En el año 2013 el director chileno Sebastián Lelio estrenaba en el Festival de Berlín su película ‘Gloria’, llevándose su protagonista Paulina García el reconocimiento como mejor actriz además de recabar una gran cantidad de premios alrededor del mundo, teniendo además el beneplácito de la audiencia. Años después el chileno se llevaría el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa por ‘Una mujer fantástica’.

Cinco años después y con Julianne Moore como el nuevo rostro de Gloria, Lelio replica su película y la traslada de Santiago a Los Angeles, adaptando lo estrictamente necesario en este cambio geográfico, pero manteniendo firme la esencia del filme.

La historia es básicamente la misma, Gloria (Moore) es una mujer que ronda los 60 años busca compensar su soledad acudiendo a diversos clubs nocturnos de solteros, encontrando una serie de aventuras pasajeras sin rumbo hasta que conoce a Arnold (John Turturro), un hombre tierno con el que inicia una relación que poco a poco se va complicando,

El resultado de este remake es, al igual que en su versión original, muy positivo. Lelio consigue además de una adecuada adaptación en cuanto a lo geográfico y lo musical (las canciones tienen un lugar importante en las dos versiones), mantener la fluidez y el sentido de su relato, consiguiendo que sus actores se apropien de sus personajes y otorguen interpretaciones de una naturalidad notable, destacando por encima de todo el gran trabajo de Julianne Moore, que consigue una Gloria muy personal, pero igual de efectiva que la original de Paulina García.

Las temáticas que navegan dentro de la historia de ‘Gloria Bell’ son universales y son replicadas en esta versión de manera efectiva, aquí la mujer entrando a la tercera edad que busca el amor a toda costa y en cualquier sitio para paliar su soledad y que termina encontrándose a si misma no es exactamente la misma mujer de la versión original, aunque en esencia atraviesan por lo mismo, cada actriz consigue imponer su impronta y personalidad propia a sus personajes.

Lelio consigue que esta nueva Gloria tenga personalidad propia, manteniendo la esencia y la candidez que destacaba en su película original, un reto superado y una obra para disfrutar en dos versiones igual de potentes.

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