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Voto de Miquel:
7
13 de mayo de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable comedia de William Weyler (“Vacaciones en Roma”, 1953). El guión, de Preston Sturges, adapta libremente la obra de teatro “The Good Fairy” (1930), del húngaro Ferenc Molnar (1878-1952), que se había estrenado (1931) en Broadway. El film se rueda entre el 13/IX y el 17/XII de 1934 en Universal Studios. Producido por Carl Laemmle Jr. para Universal, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 31-I-1935 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en Budapest (Hungría), a lo largo de unos pocos días de 1928/29. Luisa “Lu” Ginglebusher (Sullavan), huérfana acogida en el Orfanato Municipal de Budapest desde poco después del inicio de la IGM (1914-18), es seleccionada por el empresario Maurice Schlopkhol (Hale) para trabajar como acomodadora de su sala de cine “El Sueño Palace”, la mayor de la ciudad, de la que es cliente asiduo Bela Detlaff (Owen). Conoce al millonario Konrad (Morgan) y al abogado Max Sporum (Marshall). Bela, de unos 50 años, camarero de un hotel de lujo, decide protegerla de los peligros del mundo. Konrad, de media edad, se dedica al negocio de importación y exportación de carne. Max es un joven y gris abogado en ejercicio. Luisa, de unos 16 años, es ingenua, inexperta, sencilla, encantadora y desenvuelta. Aficionada a los cuentos de príncipes, princesas y hadas, su gran sueño es comportarse como una hada buena que reparte suerte entre los que la necesitan. Bela es paternal. Konrad es autoritario, vanidoso e interesado. Max es honesto y honrado.
El film suma comedia y romance. Es una obra de humor alocado y absurdo, de enredos, malentendidos, confusiones, falsos supuestos, olvidos y excentricidades. Se apoya en la expresión corporal, la visualidad, los diálogos, el modo de vestir, lo que ocurre en el entorno del encuadre, la tipología de los personajes, sus manías y obsesiones, etc. Abundan las palabras y expresiones equívocas, los dobles sentidos, las referencias al deseo y al sexo. Extrae humor de los conflictos de intereses de los protagonistas y de sus comportamientos compulsivos e incontrolables. Se burla de los hombres y de su impaciencia, cinismo, celos y costumbres absurdas: apiñarse ante la puerta de salida de las chicas, hablar todos a la vez, pelearse por minucias, entretenerse con fantasías y juegos eróticos, etc. Es fuente abundante de humor la ignorancia, la ingenuidad, la inexperiencia y el desconocimiento del mundo y las normas sociales. No falta la burla de gobernantes, políticos, ricos, alta sociedad, fiestas de gala, salones reservados... Se mofa de la vanidad, la hipocresía, el culto a las apariencias, los celos, la presunción, el autoritarismo. También ridiculiza a los guionistas, los diálogos sin contenido del cine, los melodramas desbordados, las escenas lacrimógenas.
La acción dramática tiene lugar en Budapest (Hungría), a lo largo de unos pocos días de 1928/29. Luisa “Lu” Ginglebusher (Sullavan), huérfana acogida en el Orfanato Municipal de Budapest desde poco después del inicio de la IGM (1914-18), es seleccionada por el empresario Maurice Schlopkhol (Hale) para trabajar como acomodadora de su sala de cine “El Sueño Palace”, la mayor de la ciudad, de la que es cliente asiduo Bela Detlaff (Owen). Conoce al millonario Konrad (Morgan) y al abogado Max Sporum (Marshall). Bela, de unos 50 años, camarero de un hotel de lujo, decide protegerla de los peligros del mundo. Konrad, de media edad, se dedica al negocio de importación y exportación de carne. Max es un joven y gris abogado en ejercicio. Luisa, de unos 16 años, es ingenua, inexperta, sencilla, encantadora y desenvuelta. Aficionada a los cuentos de príncipes, princesas y hadas, su gran sueño es comportarse como una hada buena que reparte suerte entre los que la necesitan. Bela es paternal. Konrad es autoritario, vanidoso e interesado. Max es honesto y honrado.
El film suma comedia y romance. Es una obra de humor alocado y absurdo, de enredos, malentendidos, confusiones, falsos supuestos, olvidos y excentricidades. Se apoya en la expresión corporal, la visualidad, los diálogos, el modo de vestir, lo que ocurre en el entorno del encuadre, la tipología de los personajes, sus manías y obsesiones, etc. Abundan las palabras y expresiones equívocas, los dobles sentidos, las referencias al deseo y al sexo. Extrae humor de los conflictos de intereses de los protagonistas y de sus comportamientos compulsivos e incontrolables. Se burla de los hombres y de su impaciencia, cinismo, celos y costumbres absurdas: apiñarse ante la puerta de salida de las chicas, hablar todos a la vez, pelearse por minucias, entretenerse con fantasías y juegos eróticos, etc. Es fuente abundante de humor la ignorancia, la ingenuidad, la inexperiencia y el desconocimiento del mundo y las normas sociales. No falta la burla de gobernantes, políticos, ricos, alta sociedad, fiestas de gala, salones reservados... Se mofa de la vanidad, la hipocresía, el culto a las apariencias, los celos, la presunción, el autoritarismo. También ridiculiza a los guionistas, los diálogos sin contenido del cine, los melodramas desbordados, las escenas lacrimógenas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No olvida las figuras cómicas tradicionales, como el borracho, el dormilón, el desmemoriado... Juega con los contrastes hilarantes de contrarios: idealismo/pragmatismo, altruismo/egoísmo, ternura/intransigencia. Yuxtapone acciones contradictorias. Incorpora algunos apuntes de inversión de roles: uniformes de las acomodadoras con sombrero de húsar, botonaduras militares y pantalones a rayas, desfile de las chicas. Añade disparates, como el coche de un solo cilindro. Novedades e invenciones que parecen disparates: la nevera a gas.
La obra se presenta plagada de lances de humor, con recursos hilarantes simultáneos y una sucesión torrencial de los mismos. Combina sonrisa, risa y carcajada. Lo hace a un ritmo vertiginoso y con una rapidez que sorprende y desborda la capacidad de seguimiento. Pocos films ofrecen una densidad, variedad y riqueza humorística y cómica tan grande. El resultado es un film entretenido, divertido, gratificante y memorable, que lleva el sello inconfundible de Preston Sturges. Durante el rodaje contrajeron matrimonio Margaret Sullavan y William Weyler.
Contiene algunas escenas para el recuerdo, como la del borracho que baja una escalera y cruza el salón de baile sin mirar al suelo para no perder el equilibrio, las sugerencias sobre el menú del camarero al millonario en el comedor reservado, el cuento de hadas que Luisa explica a las más pequeñas, la entrevista de Konrad y Max en el despacho, etc. Pese a los años transcurridos desde el estreno, la película conserva una sólida vis cómica y una gran frescura. En nuestra opinión, merece ser reivindicada, extraída del olvido y situada en el lugar que corresponde.
La banda sonora, de Heinz Roemheld (“Sin novedad en el frente”, Milestone, 1930), ofrece una partitura de acompañamiento, en gran medida diegética, con cortes festivos, ligeros y burlescos. Como música adaptada, añade un largo corte de una versión instrumental del tango “A media luz”, de moda en Europa en tiempos del estreno y un fragmento de la marcha nupcial de Lohengrin (Wagner). La fotografía, de Norbert Brodine (“La novia era él”, Hawks,1949), en B/N, aporta gran cantidad de humor gestual y visual. Crea encuadres singulares de gran emotividad, como el cariñoso reflejo del rostro de la chica en el cristal de la mesa de despacho. Resuelve interrogantes y zanja debates con imágenes como las de la secuencia de cierre.
Referencias
- José M. LATORRE, “Una chica angelical”, ‘Dirigido por, nº 400, mayo 2010.
- Guillermo BALMORI, “Una chica angelical”, libreto del DVD, 32 pág., Notorious Ed., Madrid 2009.
La obra se presenta plagada de lances de humor, con recursos hilarantes simultáneos y una sucesión torrencial de los mismos. Combina sonrisa, risa y carcajada. Lo hace a un ritmo vertiginoso y con una rapidez que sorprende y desborda la capacidad de seguimiento. Pocos films ofrecen una densidad, variedad y riqueza humorística y cómica tan grande. El resultado es un film entretenido, divertido, gratificante y memorable, que lleva el sello inconfundible de Preston Sturges. Durante el rodaje contrajeron matrimonio Margaret Sullavan y William Weyler.
Contiene algunas escenas para el recuerdo, como la del borracho que baja una escalera y cruza el salón de baile sin mirar al suelo para no perder el equilibrio, las sugerencias sobre el menú del camarero al millonario en el comedor reservado, el cuento de hadas que Luisa explica a las más pequeñas, la entrevista de Konrad y Max en el despacho, etc. Pese a los años transcurridos desde el estreno, la película conserva una sólida vis cómica y una gran frescura. En nuestra opinión, merece ser reivindicada, extraída del olvido y situada en el lugar que corresponde.
La banda sonora, de Heinz Roemheld (“Sin novedad en el frente”, Milestone, 1930), ofrece una partitura de acompañamiento, en gran medida diegética, con cortes festivos, ligeros y burlescos. Como música adaptada, añade un largo corte de una versión instrumental del tango “A media luz”, de moda en Europa en tiempos del estreno y un fragmento de la marcha nupcial de Lohengrin (Wagner). La fotografía, de Norbert Brodine (“La novia era él”, Hawks,1949), en B/N, aporta gran cantidad de humor gestual y visual. Crea encuadres singulares de gran emotividad, como el cariñoso reflejo del rostro de la chica en el cristal de la mesa de despacho. Resuelve interrogantes y zanja debates con imágenes como las de la secuencia de cierre.
Referencias
- José M. LATORRE, “Una chica angelical”, ‘Dirigido por, nº 400, mayo 2010.
- Guillermo BALMORI, “Una chica angelical”, libreto del DVD, 32 pág., Notorious Ed., Madrid 2009.