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Voto de Charles:
6
5,8
8.049
Ciencia ficción. Acción. Aventuras
Tratando de escapar, en el año 1987, Bumblebee encuentra refugio en un depósito de chatarra en una pequeña ciudad en la costa Californiana. Charlie (Hailee Steinfeld), a punto de cumplir 18 años y tratando de encontrar su lugar en el mundo, descubre a Bumblebee, dañado durante una batalla y descompuesto. Cuando Charlie lo revive, aprende rápidamente que éste no es un VolksWagen amarillo normal. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2018
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La salvación de Transformers”, la han llamado.
Y bueno, salvación sería si hubiera llegado hace dos películas como prueba de que hay otros caminos expresivos para la saga, más próximos a la esencia ochentera de la serie televisiva (diseños incluidos) que al entretenimiento descerebrado asociado a la franquicia actual.
Ahora, más bien queda como simpático recordatorio de que alguna vez lo pasamos bien entre robots transformables, pero toca que el último apague la luz.
‘Bumblebee’, creo, tiene un concepto erróneo de si misma, porque bucea demasiado tiempo en tópicos como para que su relación chica-robot pase de lo superficial.
Aunque sí, es maravilloso preocuparse, por primera vez, de que haya un genuino centro emocional en el argumento, y en cierta medida todo pase por en medio de dos seres que, cada uno a su modo, han perdido una guía vital, sintiéndose desplazados en un planeta que no les comprende.
También, es fantástico que Charlie sea la primera protagonista tridimensional en una tradición de hombres muy machotes salvando a damiselas hipersexualizadas, a la cual una foto de padre e hija pesa como una losa de tiempos más felices que parece no volverán.
Y sienta muy, muy bien alejarse de la destrucción en grandes ciudades, y enfocarse en una población rural de esas donde el tiempo y la adolescencia se han detenido.
Bumblebee llega allá huyendo de la guerra civil en Cybertron, y lo primero que recibe son disparos muy parecidos a los que le dedicaban los Decepticon, trazando un punzante paralelismo en que no importa tanto la especie, porque en todas partes de la galaxia hay una batalla en curso (si bien los humanos somos los que la practicamos por diversión).
Por una serie de avatares, acabará siendo el amarillo Escarabajo de Charlie en su cumpleaños, y ambos dos encontrarán consuelo de su soledad mientras el cerco sobre el Transformer se estrecha, y otros tantos robots malos vienen dispuestos a jorobarle el refugio. La nota realmente curiosa la tendrá que poner un ejército norteamericano presto a colaborar con los Decepticon, porque no vaya a ser que se pasen al bando ruso.
Justo ahí empiezan los problemas para la cinta, preocupada por ripear el sabor de los 80 en infinitas canciones y constantes referencias, repitiendo clásicas situaciones de extraterrestre marginado, y pasándose por la bujía cualquier coherencia interna con tal de resultar majeta: ¿a cuento de qué Bumblebee a veces se comporta como niño asustado y otras como guerrero vengador, según convenga animar risas o excitar adrenalina, con escenas enteramente dedicadas a su supuestamente entrañable torpeza?
Pues fácil, porque mola saquear un subgénero y estamparle una marca reconocida, a ver si suena la flauta de la taquilla.
No es que se cargue nada, pero a veces molesta invocar una ternura que simplemente no está ahí, y es más construcción artificial que verdadero elemento de guión: los personajes y su entorno son tópicos de tópicos de tópicos, rara vez yendo un poco más allá de lo que todos estamos esperando que hagan.
Con todo, con sus aciertos tontainas y sus floridos errores, este desvío de la épica principal entre buenos y malos metálicos comprueba de nuevo el archiconocido menos es más, y deja abierta la pregunta de si no merecía la pena centrarse en un corazón de hojalata desde el principio, para que la acción espectacular fuera bien acompañada.
Llegando tarde a su propia fiesta, esta recuperación se siente maniobra de marketing, y mucho menos la fresca historia juvenil de atardeceres aventureros y ojitos azules que quiere ser.
Bee, huye de vuelta a Cybertron, que los humanos después de la primera caricia van a querer ordeñarte a ti y a todos tus compañeros.
Y bueno, salvación sería si hubiera llegado hace dos películas como prueba de que hay otros caminos expresivos para la saga, más próximos a la esencia ochentera de la serie televisiva (diseños incluidos) que al entretenimiento descerebrado asociado a la franquicia actual.
Ahora, más bien queda como simpático recordatorio de que alguna vez lo pasamos bien entre robots transformables, pero toca que el último apague la luz.
‘Bumblebee’, creo, tiene un concepto erróneo de si misma, porque bucea demasiado tiempo en tópicos como para que su relación chica-robot pase de lo superficial.
Aunque sí, es maravilloso preocuparse, por primera vez, de que haya un genuino centro emocional en el argumento, y en cierta medida todo pase por en medio de dos seres que, cada uno a su modo, han perdido una guía vital, sintiéndose desplazados en un planeta que no les comprende.
También, es fantástico que Charlie sea la primera protagonista tridimensional en una tradición de hombres muy machotes salvando a damiselas hipersexualizadas, a la cual una foto de padre e hija pesa como una losa de tiempos más felices que parece no volverán.
Y sienta muy, muy bien alejarse de la destrucción en grandes ciudades, y enfocarse en una población rural de esas donde el tiempo y la adolescencia se han detenido.
Bumblebee llega allá huyendo de la guerra civil en Cybertron, y lo primero que recibe son disparos muy parecidos a los que le dedicaban los Decepticon, trazando un punzante paralelismo en que no importa tanto la especie, porque en todas partes de la galaxia hay una batalla en curso (si bien los humanos somos los que la practicamos por diversión).
Por una serie de avatares, acabará siendo el amarillo Escarabajo de Charlie en su cumpleaños, y ambos dos encontrarán consuelo de su soledad mientras el cerco sobre el Transformer se estrecha, y otros tantos robots malos vienen dispuestos a jorobarle el refugio. La nota realmente curiosa la tendrá que poner un ejército norteamericano presto a colaborar con los Decepticon, porque no vaya a ser que se pasen al bando ruso.
Justo ahí empiezan los problemas para la cinta, preocupada por ripear el sabor de los 80 en infinitas canciones y constantes referencias, repitiendo clásicas situaciones de extraterrestre marginado, y pasándose por la bujía cualquier coherencia interna con tal de resultar majeta: ¿a cuento de qué Bumblebee a veces se comporta como niño asustado y otras como guerrero vengador, según convenga animar risas o excitar adrenalina, con escenas enteramente dedicadas a su supuestamente entrañable torpeza?
Pues fácil, porque mola saquear un subgénero y estamparle una marca reconocida, a ver si suena la flauta de la taquilla.
No es que se cargue nada, pero a veces molesta invocar una ternura que simplemente no está ahí, y es más construcción artificial que verdadero elemento de guión: los personajes y su entorno son tópicos de tópicos de tópicos, rara vez yendo un poco más allá de lo que todos estamos esperando que hagan.
Con todo, con sus aciertos tontainas y sus floridos errores, este desvío de la épica principal entre buenos y malos metálicos comprueba de nuevo el archiconocido menos es más, y deja abierta la pregunta de si no merecía la pena centrarse en un corazón de hojalata desde el principio, para que la acción espectacular fuera bien acompañada.
Llegando tarde a su propia fiesta, esta recuperación se siente maniobra de marketing, y mucho menos la fresca historia juvenil de atardeceres aventureros y ojitos azules que quiere ser.
Bee, huye de vuelta a Cybertron, que los humanos después de la primera caricia van a querer ordeñarte a ti y a todos tus compañeros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Tal vez lo más agradable tendrá que ver con adaptar al argumento el clásico “mucho más de lo que tus ojos ven”:
Un tipo duro militar puede convertirse en un aliado que sigue sus instintos en lugar de órdenes.
Un supuesto estado del bienestar puede apoyar invasores, solo porque traen tecnología atractiva para sus intereses.
Y un robot amarillo puede simplemente estar necesitado de cariño bajo su bélico casco amarillo.
A Charlie también le parecía que solo son su padre sería feliz, y sin embargo la foto que pasa a hacerle compañía a la anterior, al final, le dice que sus temporadas felices no se han terminado.
Si es que puedo entender por qué vaya a gustar esta película, pero nadie entiende que no empezaran por aquí.
Un tipo duro militar puede convertirse en un aliado que sigue sus instintos en lugar de órdenes.
Un supuesto estado del bienestar puede apoyar invasores, solo porque traen tecnología atractiva para sus intereses.
Y un robot amarillo puede simplemente estar necesitado de cariño bajo su bélico casco amarillo.
A Charlie también le parecía que solo son su padre sería feliz, y sin embargo la foto que pasa a hacerle compañía a la anterior, al final, le dice que sus temporadas felices no se han terminado.
Si es que puedo entender por qué vaya a gustar esta película, pero nadie entiende que no empezaran por aquí.