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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Ciencia ficción. Thriller La preocupada Marie (Rosemarie Dewitt) haría cualquier cosa para proteger a su hija pequeña, de 4 años. Cuando una sofisticada clínica crea un dispositivo que, al implantarse en el cerebro, garantiza esa protección, Marie no duda en acceder a ese servicio. Gracias a una app, la madre podrá monitorizar a su hija en cualquier momento... Episodio de la cuarta temporada de Black Mirror. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2017
80 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no lo parezca, nuestra experiencia ya se torna indivisible y personal desde que nacemos.
Nada más salir de nuestra madre, ya somos nuestro propio ser, nuestras propias emociones y percepciones, listas para ser moldeadas por todo lo que nos espera allá afuera.
Es un error pensar que existe algo intrínsecamente "malo" en el proceso, que hay que evitar a toda costa: el dolor, el miedo y la incomprensión siguen siendo herramientas útiles para dibujar el mundo, por mucho que queramos evitárselas a nuestros seres queridos.

'Arkangel' narra precisamente eso: una madre destrozada en la sala de parto, que ha sudado sangre y desesperación hasta sacar a su hija, y por eso mismo siente que el silencio hasta el primer llanto es insoportable.
En ese momento sabe que nunca va a separarse de ella si puede evitarlo.
Y, gracias a la tecnología, tampoco tiene que hacerlo: la empresa Arkangel propone una suerte de aparato localizador y dispositivo de control parental, que es la perfecta herramienta para tutores solitarios e inseguros.
Nadie le pregunta a la niña si lo quiere o si lo autoriza, porque para qué, es "sólo" una niña.

Ese mismo "sólo" se va quedando limitado y extraño a medida que pasan los años, sin que Sarah vea una gota de sangre, una muerte accidental o provocada, o incluso el perro del vecindario que le asustaba.
El mal trago que Marie le ha ahorrado a su hija pronto se vuelve demasiado horrible, condenada a vagar por un mundo de formas borrosas y sonidos interferidos, cada vez más comunes cuanto más malhablados y agresivos se vuelven sus compañeros (siii, esa gran mentira de... todos pensamos que no es nuestro hijo el que dice palabrotas, el que pega u ofende).
Pero parece que no pasa nada, porque es una tecnología avalada por una empresa puntera, y en teoría le hará crecer sana mentalmente (porque seguro que nadie tiene ganas de experimentar lo que siempre se le ha prohibido).

Empatizas completamente con los deseos de Sarah, pero de algún modo los motivos de Marie tampoco parecen injustificados: sólo son dos mujeres atrapadas en un círculo vicioso de desconfianza, agravado por esa diferencia de edad que dice que no se debe contar todo a los padres, ni estos deben pedir demasiadas explicaciones de lo que no les interesa saber.
Y para salvar esa brecha, Marie se apoya todo lo que puede en su pantalla parental, porque no quiere perder de vista a su niña, aún a pesar de que la tiene delante para preguntarle lo que quiera.
Qué tiempos aquellos en los que sólo tenías que abrir una puerta para enterarte de la vida de otros, dice el abuelo, cuando ahora lo máximo que tenemos que hacer es encender el espejo negro que todos llevamos en el bolsillo.

No deja de ser triste que Marie y Sarah se pierdan continuamente, pues no han sabido relacionarse de verdad.
Pero también es lógico que lo hagan, porque nunca han tenido nada que perder en primer lugar.
La confianza sólo se puede recuperar si ha existido en primer lugar: de otra manera, "confianza" es sólo un concepto extraño cuando cada pantalla sirve de espionaje encubierto de quien queramos.

Pero lo más triste, terrorífico casi, es plantearse si, una vez que existiera la posibilidad de cegar nuestros seres queridos a lo malo, no podríamos resistirnos a hacerlo.
En todo caso, se podrían resistir todos aquellos que nunca hayan querido de verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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