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Voto de FATHER CAPRIO:
7
Drama. Intriga. Cine negro Wong Low Get (Edward G. Robinson), un temible sicario de una banda del barrio chino de San Francisco, recibe el encargo de asesinar a su buen amigo Sun Yat Ming (J. Carrol Naish). Antes de cometer el crimen, Sun le pide que cuide de su hija (Loretta Young) y la haga feliz. (FILMAFFINITY)
15 de abril de 2010
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De haberse realizado un par de años más tarde, probablemente este film no hubiese superado las estrictas normas cinematográficas que se impusieron en el cine estadounidense en 1934 y que son conocidas como Production Code. El hacha justiciera es un film de William Wellman (Alas, Incidente en Ox Bow) del año 1932 que aborda el tema de las comunidades chinas instaladas en barrios como Chinatown.

Sin embargo no es una visión fácil ni superficial. La sociedad que se retrata es una sociedad muy distinta culturalmente y con un código de honor muy estricto que se sostiene sobre dos pilares fundamentales: la religión budista y el respeto a los antepasados. Estas dos circunstancias enmarcan la vida ordinaria de miles de personas en estructuras donde los tong (una especie de grupos de poder y de toma de decisiones) siguen resolviendo sus disputas en la línea Corleone, es decir con la figura del sicario, toda una institución que hace rodar cabezas sin ningún miramiento.

Esta es la premisa básica de un film donde, como era muy habitual en los años 30 los personajes asiáticos eran interpretados por actores blancos. Tal es el caso de Edward G. Robinson o Loretta Young. Las "relaciones" de los caucasianos con el invento diabólico del cine no acababan de ser demasiado buenas y hasta que Anne May Wong se encargó de poner las cosas en su sitio y demostrar al mundo que había buenos actores amarillos, las cosas eran así. La credibilidad de Robinson y Young queda algo en entredicho. Sin embargo son dos buenos actores y salen adelante. Además a una Loretta de 19 años el exotismo oriental le sentaba espléndidamente.

Los engaños maritales y los ajustes de cuentas como cosa natural, ordinaria y sin castigo, no hubiesen pasado los filtros del Code año 34, pero en el 32 la censura miraba hacia otros lados, y esta "libertad" hace este trabajo muy interesante e ilustrativo de una época. Es un film bastante desconocido con un final que justificaría por si solo, de no haber otros valores, que los hay, la visión de esta película.
FATHER CAPRIO
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