión o los sentimientos de la susodicha no parecen contar para nada. Tal vez la guerra endurezca, pero yo creo que la cosa no va por ahí.

Básicamente De Mille pretendía dos cosas: Una, reconocer el abnegado trabajo de personajes como el doctor Wassell y dos, elevar la moral de una sociedad necesitada de inyecciones anímicas. Bien. Pero cuando se dibujan utópicos paraísos para ocultar infiernos reales y cuando los cielos son demasiado multicolores, la cosa desprende cierto tufillo a engaño.

Total que al final entendí aquella expresión que se ha instaurado en nuestra fraseología, “Gary Cooper que están en los cielos”. Porque sin él, y un poco de Laraine Day, la película hubiese sido de usar y tirar, en el contenedor de los productos perjudiciales para la salud.
FATHER CAPRIO
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