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España España · málaga
Voto de nachete:
6
Drama Relato ambientado en la tristemente famosa cárcel de Carandiru, en Sao Paulo, donde, en 1992, la policía redujo de forma violentísima una revuelta masacrando a más de cien presos que estaban desarmados. (FILMAFFINITY)
18 de agosto de 2007
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nadie se le escapa que Carandiru pretende seguir la senda abierta por Ciudad de Dios, pero se queda muy lejos de alcanzar sus méritos, por una razón fundamental: donde Meirelles tejía un variopinto retrato de personajes al límite, lógica y forzosamente relacionados, Babenco opta por la simple acumulación. Te cuenta ocho historias como te podía haber contado ochenta, el caso es dejar morir el metraje entre anécdotas que no cumplen ningún grado de interrelación más allá del contacto entre rejas; un compendio de sketches tragicómicos sucedidos sin una visión de conjunto clara. Si encima le metemos melaza, personajes tópicos, un médico que es un bendito (por favor...), una cierta suspensión de credibilidad de algunos personajes y situaciones, y un tratamiento hollywoodiense de la miseria y la vida en los infiernos (no hablo del estilo, ojo), pues tendremos un desperdiciado film social que, no obstante, cuenta también con algunas virtudes.

A saber, su preciso ritmo narrativo (hay que saber narrar para que casi dos horas y media se pasen sin asomo de aburrimiento), un sentido del humor bastante malvado, una buena mano para pillar desprevenido al espectador con su contundencia y su juego de contrastes y, sobre todo, lo que constituye la función principal de la película: dar a conocer, de una forma no demasiado exhaustiva pero sí con buenas maneras, el trágico suceso acaecido en dicha prisión de Sao Paulo en 1992, cuando más de cien presos fueron asesinados a sangre fría por la policía brasileña durante una disputa que debió haber acabado de una forma mucho más pacífica (como deseaban los presos, de hecho). Los aficionados al cine carcelario disfrutarán de lo lindo con este descomunal recorrido por los sucios pasillos de tan superpoblada y célebre prisión (felizmente derruida en 2002), brutal foco del virus VIH y espejo en el que se refleja la realidad social de un país consumido por la pobreza y la violencia. Pero el que quiera una visión más seria del asunto supongo que tendrá que recurrir al documental O prisioneiro da grade de ferro, dirigido por Paulo Sacramento.

Lo mejor: su pulso dramático.
Lo peor: la extrema benevolencia del médico.
nachete
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