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Voto de Vivoleyendo:
10
Drama Ramón (Javier Bardem) lleva casi treinta años postrado en una cama al cuidado de su familia. Su única ventana al mundo es la de su habitación, que da al mar, donde sufrió el accidente que interrumpió su juventud. Desde entonces, su único deseo es morir dignamente. En su vida ejercen una gran influencia dos mujeres: Julia (Belén Rueda), una abogada que apoya su causa, y Rosa (Lola Dueñas), una vecina que intenta convencerlo de que vivir ... [+]
9 de abril de 2009
79 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que, si yo alguna vez llegara a ese momento en que uno se siente una carga para los demás (incluso aunque los demás te quieran lo suficiente y no admitan jamás que eres una carga), si yo llegara a esa situación sin salida en la que uno siente que el peso de la infelicidad y de la impotencia vital es mucho más grande que el peso de los destellos breves de felicidad... Tal vez yo también querría morir. Tal vez yo también buscara un medio para terminar... Y, quién sabe, para empezar en lo desconocido.
Yo, como Ramón, tengo ese pálpito de que no hay nada después de la muerte. De que es como antes de nacer. Pero, ¿qué sé yo? ¿Qué sabemos? En cualquier caso... Puede que llegue un momento en la vida en que uno entra en ese sendero sin retorno en el que la muerte se vislumbra como un consuelo. Como algo preferible a sentir la vida como una obligación dolorosa, y no como un derecho repleto de posibilidades.
En que la nada, o lo desconocido que haya más allá, sea una opción más seductora que la cárcel de un cuerpo truncado, y de una vida que ha perdido todo su aliciente.
Lo cierto es que no sé lo que haría. No soy quién para juzgar. A veces creo que los que defienden la conservación de la vida a ultranza tienen razón, a veces creo que quienes deciden voluntariamente y en plenitud de sus facultades privarse a sí mismos de ella son los que realmente tienen derecho a decidir.
Qué poco sé de estas cosas. Imagino que nadie aprende por cabeza ajena. Y, la mayoría de las veces, ni siquiera por la propia.
Yo no soy quién para decirle a Ramón por qué debería haber seguido viviendo. Decidiera lo que decidiera, ni él ni nadie se habría librado del sufrimiento. El de vivir, o el de morir.
Un proverbio hebreo dice que una hora de vida es vida. Es cierto. Y la calidad de esa hora quizás determine si merece la pena o no. Unos dirán que la merece, sea como sea. Otros dirán que una hora sin dignidad, sin libertad y sin motivación, no la merece. ¿Quién tiene razón?
Si me escuchas, Ramón, ya sabrás que yo también vivo junto a un mar infinito y verde que sobrevuelo en mi imaginación cada día. Como para ti, mi cuerpo a veces es insuficiente para lo que mi imaginación es capaz. En esos momentos soy como tú y vuelo contigo, en busca de algo que tal vez nunca encontraré.

"Mar adentro, mar adentro,
y en la ingravidez del fondo,
donde se cumplen los sueños,
se juntan las voluntades para cumplir un deseo.
Tu mirada y mi mirada,
como un eco repitiendo sin palabras:
"más adentro, más adentro,
hasta más allá del todo por la sangre y por los huesos."
Pero me despierto siempre,
y siempre quiero estar muerto
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos."
Vivoleyendo
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