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España España · Murcia
Voto de Ociopata:
8
Western. Drama. Aventuras Los Alpes austríacos, mediados del siglo XIX. Poco antes de que comience el duro invierno, un forastero llega a caballo hasta un aislado pueblo de las montañas. Aparece con su cámara fotográfica, viene desde la lejana y mítica América de los indios y cowboys y se hace llamar Greider, pero nadie sabe quién es ni qué ha venido a buscar a un rincón perdido entre las nieves. La violencia flota en el aire en este pueblo de leñadores, ... [+]
18 de noviembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Películas sobre venganzas e injusticias hay tantas que se pueden clasificar como género. Pero normalmente suelen quedarse en lo superficial. Quién no se acuerda de "Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre preparaté a morir"(La Princesa Prometida), o "Los malos no mueren así, porque Dios parece protegerlos para hacerlos instrumentos de sus venganzas"(El Conde de Montecristo), o "Lo que me falta es compasión, perdón y piedad; no racionalidad"(Kill Bill vol.1). En éstos como en otros muchos films (gran parte de ellos westerns o pelis de terror) la venganza se pinta como una reacción destructiva con más o menos caos, destrucción y en ocasiones hasta elegancia. Es decir, tú matas a mi X o me haces Y y yo te mato a ti y a todo el que se ponga en mi camino. Vale, hay que reconocer que la venganza tiene algo de atractivo,algo que siempre te hace empatizar con el vengador, seguramente porque encarna todo lo que uno haría y lo que muy pocos se atreverían a hacer. Y aquí es donde encuentro realmente original y altamente empatizante esta cinta tan poco conocida.
Cuando digo empatizante no hablo del protagonista que desde que entra al pueblo sabes que la va a liar y bien, sabes que va a romper la rutina, la cotidianiedad, la norma, lo establecido...hablo del pueblo en sí, de la sociedad en la que irrumpe el vengador. Se trata de la sociedad del miedo patente en todas las etapas de la humanidad en más o menos medida, la ley de la minoría cruel y feroz contra una mayoría desvalida y sin iniciativa. Un mayoría que asume la norma por terrible e injusta que parezca, una mayoría que se inclina ante el déspota, el torturador, el que humilla y el que recuerda constantemente dónde está el lugar de cada uno. Un miedo que se hace patente no solo en las caras de todos los aldeanos, forzadas en un apatismo que ocultan el terror a mostrar casi cualquier emoción, sino que ese miedo parece aflorar en sus ropas grises y sobrias, en las construcciones prácticas pero carentes de cualquier rasgo personal o artístico y en la naturaleza gris al principio y de extrema dureza blanca conforme se va viendo la esencia y los efectos de tal tiranía y crueldad.
Se podría decir que aunque se centra en una etapa concreta, por cierto, magistralmente ambientada, se podría extrapolar esa sociedad a cualquiera en la que la mayoría se acostumbra al dolor cotidiano, a la justa injusticia porque es lo que toca, a saber callar y a no hablar de más, porque aquel que se atreve a ir contra la norma por muy injusta que ésta sea se encontrará solo ante las consecuencias. Incluso como se muestra en esta película aparecen individuos que sin ser el origen de tal mal lo apoyan o hasta sacan beneficio de él.
Sin hacer mucho spoiler diré que la combinación del gran tirano + el vengador(el diferente, el que más allá del interés personal intenta hacer algo por el bien común a su manera)+ la mayoría del pueblo, todos en la misma casa genera una sensación de inmensa soledad que se podría llevar a nuestros días.
Por último quedarme con esta gran frase de la narradora y que resume un poco todo lo dicho anteriormente:
"La libertad es un regalo que no todo el mundo recibe de buen grado"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ociopata
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