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Voto de Antonio Morales:
10
Cine negro. Intriga Un general millonario y excéntrico tiene dos hijas que están involucradas en asuntos más bien turbios. Decide entonces llamar al detective privado Philip Marlowe para que resuelva sus problemas familiares. Cuando Marlowe empieza a investigar, descubre muy pronto que las diversas ramificaciones del asunto lo convierten en una auténtica maraña. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de 66 años transcurridos desde su realización (quizá sea la quinta vez que la veo), el tiempo, no ha hecho otra cosa que acentuar las virtudes de “El sueño eterno”. Lo cierto es que volviendo a ver las grandes obras del periodo de esplendor del cine hollywoodiense, uno no tiene claro qué queremos decir cuando nos referimos a ellas como cine clásico. Si lo clásico se opone a lo moderno o a lo rupturista, calificar así a filmes como “El sueño eterno” no carecería de sentido. La modernidad de la obra se hace obvia; el que, hoy en día, ya no se narre en imágenes al modo de Howard Hawks es debido sencillamente a que nadie posee el talento de este director ni está rodeado por un equipo técnico y artístico tan impresionante.

Sólo entendiendo lo clásico como el modelo de perfección que puede alcanzar un medio de expresión artística, seremos rigurosos al colgar este epíteto a la película de Hawks. Su imaginación narrativa, la brillantez, el sarcasmo y la brutalidad de los diálogos, la irrealidad extrema y turbia de la fotografía y los escenarios, la atmósfera de sensualidad a la que también contribuyen Bogart y Bacall (extraordinarios, los dos), el desasosiego que provoca una espiral de enredos y traiciones orquestada con precisión milimétrica y el magistral sentido de la medida con que se administran, hacen de “El sueño eterno” una obra inagotable.

En la secuencia inicial en casa del general Sternwood, los personajes del detective Philip Marlowe (Bogart), del propio general y de sus dos hijas quedan retratados a través de los intensos diálogos que Marlowe sostiene por separado con cada uno de ellos. Las interrogantes se han acumulado cuando el detective sale de la mansión de Sternwood: detrás del oscuro caso de chantaje para el que el general le ha contratado, se insinúa ya la desconfianza de la hija mayor de Sternwood, Vivian (Lauren Bacall), y el carácter perturbado de Carmen, su hija menor. La investigación de Marlowe se cifrará, fundamentalmente, en desentrañar la red de mentiras y coacciones que hay detrás de la desconfianza de Vivian y en determinar los vínculos que unen a ésta con los demás personajes.

La seducción del engaño se impone como un motivo constante. La complejidad de la trama crece siempre a partir de este motivo y alcanza tales extremos que el espectador llega a perder el hilo de la historia y la contabilidad de los muertos. Las imágenes son entonces tan falsas como las intenciones de los personajes que rodean a Marlowe. La sensación que deja volver a ver “El sueño eterno” es abrumadora e incita a juicios desorbitados. Pasa por este cine clásico como con la gran novela decimonónica: su revisión alienta la sospecha de que una y otra forma artística se han terminado perdiendo porque es imposible estar a su altura; que otras maneras de escribir y filmar delatan, inevitablemente, un reconocimiento de inferioridad. Recomendable para todos los amantes del cine.
Antonio Morales
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