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España España · OVIEDO
Críticas de ALESNAKE
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
4
26 de noviembre de 2017
103 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Remake innecesario. Con adornos pueriles, decisiones fallidas e interpretaciones insípidas.
-No hay nada en la propuesta que invite a subirse a bordo si ya se conoce la historia.

No sé ustedes, pero un servidor echa mucho de menos al Kenneth Branagh previo a los proyectos de encargo, a aquel extraordinario adaptador de Shakespeare. En cuanto tuve noticias de su nueva propuesta, un remake de la fallida pero interesante adaptación que Sidney Lumet hizo de la novela homónima de Agatha Christie, ya dilucidé que sería otra película anodina del cineasta. Una conclusión para la que no se hacía necesario ser el mismísimo Poirot. No obstante, para calmar mi conciencia por el cinismo de mis prejuicios, he decidido viajar en el expreso de Branagh. Una excursión con guion de Michael Green (“Blade Runner 2049”) y en la que Branagh también se coloca delante de las cámaras para encarnar al propio Poirot, que gana mucho protagonismo en esta versión, abandonando el aspecto coral de la historia. El reparto lo completan -entre otros-: Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Derek Jacobi, Daisy Ridley, Josh Gad y Penélope Cruz. Ahora toca subirse de nuevo al Orient Express. Los que sean primerizos pásenlo bien, los experimentados disfruten del leve traqueteo de las vías y que les ayude a conciliar el sueño, el tren -lamentablemente- no va a descarrilar.
Todo comienza con una introducción destinada a presentarnos al detective Poirot y su necesidad de equilibrio. Branagh está extrañamente carismático en el papel, y aunque presenta algunos rasgos característicos del personaje es difícil reconocer al detective de Christie; aquí histriónico y tediosamente nostálgico. Un poco como el Branagh director, que desde un principio deja claras sus intenciones de centrarse más en el personaje y su evolución (lógico siendo la primera de una serie de películas sobre Poirot) así como el conflicto moral del desenlace, que Lumet desaprovechó. El problema principal es que a esa evolución se le ven las costuras incluso si no sabes nada de la historia. No obstante, aún queda el otro elemento de interés, el misterio. Una vez en el tren, tras la torpe presentación de los pasajeros, comienza un viaje que invita al tedio a cualquiera que sepa como se desarrollan los acontecimientos; pues Branagh desecha cualquier cambio atractivo mientras se topa con los mismos obstáculos que Lumet e incluso los acentúa. Me refiero a la falta de tensión y a las actuaciones sin carisma, problemas a los que ahora se añaden un par de escenas de acción metidas con calzador, los subrayado, la caricatura de los personajes y el contradictorio empleo del CGI para la creación de sus impresionantes paisajes exteriores, en 65mm.
Se entiende que Branagh, demasiado nostálgico para salirse del esquema marcado, prefiere que su versión destaque por sus exteriores montañosos con nubes anaranjadas, los constantes travellings y esos impecables planos cenitales. Un aburrido contraste frente a aquella encerrona de Lumet, en la que los exteriores nevados apenas se apreciaban a través de las ventanas, dejando que lo interesante ocurriera en el interior. La comparación desastrosa proviene del elenco de estrellas. En la de Lumet había falta de carisma individual (con excepciones) en pos de una excelente coralidad, aquí simplemente hay un fracaso total. Michelle Pfeifer es la única que destaca, gracias a una escena en el tercio final, mientras el resto se debate entre la caricatura (Depp), la insustancialidad (Dafoe) y el esperpento (Cruz). En la conclusión Branagh amenaza con triunfar, reduciendo el impacto del descubrimiento (que deja mucho que desear) para intensificar como le afecta a Poirot. Sin embargo donde a Lumet le faltó a Branagh le sobra, y cae en la teatralidad y el exceso donde la delicadeza, que no la escasez, hubiera ido mejor. El recorrido final de Poirot a través del Orient Express, filmado en una larga toma con steadicam (la más larga de la historia en 65mm), llega más hondo que toda la verborrea previa.
Después de 40 años desde que Lumet adaptara la magnífica novela de Christie, Branagh presenta su versión. Una película que gustará a cualquier desconocedor de las historias de Poirot, pero que no tiene nada que ofrecer a los que ya conozcan la última parada del viaje. Al cineasta le queda la ventaja de haber logrado un desenlace más acertado que el de Lumet, pero algunos seguimos esperando que Branagh lleve “Macbeth” al cine.
ALESNAKE
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2
25 de octubre de 2016
118 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Rutinaria, soporífera, torpe y muy tonta. Una película que cree jugar con el espectador cuando realmente le está aburriendo.
-Mas allá de que la intriga sea previsible, el problema es que a nadie le importa lo que ocurre. Ni siquiera el competente reparto femenino puede hacer que aparte la mirada del reloj.

Mi segunda apuesta en el primer día de la “Fiesta del cine” es un estreno, “La chica del tren”. Las películas del director Tate Taylor siempre suben de nivel gracias a sus intérpretes. “Criadas y señoras” y “I Feel Good” son ejemplos de lo que digo. Su último trabajo es un cambio de registro en toda regla. Un thriller frío basado en el best-seller de Paula Hawkins. La encargada de escribir un guión notoriamente feminista es Erin Cressida Wilson. En cuanto al reparto, lo encabeza un estupendo trío de actrices: Emily Blunt, Rebecca Ferguson y Haley Bennett. Y detrás encontramos otros nombres conocidos como: Luke Evans, Edgar Ramirez, Justin Theroux, Allison Janney y Lisa Kudrow. Ahora veamos todo lo malo que tiene que ofrecer esta propuesta.
Ya desde un primer tramo terriblemente mal enfocado y ejecutado, recibo la película con bostezos a pesar de la energía con la que entro a la sala. Me permito pensar que tras el inicio de la intriga la cosa cambiará, puesto que la presentación de unos personajes planos, grises e insípidos; no me interesa ni un poco. Da la casualidad de que me equivoco, la película no mejora cuando entra en juego la intriga, sino que se vuelve incoherente y juega con una narración incesantemente tediosa. Taylor y Wilson enredan los elementos narrativos en un intento de mantener al espectador en constante tensión, intentando unir los cabos. Pero lo único que consiguen es hacer su película confusa y enmarañada. Además el filme es reiterativo hasta la nausea, contando una y otra vez lo que ya sabemos desde el principio. Y lo que cree que no sabemos hasta que nos lo permita, también lo sabemos, pues no tarda mucho en mostrar sus cartas. Uno de los motivos es que el director maneja los elementos de su intriga sin ningún tipo de habilidad ni sentido del ritmo. A eso hay que sumarle su manifiesta y recalcitrante naturaleza de película “feminista”, que no deja duda alguna respecto a la resolución de la trama. Con ésto claro, la película se desvía hacia el culebrón, dejando el thriller casi moribundo. Lo más gracioso de todo es que los responsables en ningún momento trabajan para un espectador inteligente, y en su pretenciosa arrogancia deciden incluso utilizar trucos de baratillo que irritan más que hacer gracia. Llegados a este punto, entre un guión bastante espantoso y una dirección entre el encargo y el témpano desidioso (excepción, su decente jugueteo con el vouyerismo), el espectador intenta refugiarse en la labor de las actrices, que sin salir de la mera competencia, resulta un refugio aceptable dentro del desastre. Por desgracia, la mera competencia de Blunt, Ferguson y Bennett acaba enterrada bajo la insoportable vacuidad de sus personajes. Al final llega el poco sorprendente giro de guión y un desenlace que da bastante vergüenza ajena, y el fallo no está en que lo pudieras descubrir al principio, o a la mitad. El fallo está en que durante 90 minutos no te ha importado nada de lo que ha ocurrido, y en los últimos 20 tampoco te va a importar.
Película abúlica, lúgubre, taciturna, inane, incompetente, insoportable, insultante, espantosa de principio a fin. Una telenovela de domingo por la tarde que se pierde entre flashbacks y puntos de vista al ser incapaz de desarrollar personajes, estructurar una narración, ocultar sus costuras o contar algo que no sea irremediablemente estúpido de una forma que no sea patética. Es tan mala que casi le cojo manía a Emily Blunt, casi.
ALESNAKE
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3
25 de septiembre de 2016
81 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Cuando el western moderno en formato homenaje se junta con el cine de acción comercial y pierde la esencia en un banquete de tiros tan cansino como horriblemente planeado y grabado.
-El convincente reparto y un inicio muy sólido, me dan esperanza. Una pena que el filme sea tan plano, estúpido, trivial y se tome la violencia como un elemento estilístico y baladí.

Sturges quiso homenajear a Kurosawa con un “remake” que mudaba los elementos del cine de samuráis al western, un género que gustaba mucho al maestro. Sin ser excepcional, “Los siete magníficos” sí que contenía elementos raros en su ejecución. Y digo raros porque había detalles especiales en el ritmo y en la forma con la que Sturges retrató a sus personajes y la acción. Aunque al final, aparte de ciertas escenas y de los diálogos de McQueen; la cinta pasó a la historia por la magnífica banda sonora de Elmer Bernstein. Pero las cosas no podían quedar así, porque ahora todo tiene que tener una nueva versión. Así que el irregular Antoine Fuqua, antes de dirigir el remake de “Scarface”, se enfrenta al remake del remake de “Los siete Samuráis”. El western se encuentra hora en una forma envidiable, no hay demasiadas apuestas, pero casi todas las que se estrenan resultan excelentes, y cada vez empieza a apostarse más por el género (para alegría de muchos). Algunos no dudan en denominar el fenómeno, a pesar de su lozanía, “la nueva edad de oro”. Además frente a muchos otros géneros, actualmente este no presenta excesivos remakes. “True Grit” de los Coen y “El tren de las 3:10” de James Mangold fueron de los pocos ejemplos y además salieron muy bien. Ahora es Fuqua quien trae de vuelta el género, para ello cuenta con dos guionistas muy diferentes: Richard Wenk (“Homefront”, “The Equalizer”) y Nic Pizzolatto (“True Detective”, “The Killing”). En el reparto el liderazgo lo lleva el serio Denzel Washington en lugar del serio Yul Brynner, y le acompañan nombres de la talla de: Chris Pratt, Ethan Hawke, Vincent D'Onofrio, Byung-hun Lee, Manuel García-Rulfo, Haley Bennett y Peter Sarsgaard -entre otros-. Decidamos pues si Fuqua ha conseguido llevarnos de vuelta al salvaje oeste.
La película empieza con una escena realmente efectiva. Los aldeanos en la Iglesia debatiendo qué hacer frente al hombre que les quiere quitar sus tierras, y la presentación del interesante villano interpretado por Peter Sarsgaard. Se ha sustituido a los forajidos mexicanos por un poderoso caudillo blanco, algo que acerca más la historia al panorama actual americano. Es un principio robusto con el que la película pretende manifestarse como un western más duro que el original. Después de eso vamos a asistir a la presentación de los personajes y la formación del grupo antes de preparar el pueblo para la gran batalla; motivo por el cual existe esta cinta. Fuqua brinda una puesta en escena sólida para esa entretenida primera hora y el reparto hace el resto con simple y llana competencia. Washington y Hawke tiran de esa química que tienen desde hace años, pero en general ningún actor sale de su arquetipo cerrado. Los personajes no tienen ni el mínimo desarrollo, todos son absurdamente planos y se diferencian por su raza, su estilo de matar y algunos rasgos esperpénticos-diferenciadores. El personaje de Hawke es con el que más se puede empatizar porque es el único que tiene algo de desarrollo (no mucho), y casualmente también es el que se lleva las pocas líneas de diálogo decentes de la película.
Y es que el guión además de no tener trama, fondo y/o desarrollo de personajes; prácticamente sólo tiene diálogos de usar y tirar en forma de frases lapidarias que dan la impresión de estar viendo a “Los Mercenarios” en el oeste. Casi tan lamentable como esa espantosa trama de venganza que le meten con calzador al personaje de Washington para acabar por solucionarla con una escena irrisoria que me lleva directamente al villano de Sarsgaard. Es cierto lo que dije de que parecía interesante, el problema es que más allá de su mirada al infinito mientras suda y chupa su cigarrillo; es un villano de pacotilla. No tiene motivaciones, no tiene personalidad y ya en el nivel más superficial, ni siquiera sabe desenfundar. Pero lo peor de esta nueva versión de “Los siete magníficos” es su segunda hora. Una batalla final eterna, genocidio en masa que irrita y satura al espectador. Fuqua se confunde, cree estar dirigiendo una película de John Rambo. La acción es terrible, con escenas indescifrables e imposibles de creer en las que los mejores pistoleros del oeste son meros muñecos de trapo que corren para ser abatidos constantemente por los héroes, estos últimos a prueba de balas incluso corriendo varios kilómetros a campo abierto contra una gatling y diez villanos con fusiles. No hay lirismo ni realismo, y por si fuera poco, Fuqua trivializa esa violencia a niveles casi inquietantes.
Incluso con una puesta en escena tan precisa en su reproducción como carente de personalidad, sus héroes a caballo y el sol brillando a lo lejos; Fuqua no entiende nada de la esencia el género. Parece haberse quedado con un tipo de western donde priman únicamente los diálogos chuscos, las miradas cerradas y los tiroteos infinitos. Y aunque su primera hora puede verse con tolerante entusiasmo porque siempre es un placer ir al cine a ver un western, su segunda mitad es una matanza fea, trivial, alargada e insufrible; que no sé si pide perdón, permiso -tardío- o aplauso, cuando al final suena la legendaria melodía de Bernstein. Señor Fuqua, su película ni es magnífica ni es un western. Puede vestirse de vaquero si quiere, igual que se viste de director de cine, pero ambos sabemos que no es ninguna de las dos cosas.
ALESNAKE
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4
30 de agosto de 2016
93 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Entre Kurosawa, Miyazaki y Méliès. "Kubo" es un entretenimiento brillante y de factura extraordinaria, pero con una historia que no está a la altura. Podría haber sido una obra maestra, se queda en un esfuerzo increíble.
-Travis Knight se pasa a la dirección de lo último de Laika. La forma y el concepto se retroalimentan en cierto modo, pero su alma no me cautiva como el de trabajos anteriores. Hay curiosidad, mimo, pero no magia.

Travis Knight es un animador del estudio Laika. Ha sido parte fundamental en la creación de los mundos de "Coraline", "Norman" y "Los Boxtrolls". Ahora se ha convertido también en director, para narrar una aventura fantástica totalmente imbuida por el espíritu del Japón Feudal y con un mensaje tan influido por Miyazaki como por Kurosawa. La historia de Kubo, un joven narrador de historias que tras un giro del destino deberá enfrentarse a todo tipo de criaturas en la búsqueda de una armadura mágica con la que vencer a las fuerzas del mal. Chris Butler y Marc Haimes escriben el guión para una historia de Shannon Tindle y el propio Haimes. Por último la deliciosa música corre a cargo del compositor ganador del Oscar, Dario Marianelli ("Atonement"). Un nuevo estreno del estudio Laika, en busca constante de nuevas historias e ideas y lejos de secuelas y repeticiones, es siempre una fecha obligatoria en el calendario de un amante de la animación. Por esa razón he ido al cine con ganas de descubrir un nuevo mundo en Stop-motion y alucinar con sus maravillas visuales y emocionales. Voy a contaros que ocurrió. Si vais a pestañear, hacedlo ahora.
Me ha defraudado mucho la primera película de Travis Knight como director. Lo último de Laika es una aventura muy entretenida para niños y mayores, pero sin el calado emocional, la madurez, ni la sencilla complejidad de obras anteriores. Tiene eso sí, su imaginario infinito, su capacidad de deslumbrar con cada hoja y cada gota en movimiento y una esencia mística con algo de melancolía, que nos acompaña toda la película. Los primeros minutos son muy interesantes. El punto de partida y la extraordinaria escena en la que Kubo cuenta la historia de su padre con sus papeles y la guitarra mágica, me mantienen entusiasmado y sorprendido. Pero cuando la aventura comienza, todo se vuelve esquemático, previsible y desaprovechado. Aunque el Stop-motion funcione como un elemento narrativo y dramático ingenioso, no hay mucho más que un apartado visual deslumbrante. Y hablo de una maravillosa dirección de arte, una animación soberbia, unos diseños imaginativos, etc. Sin embargo todo resulta desaprovechado y vacío al estar al servicio de un argumento de videojuego basado en jefes finales. Y el guión nos habitúa al recurso fácil, dejando personajes que entran por los ojos pero carecen de carisma o un desarrollo a la altura, diálogos planos y poco inspirados, así como resoluciones francamente simples. Las ideas y mensajes que van surgiendo con el transcurso de los minutos lo hacen con una pasmosa sutileza y al mismo tiempo una fuerza evidente. Aquí la película demuestra ser diferente a todo lo que el género entrega, y también nos lleva a reflexiones maduras que varían según la edad y el tipo de público.
Finalmente Laika y Travis Knight entregan una aventura entretenida, con un apartado visual maravilloso y algunas reflexiones fascinantes. No obstante su trama es de lo más lineal y previsible, las partes superficiales del guión (y algunas más profundas) dejan mucho que desear y en general todo me sabe a poco. Creo que todo podría ir más allá, como ocurrió con "Coraline"; y creo que las partes estructurales de la película son endebles y no permiten que los pequeñas virtudes lleguen a cautivarnos. "Kubo" es una apuesta muy interesante de la animación, tiene mucho que ofrecer y es diferente en un género en el que prima la reiteración. Pero he salido frío de la sala.
ALESNAKE
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5
6 de enero de 2018
63 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
-El debut de Aaron Sorkin como director es...muy Sorkiniano. El ritmo lo marca la palabra.
-Jessica Chastain e Idris Elba dan mucho juego juntos.

Tan pronto como termina la película, un servidor enciende la pantalla de su ordenador y comienza a escribir estas líneas, aún empachado por la casi siempre magnífica verborrea Sorkiniana, que también es la esperada protagonista de su nuevo guion, con el que debuta tras las cámaras. Y para dar comienzo a su carrera como director, Sorkin ha escogido la historia de Molly Bloom, alias la princesa del póker; que tras ver truncada su carrera como esquiadora olímpica, se introdujo en el mundo de las timbas de póker para acabar haciéndose millonaria antes del los 21 años. Desde luego el neoyorquino no ha optado por esta historia debido a su interés por dicho juego, sino por la imperfecta heroína que habita en ella. Molly Bloom es un personaje muy interesante, pero gracias a Jessica Chastain es muchísimo más. Sorkin, consciente del talento de la actriz, le brinda un entretenidísimo vehículo de lucimiento puramente Sorkiniano; para lo bueno y para lo malo. Ella, se lo agradece con una interpretación de lo más premiable. Que comience el juego.
El prólogo es en caída libre. Sorkin se gasta una de sus mejores manos y la jugada le sale bien. Tras los primeros minutos comienzan a quedar claras varias cosas. En primer lugar que su dirección es un poco como sus guiones: dinámica y veloz. Pero también que el diálogo le va a ganar por mucho la carrera a la narración visual, infinitamente menos personal y atrevida que las líneas del guion. No es algo que vaya a tomar en cuenta el público, atrapado por un ritmo endiablado y unos diálogos que son dinamita en los labios de una sensacional Jessica Chastain, que compone otro excelente personaje femenino. Los secundarios complementan muy bien, y destaca Idris Elba, el perfecto “partenaire”. La riqueza del guion es directamente proporcional a su efectividad. Sorkin nos brinda un trabajo de notoria densidad, excesiva autoconsciencia y problemática irregularidad. La tercera característica viene muy marcada por una narración de carácter voluble, que acaba siendo traicionada por una ambición que acerca el metraje a las dos horas y media. Además, el último tramo pierde toda la fuerza del relato al convertirse en algo fácil y caer en sobreexplicaciones que se acercan a reventar todo el pastel. Sabemos que el póker no es su juego señor Sorkin, pero no era el momento de enseñar sus cartas.
“Molly's Game” es un debut sólido y muy entretenido de un gran guionista que aún no ha demostrado nada como director. La película cuenta con un ritmo vibrante que depende demasiado de sus diálogos, algo que no estaría mal si detrás de la cámara estuviera un narrador visual como Fincher o Boyle, que les pudiera seguir el ritmo a la pluma de Sorkin y al talento de Chastain. Sin alguien así el filme se manifiesta como un emocionante juguete con el que Sorkin prueba suerte en una zona de confort, para quizás en otra ocasión atreverse a ir más allá. En el camino nos brinda un gran personaje femenino, un par de escenas fabulosas y un exuberante guion. Nada mal para empezar.
ALESNAKE
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