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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
7
Western. Aventuras Cuatro hombres parten a la búsqueda de un gran cargamento de armas que ha sido robado por un antiguo general del ejército confederado. (FILMAFFINITY)
3 de febrero de 2011
44 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todos los ríos del western (“Rio Bravo”, “Rio Rojo”, “Rio Lobo”, “Rio sin retorno”…) “Rio Conchos” es, probablemente, el más feo. Y no me refiero al río en sí, por supuesto. Me refiero concretamente al nombre. Al título. Un apelativo que carece de la resonancia y la expresividad de los anteriormente citados y que, a bote pronto, suena más bien a peli cutre y prescindible que no a un western ‘comme il faut’.

Pues bien, “Rio Conchos” no es un western cutre ni prescindible. Todo lo contrario. “Rio Conchos” es un western mucho más notable y significativo de lo que su simple nombre aparenta. En primer lugar porque —como bien sostiene Gilbert— la peli de Douglas constituye un punto de inflexión en la historia del género, situándose en esa transición que se extiende desde el ocaso del western clásico (“El hombre que mató a Liberty Valance”) y el preludio del western crepuscular (“Duelo en la Alta Sierra”) hasta el nacimiento del SW (“Por un puñado de dólares”). Y en segundo lugar, porque —más allá de su incuestionable trascendencia ‘histórica’— “Rio Conchos” es, sin lugar a dudas, un western con cualidades más que suficientes para ser mucho más conocido.

Me gustaría destacar, por ejemplo, la composición psicológica o moral de sus protagonistas. Sobre todo la de Lassiter (Richard Boone) y la de Rodríguez (Tony Franciosa). Un excomandante del sur borracho, misógino y racista y un pícaro traficante mexicano mujeriego y vividor. Dos personajes que poco tienen que ver con el maniqueísmo del western clásico (Lassiter convertiría a Ethan Edwards, por ejemplo, en un verdadero angelito) y que se acercan muy mucho a la ambigua moral del antihéroe leoniano. Pero ahí no acaba todo, amigos. “Rio Conchos” es, por si fuera poco, una peli bien narrada, bien fotografiada y bien resuelta. Con un tramo final absolutamente apoteósico. Empezando por la magnífica y violenta secuencia en la que Lassiter, Haven y Franklyn son arrastrados y apaleados por los apaches hasta la apocalíptica escena en la que la mansión en construcción del General Pardee (un claro antecedente del Coronel Kurtz de “Apocalypse now”) cae pasto de las llamas.

Siete merecidas estrellitas, pues, para un semidesconocido western de reivindicación ineludible e inmediata que, lamentablemente, constata el tremendo lastre que supone para una peli tener un título feo, un director al que no le conocen ni en el pasillo de su casa y unos actores tan famosos como mis tortillas. Es lo que hay.
Taylor
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