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España España · Zaragoza
Críticas de Caligari58
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de mayo de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es, en principio, la continuación de "Dr. Mabuse, el jugador" pero la presencia del comisario Lohmann, a quien conocimos en "M, el vampiro de Düsseldorf", la relaciona también con este otro film. Y es que la trama policiaca, con las hábiles deducciones del comisario, es aquí más importante que las fechorías de los seguidores de Mabuse. Salvo al final, apenas vemos éstas en pantalla, aunque los que las cometan nos hablen detalladamente de ellas y las instrucciones del siniestro doctor nos dejen claro en qué consisten. Ahora se trata de sembrar el caos para lograr el imperio del crimen. Casi todos los esbirros de Mabuse se quejan de lo absurdo de las acciones que llevan a cabo, carentes de toda lógica y de las que no se obtiene ningún provecho, salvo provocar terror. Esto hace que la alusión a los nazis, que todo el mundo quiere ver en esta película, se diluya un poco pues, aunque su capacidad de atemorizar a la población fuera considerable, el caos por el caos no era su objetivo, al menos en 1933.

Lang filma con extraordinaria habilidad, colocando la cámara en lugares originales, muy frecuentemente en diagonal. Realiza constantemente travellings, como el que da comienzo a la película, uno de ida y vuelta de Lohmann a su ayudante , otro de Mabuse a Baum y el más sorprendente de todos, hacia atrás, cuando se encuentran Kent y el médico en la comisaría. Juega con el sonido y la imagen, como en la larga escena muda inicial o, a la inversa, con la voz desprovista de imagen en la habitación de la cortina o en el despacho del doctor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Caligari58
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8
16 de mayo de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta divertida película nos narra las desventuras de un hombre que se aburre en casa y decide conocer la bulliciosa vida nocturna del Berlín de los primeros años veinte. La proyección, en el techo de su habitación, de las sombras de un caballero (con paraguas) y una señorita a la que aborda en la calle, le llevan a mirar por la ventana y a decidirse a salir en busca de aventuras (con paraguas, por supuesto, aunque nadie más lo lleve y no caiga una sola gota de agua en toda la película). La curiosidad unida a un cierto temor del infeliz protagonista es descrita de manera brillante, especialmente cuando el rostro de una prostituta se transforma en una calavera. No tarda nuestro héroe en sucumbir a los encantos de otra joven y sus desgracias van in crescendo.

La película se recrea filmando la caótica circulación berlinesa. En una escena muy notable, la cámara se coloca a la altura de un niño rodeado de vehículos que pasan a toda velocidad. Hay elementos expresionistas, como la importancia de las sombras de los personajes, lo esquemático del decorado de la ciudad al fondo en la escena del banco o la retorcida posición de los brazos en el enfrentamiento entre el protagonista y el ciego, pero tampoco se puede considerar un film totalmente expresionista.
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Caligari58
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9
2 de abril de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que hace tan fascinante al personaje del Dr. Mabuse es que su poder se basa en su mente, en sus dotes hipnóticas y su habilidad para dominar y manipular a los que le rodean , así como en su inteligencia para planificar sus fechorías (especialmente la jugada en la Bolsa, la mejor escena de la película, con el movimiento de las chisteras de los demás y la absoluta inmovilidad del protagonista). El film pretende también ser un retrato de su época, de esos primeros años de la república de Weimar, y ahí yo creo que se queda un poco corto pues se centra en los lujosos locales nocturnos y no vemos apenas nada de la vida de las clases populares. Supongo que los empobrecidos habitantes de aquella Alemania preferían ver en la pantalla elegantes cabarets y lujosas mansiones antes que sus casas cochambrosas. De todas formas, aparecen demasiados a lo largo de la película y también hay excesivas partidas de cartas (aunque todas estén magníficamente filmadas, especialmente la que enfrenta a Mabuse con el fiscal von Wenk).
Se ha dicho que el protagonista se parece a Hitler pero muy bien podría ser al revés. El dictador alemán era un gran aficionado al cine y seguro que la mirada penetrante de Klein-Rogge le llamó la atención y pudo quizás incorporarla a su repertorio "teatral".
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Caligari58
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2
30 de junio de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las características del arte moderno es que requiere una explicación "intelectual". Vemos un cuadro que consiste en un punto negro sobre fondo blanco y alguien nos aclara que es una metáfora de la soledad humana, por ejemplo. Algo parecido sucede con esta película. Su inexpresivo protagonista se dedica a observar a todas las chicas que se sientan a su alrededor en una terraza y realiza horribles dibujos de ellas en su cuaderno. Parece estar obsesionado con una tal Sylvie a la que conoció seis años antes en el mismo café. De repente ve a una chica y cree que es ella. Comienza una larga persecución carente del menor interés y en la que lo más sorprendente es que la perseguida se comporte como si no se diera cuenta de lo que está pasando. Por cierto, aunque la acción se desarrolla en Estrasburgo, la mayoría de las calles que vemos podrían estar en cualquier otro sitio. Resulta increíble que el protagonista siga recordando a Sylvie seis años después y, al mismo tiempo, se fije en todas las chicas que le rodean.

Una historia que consiste en alguien que observa o sigue a otra persona no es, en principio, muy cinematográfiva, aunque en "Vértigo" y, en menor medida, en "Muerte en Venecia", tenemos ejemplos de que es viable. Pero para ello hay que filmar maravillosamente la ciudad en cuestión y hacernos creer que el protagonista está realmente fascinado y obsesionado por esa persona. Aquí no se consigue ni lo uno ni lo otro.

Esto es lo que da de sí esta anodina película. Otra cosa son los cuadros de Manet, la interesante banda sonora, lo que puedan significar las reapariciones del cojo, si la Laura de las pintadas es la de Petrarca...
Caligari58
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10
15 de abril de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan importante como la parte de terror de esta película (que corre a cargo del horripilante Nosferatu encarnado por Max Schreck y, en menor medida, de su acólito Knock) es el lado romántico de la misma, representado por los temores y visiones de Ellen simultáneos con los peligros reales que vive su esposo Hutter. Estas imágenes en la terraza y la escena de la playa plagada de cruces (¿por qué?) son inolvidablemente bellas.
La película opone constantemente lo idílico y lo ingenuo a lo terrorífico. Las explicaciones del doctor Bulwer (que, en principio, parecen un poco fuera de lugar) dan a entender que el vampirismo existe en la naturaleza (es decir, que la amenaza de Nosferatu podría ser más real de lo que parece).
Murnau recurre en contadas ocasiones al travelling (para sugerir parte del viaje de Hutter sin tener que mostrarlo, por ejemplo), hace un uso brillante del arco apuntado, que se adapta perfectamente a la anatomía del vampiro y que siempre indica peligro, frente al de medio punto, que sugiere armonía y tranquilidad. Extraordinarias todas las escenas de sombras, siempre de Nosferatu, que son casi más siniestras que el propio vampiro. El paisaje y los animales (sobre todo, caballos) son un contrapunto a los agobiantes interiores.
Max Schreck parece insuperable como Nosferatu. Granach está muy bien como Knock, con esa mezcla de maldad y locura. Wangenheim da muy bien la imagen del un poco tontorrón Hutter, aunque quizás sea demasiado gesticulante en algunos momentos. Schröeder está magnífica como la siempre inquieta e hipersensible Ellen, expresando el mundo interior de su personaje a la manera expresionista.
La música está basada en composiciones clásicas de corte romántico y el momento más conocido es una paráfrasis de "Un ballo in maschera" de Verdi.
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Caligari58
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