Se están disparando las secuelas. Generalmente, las películas de acción parecen las idóneas para aplicar el cuento de la lechera. Nadie discutirá su legalidad cuando se trata de aprovechar un éxito inicial con el propósito de seguir agradando al público y hacer dinero. Las secuelas deberían ser una progresión de la serie, ofrecer novedades y variaciones atractivas. Con John Wick sería imposible pedir que evitaran la repetición de lo mismo porque todo es repetitivo, es como volver a entrar en una pasarela a la que asistes a ver desfilar modelos en acción, con los mismos modelos y en la misma pista.

Por tanto John Wick 3, Parabellum, cuenta con un problema: las variaciones son imposibles. Las novedades no pueden existir. Está muy agarrada a un sistema de símbolos, procedimientos y códigos que la hacen inalterable. Ver esta tercera entrega es seguir la acción de las anteriores con el menoscabo que pierde la potencia inicial. Se agradece un factura impecable de la acción, de las peleas, se ve un trabajo laborioso y serio que induce al espectador a sumergirse en el cuento, pero se ve que no puede superar a las anteriores.

Esto no significa que sea mala para quien disfrute con este pase de escenas de toma y daca, con unos efectos especiales de lo más atractivos y unos personajes totalmente metidos en la acción, por eso existe John Wick 3, por si alguien quiere seguir a Keanu Reeves de traje haciendo el hombre del saco; el hombre que te llevará. Pero nada más.