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Críticas de GUSTAVO
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Críticas 122
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de marzo de 2009
43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda película de la directora Claudia Llosa tiene un esquema narrativo tripartito. Uno que se sitúa en el mundo andino cuyos representantes viven en Lima por obligación; otro mundo, también andino, que se ha adecuado a la ciudad y ha mezclado voluntariamente las costumbres andinas y costeñas. Y el tercero que representa a la herencia española y colonial que mira a los dos primeros abriendo simplemente sus puertas o portones y ventanas.
La historia central, que envuelve la película, tiene que ver con el primero de los nombrados cuya protagonista es Fausta (Magali Solier).Al respecto, Claudia Llosa, que también hace de guionista, al contrario de lo expuesto en “Madeinusa”, su primer film, mitifica el mundo andino puro por la necesidad del argumento exaltando los diálogos y canciones en quechua, que son mucho más inteligentes y profundos que los ridículos y risibles en el español de los integrados, siendo sus exponentes máximos Fausta y el jardinero filósofo.
La directora misma, por otro lado, ha dicho que la película tiene la intención de crear conciencia en la conservación de la memoria histórica por las víctimas del terrorismo guerrillero y de las fuerzas del orden de los años 80 y 90 en el Perú donde se cometieron asesinatos, matanzas, desapariciones y violaciones de derechos humanos. Algo que constatamos en la trama principal que sirve de alegoría al respecto.
La segunda trama es una parodia del mundo andino afincado en Lima que entra en permanente contradicción con sus orígenes y con algunas costumbres de la Sierra. El resultado se plasma en escenas y diálogos muy chirriantes, cargados de humor negro y frivolidad sobre la vida cotidiana, como por ejemplo, los preparativos y los desarrollos de dos bodas.
En cambio, el mundo de la herencia hispana se muestra en forma seria. Tradicional hasta en los muebles de la casa, hipócritamente racista, explotador y aprovechador de su posición dominante.
La mezcla de los tres, da un resultado solo parcial de lo complicada que es la sociedad peruana y limeña.
Por otra parte, creo que tiene sus ventajas y desventajas usar permanentemente las escenas simbólicas y demasiado explicativas. La ventaja tiene que ver con el poder de la película de generar debate y polémica, no pasando desapercibida. Pero también le quita dinamismo por la reiteración de los conceptos.
La actuación de Magali Solier es la de un personaje lleno de temores y triste hasta la hipocondría sin expresar casi ningún matiz en el rostro. Quizás en eso la directora ha debido trabajar más.
Sin embargo, en su conjunto, me parece que la puesta en escena trasluce un trabajo muy delicado y coordinado de dirección y producción, utilizando actores amateurs, casi en su totalidad, con resultados satisfactorios. Se trata, en suma, de una película notable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GUSTAVO
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7
16 de agosto de 2009
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película pequeña pero correcta. Pequeña por la modestia de sus recursos, sin grandes ni originales logros técnicos y correcta por la forma como el guión, basado en un cuento del escritor Juan Carlos Onetti, es llevado a escena.
Es un relato atmosférico y atemporal que, sin embargo, tiene cosas de los años 50 del siglo pasado y de la actualidad; ambientado en el mismo lugar de ficción que el escritor uruguayo usaba como locación para sus relatos, Santa María. Vemos un pueblo chico con paisaje modesto, edificios viejos, gente mal vestida y muy triste donde la mayor distracción es la “semana de la pesca”. El único periódico del lugar parece ser el dueño del lugar y de las vidas de los habitantes; destacándose nítidamente el problema del centralismo uruguayo.
En medio de este contexto llegan los dos foráneos que cargan una vida llena de fracasos e intentan estafar a un pueblo cuyos habitantes, al igual que ellos, sufren de la misma condición.
La propuesta no se queda ahí pues hay una variada temática psicológica, social y política que se toca utilizando un relato que nos atrapa de principio a fin con un final inesperado; rescatando bien el sentido que el famoso escritor le dio a sus cuentos.
GUSTAVO
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6
30 de septiembre de 2010
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película continúa la saga de Wall Street, dirigida también por Oliver Stone, pero cuyos personajes principales no se repiten, salvo Gordon Gekko interpretado nuevamente, como no podía ser de otra manera, por Michael Douglas. Hay una aparición de Bud Fox (Charlie Sheen) el yuppie de la primera parte pero solo en forma anecdótica, referencial y laudatoria de la misma y de algunos personajes menores, entre ellos, el del mismo director que nuevamente aparece delante de la cámara tomándole el pulso al mercado de valores.
Gekko ha salido de la cárcel donde estuvo ocho años pero a estas alturas ya no tiene amigos ni familia. Su hija Winnie (Carey Mulligan) lo odia porque lo responsabiliza de la muerte de su hermano drogadicto. La pareja de Winnie, Jake (Shia Labeouf) es como una versión blanca y ambientalista de Bud Fox y trabaja como analista de créditos en un Banco de Inversión que se cruzará con Gekko en la presentación de su libro.
La estética del filme, la escenografía y su fotografía son los componentes que más llaman la atención en el filme. Ya no se ven los tonos fuertemente dorados y naranjas que envolvían Nueva York en la primera película; ahora son plateados metálicos. Este cambio es parte de un lenguaje visual que le preocupa mucho al director. En este caso el espectador capta que el escenario ya no es el de la clásica bonanza americana, donde un emprendedor codicioso y bien orientado podía ir en busca de ella respetando las reglas del mercado; sino uno más artificial donde el mundo globalizado está envuelto en una burbuja, la vida es pura puja y transacción, la especulación ha sido elevada a rango de ley y los delitos financieros son parte del quehacer diario.
Y vemos personajes como Bretton James que seguramente debe su nombre a la reunión de Bretton Woods donde se cambió, a fines de la segunda Guerra Mundial, el patrón oro en el comercio internacional por el patrón dólar cuando los Estados Unidos impusieron su dominio mundial frente a una destrozada Europa. Este personaje es el nuevo villano de la historia y es presentado como el modelo de delincuente que ha surgido de la Banca de Inversión sin ninguna regulación, que tiene influencias en el Departamento del Tesoro Federal, organiza millonarios rescates financieros y se aprovecha de la caída de competidores para imponerles condiciones.
La puesta en escena acude muchos a los simbolismos plasmados en pinturas, decorados, intensidad de la luz y el paisaje urbanístico, además de dividir en varias escenas la pantalla para dar la sensación de dinamismo y caos.
(continúa en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GUSTAVO
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6
31 de agosto de 2013
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Wakolda” se inserta dentro de los intereses de la directora Lucía Puenzo para llevar a la pantalla los temas con los que se ha hecho ya un espacio: la sugerente exposición de la virginidad y fragilidad de los cuerpos, el precoz despertar de la inocencia, el retrato de las minorías sexuales, el dramático devenir de las diferencias frente a los estereotipados esquemas mentales aceptados por la sociedad. Todas estas cuestiones se ven planteadas de forma progresivamente natural y directa en XXY, su lograda ópera prima, y en nuestro caso aparecen cuando son incentivadas por un elemento catalizador que viene a ser la presencia del nazi Josef Mengele y sus correrías en la Sudamérica de los años 60 que incluye el encuentro con una familia argentina en la Patagonia.
Más allá de la anécdota, la historia enriquece notablemente el universo de Puenzo porque un personaje como Mengele ofrece tantos dobleces en su personalidad que desborda su temática de los cuales la cinta solo aborda algunos aunque de forma correcta y con buena actuación del actor que lo interpreta. Al respecto cabe resaltar esa permeabilidad entre el bien y el mal que lo presenta como un criminal no arrepentido de pasado siniestro, fugitivo permanente y protegido por los nazis en su huida, que trama nuevos experimentos, utilizando personas que considera de raza inferior o de condición física disminuida ( la analogía de la niña de baja estatura con su muñeca dañada y su producción en serie encaja perfectamente) al margen del rigor y los métodos éticamente científicos pero que podrían aportar en la creación del utópico “súper hombre” como un objetivo supremo de concepción racista para supuesto beneficio de la humanidad.
Otro aspecto que viene agregado al personaje del alemán, es la recreación de una época en Argentina marcadamente europeizada donde existían escuelas de enseñanza que parecían más enclaves territoriales y que genera personajes ambiguos como el de Natalia Oreiro que estudió en unos de esos centros en la época nazi.
En el engarce del estilo de la directora con la historia, la puesta en escena se conecta con el gran público, dicho esto sin ánimo peyorativo, y nos entrega una cinta más panorámica que intimista, de fácil seguimiento y premunida de un diseño de producción con pretensiones academicistas aunque el guion rehúye tomar el camino, muy improbable en el caso de Puenzo, de un thriller persecutorio y policíaco tipo “Los niños del Brasil”, con Gregory Peck y Lawrence Olivier.
Sin embargo, se advierte también cierta arbitrariedad e indefinición ante el hecho de intercalar la mirada infantil, expresada en la narración de la niña protagonista con su voz en off, con las imágenes en pantalla. Esta idea, ya aplicada antes de forma sobresaliente en “Kamchatka” de Marcelo Piñeyro, pone su gran parte de necesaria sutileza a la acción pero le quita amplitud, más no profundidad, al personaje de Mengele que, como ya anotamos, posee múltiples posibilidades.
Por lo demás, se nota un generoso uso de los recursos cinematográficos en la fotografía, en la utilización de las locaciones y en la dirección artística por lo que no sería de extrañar que la película sea considerada en Argentina para postular a las nominaciones de la próxima entrega del Oscar.
GUSTAVO
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9
24 de noviembre de 2012
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas no voy a descubrir el cine de Angelopoulos cuyas características en mayor o menor medida se patentan en esta película: los planos secuencia donde los actores entran y salen de un encuadre sin que la cámara se mueva, los travelling circulares de cámara, los escenarios donde es posible bifurcar la acción e incluso terciarla, el ritmo pausado al extremo, la fotografía difusa y casi monocromática y los diálogos y monólogos llenos de lirismo que en “Paisaje en la niebla” recaen, principalmente, en los mismos niños viajeros a través de sus voces en “off”.
Sí quiero apuntar que esta aventura dramática por excelencia, iniciáticamente cruda, de puro aprendizaje tiene, además de los componentes de las “road movie”, ribetes quijotescos que emulan, incluso, a los encuentros con monstruos imaginarios cuando vemos a los niños frente a inmensas grúas, tractores y maquinarias pesadas. Pero ese recorrido tiene también, indudablemente, su lado onírico que hace que se convierta en un virtual camino de los sueños lleno de pesadillas con un desenlace de ensueño poéticamente esperanzador.
Al respecto, tengo la impresión que esta cinta, dentro de la filmografía del director, tiene función de bisagra en el sentido de mirar el pasado, interpretar el presente y hacer prospección al futuro. Ahí está como prueba el encuentro con los comediantes de su película de hacía 13 años quienes siguen declamando la historia política de su país en el siglo XX vagando, al mismo tiempo, en busca de una sala para representar su anodina obra de teatro. Pero más interesante y sutil está el lado coyuntural y profético del filme: la caída de los grandes monumentos que representan al socialismo real en los últimos años de su vigencia en el este de Europa incluyendo países circundantes como Albania, Yugoslavia y Bulgaria y una vocación integradora, como varias otras cintas de Angelopoulos antes y después, sobre la base de un panhelenismo en la ruta de Alejandro el Magno que hace que el viaje termine en Alemania que, como sabemos, no tiene límites con Grecia. En esta búsqueda de un padre hipotético, los niños parecen encaminados a buscar amparo en donde la crisis material y moral termina de tal manera que hace parecer innecesaria la última trilogía del director sobre la crisis económica actual cuya conclusión fue frustrada por su muerte accidental.
Theo Angelopoulos murió buscando el escenario adecuado para una escena pero, parafraseando una de sus películas más aclamadas, ya había tenido mucho tiempo para reflexionar sobre su país y sobre la humanidad antes de entrar a la eternidad siendo “Paisaje en la niebla” su mejor testamento.
GUSTAVO
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