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Drama
Mónica es una bailarina y coreógrafa de 47 años que vive en Buenos Aires, donde desde hace dos años intenta realizar una nueva obra sin éxito. Nació en un pequeño pueblo al norte de Burgos, donde ahora ya sólo viven sus padres y seis personas más, y al que no ha vuelto desde hace veinte años. Una llamada de su hermana diciéndole que su padre está muy grave la empuja a volver. Pero cuando llega, su padre está muerto. Después del funeral, ... [+]
28 de octubre de 2018
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensible y adusta historia de una relación rota por la distancia, de dos personas que deben volver a crear un vínculo familiar se ve de modo seco y semidocumental en esta película de Meritxell Colell que pretende también devolvernos al medio rural, buscando en cada imagen la autenticidad.
Formalmente Colell se esfuerza en dotar a la película de un tono propio que aún aporte mayor verismo a lo contado, que te introduzca más en esa casa en venta fría y oscura.
Pero lo siento. No me lo creo.
Y no me lo creo porque la película transcurre a día de hoy. Es nuestra contemporánea. Y miren, yo conozco bien ese medio rural, de caserones aislados o aldeas despobladas, y no me trago que no tengan una tele. No me trago que no tengan más luz que la que va con el casquillo pelado.
Ambientada en 1980 esta película sería creíble. Mucho más en la España rural de "Furtivos", años antes.
Pero no en 2018, en el que las mujeres y hombres rurales ven cada día el telediario, se llenan de porquería los ojos gracias a Telecinco y hace años que tienen cocinas normales, equipadas con microondas y similares, nada de aquellos chamizos de la posguerra.
Esta película es una impostura. Está hecha desde el desconocimiento de la realidad del hoy, y pensando que será más dramático imponer un escenario rural como el que se muestra.
Por eso me resulta increíble, impostada, falsa.
Formalmente Colell se esfuerza en dotar a la película de un tono propio que aún aporte mayor verismo a lo contado, que te introduzca más en esa casa en venta fría y oscura.
Pero lo siento. No me lo creo.
Y no me lo creo porque la película transcurre a día de hoy. Es nuestra contemporánea. Y miren, yo conozco bien ese medio rural, de caserones aislados o aldeas despobladas, y no me trago que no tengan una tele. No me trago que no tengan más luz que la que va con el casquillo pelado.
Ambientada en 1980 esta película sería creíble. Mucho más en la España rural de "Furtivos", años antes.
Pero no en 2018, en el que las mujeres y hombres rurales ven cada día el telediario, se llenan de porquería los ojos gracias a Telecinco y hace años que tienen cocinas normales, equipadas con microondas y similares, nada de aquellos chamizos de la posguerra.
Esta película es una impostura. Está hecha desde el desconocimiento de la realidad del hoy, y pensando que será más dramático imponer un escenario rural como el que se muestra.
Por eso me resulta increíble, impostada, falsa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pasmado me quedo cuando las protagonistas acuden a una inmobiliaria para vender su ruinosa casa, situada en un páramo aislado, y el agente inmobiliario les informa que quizá 240.000 euros es un precio demasiado alto sólo porque no está reformada....
...quizá habría que recordarle a Colell que no hace mucho saltó la noticia de que un pueblo ENTERO como el que ella muestra, con cuatro casas mal puestas, se vendió por mas o menos esa cantidad. Sí, todo el pueblo. Eso es el valor que tienen esas casas en el medio rural.
Pero claro, Colell es de ciudad, y ha debido pensar que si un apartamento en el casco urbano cuesta 500.000, pues en el pueblo, la mitad. No, amiga, no.
...quizá habría que recordarle a Colell que no hace mucho saltó la noticia de que un pueblo ENTERO como el que ella muestra, con cuatro casas mal puestas, se vendió por mas o menos esa cantidad. Sí, todo el pueblo. Eso es el valor que tienen esas casas en el medio rural.
Pero claro, Colell es de ciudad, y ha debido pensar que si un apartamento en el casco urbano cuesta 500.000, pues en el pueblo, la mitad. No, amiga, no.