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España España · Santander
Voto de burton:
10
Cine negro. Intriga En el siglo XVI, los Caballeros de la Orden de Malta regalaron a Carlos I de España y V de Alemania la estatuilla de un halcón de oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas. Era una muestra de gratitud por ciertas prerrogativas que el monarca les había concedido. Sin embargo, la joya no llegó nunca a manos del Emperador, ya que la galera que la trasportaba fue asaltada por unos piratas. Cuatrocientos años después, el detective ... [+]
18 de junio de 2006
113 de 150 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente grande esta cinta del hasta aquel entonces guionista de Hollywood, John Huston, quien no desaprovechó la oportunidad de dar a conocer sus innegables y apabullantes aptitudes para la dirección.

Fielmente basada en la obra epónima de Dashiell Hammet, optó por narrar esta historia de 1929, llevada ya en dos ocasiones anteriores a la gran pantalla con un sonoro y rotundo fracaso.

El génesis del cine negro comienza en el despacho de la firma de detectives "Sam Spade y Miles Archer Corp", con la visita de una enigmática señora Wonderly (años más tarde Roman Polanski tomaría fiel nota en su obra maestra Chinatown).

Aquí no hay voces en off, como en su posterior Jungla del Asfalto, sólamente el desarrollo de una narración apoyada al pie de la letra en los famosos storyboards puestos de moda por un tal Alfred Hitcthkock, pero sí hay ambientado un mundo de criminales sin escrúpulos, mujeres fatales, finales entreverados, y frases antológicas que imprimen un sello inconfundible, de calidad genuina.

En mi memoria sí que quedarán congeladas los fotogramas épicos de esta cinta inigualable; la señora O’Shaugnessy (maravillosa Mary Astor) fingiendo ser una ingenua víctima del siempre ausente señor Thursby.

El enorme Peter Lorre como Joel Cairo, un tipo de tendencias homoeróticas (levemente encubiertas por Huston, ya que en la trama había ya demasiados homosexuales, y la sociedad en general aún no estaba preparada para este tipo de revelaciones), ambicioso y peligrosamente arrojadizo que se va metiendo de forma gradual en el meollo de la trama.

El capo de los malos, el inmenso Fat Man (papel iniciático de este sorprendente actor británico, Sidney Greenstreet, que además debutó con oscar incluído), 17 años detrás del pájaro dorado revestido de negra cerámica marfileña (el halcón maltés, regalo de los caballeros de La Orden de San Juan al rey de España Carlos I, en reconocimiento por su cesión del territorio de Malta) y su fiel escudero, Wilmer (conmovedora actuación de Elisa Cook Jr), una especie de Lee Harvey Oswald (increíble su parecido real, en un papel similar al de Atraco Perfecto de Kubrick) chivo expiatorio y homosexual (así lo constató Dashiell Hamet en su obra epónima).

Sin olvidarnos tampoco del cinismo misógino de Spade cuando rehuye a la viuda de su socio, y antigua amante, ni de su fiel secretaria Effie.

Todo en esta película rezuma CINE (con mayúsculas por supuesto); y el final; éste sí que es épico y no el de Casablanca: Cuando el policía le pregunta a Spade sobre el halcón maltés, y éste (dicen las crónicas que fue una aportación del propio Bogart al guión adaptado de Huston) parafraseando a Shakaspeare le respone: "...¿éste? este es el material del que están hechos los sueños...".

I N O L V I D A B L E.
burton
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