Seven Psychopaths llena la pantalla. Y la llena porque hay monstruos como Walken, Waits o Harrelson, que son capaces de comérsela. Porque si esa demanda se la hiciéramos a Colin Farrell lo llevaríamos crudo. No es capaz de resultar creíble ni como alcóholico, y con sobreactuar hubiera tenido suficiente.

El resultado de la película es una amalgama divertida, con algunas escenas brillantes, pero que nos suena sin duda a Ritchie o a Tarantino. Algo que ya hemos visto, a pesar de ser nuevo. Ladrones, mafiosos, pistolas, sangre y amistad hasta el fin. Un guión en el que cuesta entrar inicialmente, y con momentos de drama y tensión que llegan a buen puerto gracias a las interpretaciones de los mencionados anteriormente.

Mención especial a los títulos de crédito.