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Voto de MrRipley:
3
7,2
102.537
Drama
Ramón (Javier Bardem) lleva casi treinta años postrado en una cama al cuidado de su familia. Su única ventana al mundo es la de su habitación, que da al mar, donde sufrió el accidente que interrumpió su juventud. Desde entonces, su único deseo es morir dignamente. En su vida ejercen una gran influencia dos mujeres: Julia (Belén Rueda), una abogada que apoya su causa, y Rosa (Lola Dueñas), una vecina que intenta convencerlo de que vivir ... [+]
9 de febrero de 2013
46 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una escena deleznable, sobre la que poco he leído, en esta pelicula de Amenábar. En ella, un tetrapléjico católico, un sacerdote, acude a la casa del protagonista para convencerlo de que abandone su deseo de morir, con unos argumentos católico-iluminados-anti-eutanasia que provocan su comprensible rechazo.
Hay que ir con mucha sutileza cuando se tocan ciertos temas, y si algo caracteriza a A. Amenábar, que sus virtudes debe tener, no es, más que les pese a su legión de seguidores, la sutileza. Toda la secuencia está planificada en torno al sentimiento de triunfo del personaje de J. Bardem, y el fracaso del cura católico POR EL HECHO DE NO PODER SUBIR LAS ESCALERAS. Amenábar convierte esto en un secuencia cómica. Es un "pretendes defender mi dignidad como persona, pero ni siquiera eres capaz de subir las escaleras". El cura tiene que gritar sus "loas a la vida" desde el piso de abajo, ante la sonrisa triunfal del personaje de J. Bardem (al que llamaré siempre así, nunca R. Sampedro).
La moraleja de semejante situación es atroz, y se resume en esto: "un tetrapléjico que desee seguir viviendo, es risible, porque no puede subir una escaleras".
Se me dirá que exagero, que lo que el autor quiere señalar es que hay algo más allá de ser o no tetrapléjico, como es la vileza de ser católico. Que un tetrapléjico que desee seguir viviendo es digno, salvo que sea católico, que es su catolicismo lo que lo convierte en alguien abyecto (más aún, ni siquiera su catolicismo, sino su fastidisoso moralismo sermoneador y ejemplarizante).
Pero incluso plantear eso, tal como se hace aquí, tiene mucho de miserable.
Hay que ir con mucha sutileza cuando se tocan ciertos temas, y si algo caracteriza a A. Amenábar, que sus virtudes debe tener, no es, más que les pese a su legión de seguidores, la sutileza. Toda la secuencia está planificada en torno al sentimiento de triunfo del personaje de J. Bardem, y el fracaso del cura católico POR EL HECHO DE NO PODER SUBIR LAS ESCALERAS. Amenábar convierte esto en un secuencia cómica. Es un "pretendes defender mi dignidad como persona, pero ni siquiera eres capaz de subir las escaleras". El cura tiene que gritar sus "loas a la vida" desde el piso de abajo, ante la sonrisa triunfal del personaje de J. Bardem (al que llamaré siempre así, nunca R. Sampedro).
La moraleja de semejante situación es atroz, y se resume en esto: "un tetrapléjico que desee seguir viviendo, es risible, porque no puede subir una escaleras".
Se me dirá que exagero, que lo que el autor quiere señalar es que hay algo más allá de ser o no tetrapléjico, como es la vileza de ser católico. Que un tetrapléjico que desee seguir viviendo es digno, salvo que sea católico, que es su catolicismo lo que lo convierte en alguien abyecto (más aún, ni siquiera su catolicismo, sino su fastidisoso moralismo sermoneador y ejemplarizante).
Pero incluso plantear eso, tal como se hace aquí, tiene mucho de miserable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Quiero señalar dos cosas al respecto. Primera, quien ríe, cuando el cura católico se queda atrapado en mitad de la escalera, no es Ramón Sampedro. Ramón Sampedro no hizo esta película. Quien se ríe es Alejandro Amenábar, quien, obvio es señalarlo, no es tetrapléjico. Es alguien que puede caminar quien plantea una situación de burla en torno a un católico... por el hecho de ser tetrapléjico y no poder subir una escalera. Es difícil encontrar una película con una secuencia que contradiga tan sangrantemente su propio discurso.
Segundo, algo que igual sólo es importante para mi, pero que me provoca un inevitable rechazo hacia quien pudo idear una secuencia semejante. Cuando vi la peli por primera vez, supuse que la situación era el resultado de las investigaciones del autor sobre la vida de R. Sampedro, de la documentación previa, y que fue el personaje "real" quien dejó constancia en algún momento de aquella visita inoportuna. Pues bien, vean la entrevista de Amenábar en "Versión española" y comprobarán QUE LA SITUACIÓN ES INVENTADA. ¡Aquella visita nunca se produjo!
Quiero suponer que todo viene de la aversión de Ramón Sampedro por el cura del Opus en que se inspira el personaje de J. M. Pou, y que lo que Amenábar pretendía era ofrecerle una especie de venganza póstuma por haber tenido que aguantar sus sermones "pro-vida". Pero Sr. Director, usted no es tetrapléjico. ¿Se le olvidó esto? ¿No le tembló un poco el pulso cuando se puso a escribir una secuencia sobre lo gracioso que es que un tetrapléjico no pueda subir una escalera?
Por cierto, soy ateo y estoy a favor de la eutanasia. No tengo ningun simpatía por el Vaticano. Pero detesto los trazos gruesos, creo que los argumentos hay que defenderlos con inteligencia y que hay que respetar a los adversarios. Diría más, que no se puede confundir a una institución, ni siquiera a una institución religiosa, con las personas concretas que la siguen. No es todo tan sencillo. No vale con presentar obispos comiendo churros con chocolate (o la variante que aquí se presenta; perfectamente equiparable). Más que contradiga también mis convicciones, he conocido católicos que son personas deslumbrantes.
Una cosa más, señor director: tiene todo su derecho a ser anticlerical (hay muchos motivos para serlo), pero molesta mucho su actitud vergonzante al respecto. ¡Sea valiente! Si viste de talibanes a los católicos de Ágora, ¿por qué pretende convencernos de que no es una película anticatólica? ¿No se da cuenta que es lo mismo que llamar imbéciles a los espectadores? ¿O es lo que pretende?
Vuelvo a pasarme, entiendo que no es esa su intención, pero diré por qué lo hace: para perder, por este hecho, el menor número de espectadores. Sus convicciones tiemblan un poco ante la perspectiva de que la peli no sea rentable, aunque yo creo que hubiera habido poca diferencia de taquilla. Es comprensible, pero es una impostura.
Segundo, algo que igual sólo es importante para mi, pero que me provoca un inevitable rechazo hacia quien pudo idear una secuencia semejante. Cuando vi la peli por primera vez, supuse que la situación era el resultado de las investigaciones del autor sobre la vida de R. Sampedro, de la documentación previa, y que fue el personaje "real" quien dejó constancia en algún momento de aquella visita inoportuna. Pues bien, vean la entrevista de Amenábar en "Versión española" y comprobarán QUE LA SITUACIÓN ES INVENTADA. ¡Aquella visita nunca se produjo!
Quiero suponer que todo viene de la aversión de Ramón Sampedro por el cura del Opus en que se inspira el personaje de J. M. Pou, y que lo que Amenábar pretendía era ofrecerle una especie de venganza póstuma por haber tenido que aguantar sus sermones "pro-vida". Pero Sr. Director, usted no es tetrapléjico. ¿Se le olvidó esto? ¿No le tembló un poco el pulso cuando se puso a escribir una secuencia sobre lo gracioso que es que un tetrapléjico no pueda subir una escalera?
Por cierto, soy ateo y estoy a favor de la eutanasia. No tengo ningun simpatía por el Vaticano. Pero detesto los trazos gruesos, creo que los argumentos hay que defenderlos con inteligencia y que hay que respetar a los adversarios. Diría más, que no se puede confundir a una institución, ni siquiera a una institución religiosa, con las personas concretas que la siguen. No es todo tan sencillo. No vale con presentar obispos comiendo churros con chocolate (o la variante que aquí se presenta; perfectamente equiparable). Más que contradiga también mis convicciones, he conocido católicos que son personas deslumbrantes.
Una cosa más, señor director: tiene todo su derecho a ser anticlerical (hay muchos motivos para serlo), pero molesta mucho su actitud vergonzante al respecto. ¡Sea valiente! Si viste de talibanes a los católicos de Ágora, ¿por qué pretende convencernos de que no es una película anticatólica? ¿No se da cuenta que es lo mismo que llamar imbéciles a los espectadores? ¿O es lo que pretende?
Vuelvo a pasarme, entiendo que no es esa su intención, pero diré por qué lo hace: para perder, por este hecho, el menor número de espectadores. Sus convicciones tiemblan un poco ante la perspectiva de que la peli no sea rentable, aunque yo creo que hubiera habido poca diferencia de taquilla. Es comprensible, pero es una impostura.