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España España · Barcelona
Críticas de Joaxbol
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de noviembre de 2013
36 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta crítica contiene spoilers conocidos y desmenuzados por todos a lo largo de estos treinta últimos años.

Cinco adolescentes van a pasar un fin de semana en una cabaña que posee el primo de uno de ellos. La rubia, el deportista, el tonto, el empollón y la virgen. ¿Original, verdad? Para colmo la cabaña está en un bosque, lejos de toda comunicación con el exterior. Además hay un sótano con un motón de cosas que parecen muy macabras pero que por la curiosidad acaban tocando... entre ellas escogen un libro que habla sobre una tortura que hubo allí -no faltan hogueras e hijos discapacitados-. Unas palabras en latín deberán pronunciarse en voz alta para liberar 'algo'. Es hora de que la virgen comience el ritual.

La casa tiene cámaras escondidas y echa un gas que atonta a los personajes (¿No entendéis ahora la trama disfuncional de "Sé lo que hicisteis el último verano"? Si es que con drogas...). Un ascensor conduce a una construcción subterránea en la que cientos de empleados están controlando lo que ocurre. Ya tenemos el giro. Encargados de liberar lo que los protagonistas -inocentes en el juego- escogen en el sótano: podían haber elegido cualquier otro objeto. Si fuera una caja de música a lo mejor habrían tenido que lidiar con la muñeca diabólica de "Expediente Warren" (y sus 1001 precuelas). De haber escogido una cinta transgresora podrían haber invocado a la niña de "The Ring", una pelota... ¿al payaso de "It"? una caja de música al hombre de cuchillas, a los tritones, a la anaconda, al monstruo del saco o al del Lago Ness. A cualquiera. Eligieron el libro y con ello su correspondiente historia de zombies lacerantes. He aquí un ritual de seguimiento que todos conocemos: antes de pasar al festín vienen los entremeses. La rubia y el deportista se encargan de crear ese entorno morboso que el público desea (tetitas blancas en plena luz de luna) para acto seguido (o interrumpido) ver sus cabezas en una motosierra.

Las cintas de terror actual suelen estar tremendamente desgastadas: grupos que se separan, que se meten a sótanos ajenos o que escuchan voces y sólo creen que han oído 'algo'. Todas estas cosas aparecen aquí de forma... ¿paródica? No. No estamos ante otra "Scream" con autoconciencia carca. Hay una moraleja inteligente por parte de este slasher con declaración de intenciones: los empleados/directores/productores manejan a su antojo la cabaña/película-condenada. Las víctimas sirven de sacrificio para unos dioses sedientos de sangre (literal y metafóricamente). ¿Y quiénes son esos dioses a los que se debe satisfacer? Nosotros. Hartos del mismo guión. Condenados y adormilados a la rutina de siempre: podrá ser un fantasma, un carnicero o una niña con ojos del demonio pero los entresijos, trucos y giros de tuerca nos los sabemos de memoria. Así que es tiempo de una revolución. De dejar de ser meros espectadores para convertirnos en los que realmente (de)mandan. Dignificando un género perdido y arrastrado por la reiteración (cada vez más absurda y aburrida). ¿Y cómo? Reinvirtiendo la fórmula. Es hora de un apocalipsis para un póstumo renacer. Todos esos monstruos enjaulados bajo tierra deberán salir: lloverá sangre culpable, aquellos que jugaban a ser Dios serán engullidos por sus propias creaciones y marionetas, embrutecidos por el tono ácido a lo H.P. Lovecraft...

No os confundáis y os vayáis con la idea de que esto un cruce entre "Scream" y el remake sanguináreo de "Posesión infernal". "Scream" iba más enfocada a la parodia en sí... "La cabaña en el bosque" da las riendas a la reinvención (y revolución del espectador) llevada al máximo exponente sin desmitifcar tropecientas referencias del género y sirviendo "Posesión infernal" (Sam Raimi) como base y modelo bucólico a seguir.

Dolor supervivo caro. Dolor sublimus caro. Dolor ignio animus.
Joaxbol
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5
8 de octubre de 2012
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este año hemos tenido empacho de una de las más populares princesas Disney, cada una con su estilo y reivindicación. La visión de Tarsem Singh iba enfocada como homenaje a la comedia spoof y al cine bollywoodiense. Por otro lado, Kristen Stewart era una princesa guerrera en un espacio ilimitado de fantasías, recordando ese blanco corcel que aparecía inverosimilmente en una costa desolada hasta un todopoderoso unicornio que Dios sabe por qué, reclamaba a Stewart como "La elegida".

Pablo Berger lleva una idea que tenía planteada ocho años atrás y que casualmente en estas fechas ha dado a luz. Cuenta con la España más patriota y tradicional de los años 20 narrando la hitoria de Carmencita: risueña, inocente y con sangre española, hija de un exprestigioso torero y de una difunta bailarina andaluza. Frente a ella está su madrastra, una mujer avariciosa, fría y ensimismada en su belleza. A partir de aquí, todos conocemos el cuento clásico. La madrastra mandaba asesinar a Blancanieves y ésta conseguía huir y formar una familia con siete enanitos. El fin de la madrastra era acabar con ella por la amenaza que le suponía su belleza. En la cinta de Berger, los bienes económicos reemplazan la belleza."Te llamaremos Blancanieves, como la del cuento", dijo uno de los enanitos y se recurre al realismo manipulado, la realidad transformada en cuento como fruto de la casualidad. Aún con los inverosímiles asesinatos sin consecuencias penales que logra la madrastra o la herencia que tan fácilmente consigue, todo sucede con realismo hasta llegar al tramo final, en donde la fantasía cobra existencia, con sentido o sin él ya es otro cantar y de objeto algo hueco a analizar.

Se ha reivindicado que la producción técnica es espléndida, posiblemente una de las más cuidadas que han habido en el cine español; el expresionismo simbolizado en el buen contraste del negro y el blanco así como en las exageradas miradas de cada actor. Planos bien encuadrados y una banda sonora efusiva en los momentos más declive. Sin embargo, 'Blancanieves' sólo contiene referencias patriotas conservadoras y por eso, la única manera de entender su tonalidad gótica es por exclusiva estética formal. No hay razón por la cual la historia no pudiera contarse con formato a color, más allá de revivir una época dorada. Comentar además que los títulos intermediarios se sitúan en escenas en donde las palabras son innecesarias, bastaba con las expresiones.

Hay escenas forzadas que resultan sensibleras y se confunden con el concepto de 'expresionismo'. La cinta termina por resultar vacía en contenido que logre ser sugerente, sin haber valores, ideas o conceptos más allá de lo que implica el orgullo de ser español: Una oda a la religión católica, a los bailes andaluces y al supuesto arte que conlleva torear. La moraleja sobre la inocencia frente a la vanidad ya fue retratada con mejor claridad metafórica en el clásico de Disney, aquí veo renovación, no reinvención. Y mucho menos me parece que esté a la altura de 'The Artist', la exaltación nacionalista prima y ciega demasiado, que queréis que os diga.

Casualmente la peor valorada de las tres Blancanieves es la más inteligente, cómica e innovadora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Joaxbol
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6
26 de julio de 2013
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es porque Sylvester Stallone estuviera detrás del guión. Tampoco por arrebatarle el Gran Premio a la que hoy en día es una de las más grandes obras cinematográficas consideradas de todos los tiempos (“Taxi Driver”). Ni mucho menos por sus consiguientes secuelas para exprimir la gallina dorada y convertirse posteriormente en una saga con fines meramente recaudatorios. “Rocky” puede considerarse una cinta inferior por repetir una fórmula tan desgastada como el peso de los personajes de la misma. Su etiqueta de película-para-óscar se puede ver en la precisión de su técnica, con travellings superpuestos y un clímax final por todo lo alto con su público efervescente. Todo muy sensacionalista, diréis. Sin embargo, la moralina made in Hollywood no hace eco de visibilidad, y precisamente por esa vuelta de tuerca, “Rocky” puede alardear de ser uno de los mayores golpes en pleno ring que consigue meterle al “país de las oportunidades”.

En un mundo de don nadies, un pueblo descuidado en donde la influencia social prima por sobre todo, Rocky es un luchador. Y los luchadores, como dice Rocky, sólo quieren serlo porque son tontos. Un hombre que toda su vida ha querido triunfar pero por más ayuda que pedía, esta nunca llegó, hasta el punto de resignarse a ser ese don nadie rodeado de más don nadies. Fracasados, jóvenes influenciados o borrachos que no se pueden proteger del frío por sí mismos. Un círculoso vicioso condenado a repetirse una y otra vez, de generación a generación (como podemos ver en el entrenador de Rocky y la escena con este en la que no se discute cara a cara).

Tras esta introducción, tenemos una segunda vía. Nuestro protagonista conoce a Adrian, una mujer tímida y reprimida a causa de los fracasos de su propio hermano que desata en ella la ira de esos conflictos. Pero Rocky actuará como el punto de inflexión en Adrian, saliendo de su profundo agujero negro a partir del contacto físico. Él no lo sabe del todo aún, pero a partir de ahí ya había logrado su verdadero triunfo. Ella exterioriza sus emociones y el contacto carnal por su parte es constante. En él las tortugas son reemplazadas por un perro más imponente y alegre: una personificación de su evolución a mejor afianzando la seguridad y confianza en sí mismo y sus logros. Rocky ya no es ni será más un chiste sin gracia.

Puestas las primeras cartas proseguimos al asalto final a golpe frío de la película hacia su propia nación con la presentación de Apolo. El boxeador por excelencia. Sus ideales quedan claros, "no hagas del boxeo una profesión". El resto son tonterías salidas de su boca para tener buena imagen. Con la bandera norteamericana como símbolo de su representación, será el objeto, deseo y concentración personal de Rocky: representativo del no privilegiado que con mucho sudor se esfuerza día a día para conseguir "ser alguien" en esa tierra de oportunidades. Tener éxito. Todo queda definido y más que instituido: Apolo es la Norteamérica que todos admiran mientras que el pueblo marginal, representado por Rocky, es el trabajador que se aferra a Apolo. Se les promete éxito pero en el fondo se burlan de sus capacidades mucho antes de conocerlas previamente: no importan esas cualidades porque al final es y siempre será para ellos un mero saco para ser golpeado y beneficiarse a su costa. Rocky sólo tuvo la suerte de luchar con Apolo porque el resto de su "clase privilegiada' se negó a luchar con él. Es consciente de ello y el contraste de sus golpes a cerdos ensangretados con Apolo no es mera coincidencia...

El final en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Joaxbol
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6
19 de septiembre de 2012
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Castaway On The Moon es posiblemente todo lo que la cinta polaca, Suicide Room, quiso ser y no pudo. La diferencia está en que la última plantea un problema y se autocomplace en él con un resultado amargo a la vez que pretencioso y sin ser sugerente. Castaway On The Moon va un poco más allá y critica el mundo capitalista como represor de las personas.

El protagonista es una víctima del Estado que lo impulsa al suicidio, pero todo cambia cuando no lo consigue. Se le ocurre la loca idea de adaptar su vida a él, contrario a lo establecido. A partir de ahí, el hombre es libre, ausente de todo aquello que lo ahogaba; desde las preocupaciones materialistas hasta sus conflictos internos con personas allegadas, pero no en cuanto a soledad se refiere, y la locura acaba por invadirlo (apreciándose la idea del hombre como ser sociable por naturaleza). En cuanto a la protagonista, una hikikimori de aguda inseguridad, ve el mundo como algo externo y desconocido, demasiado lleno de ruido. Tienen en común su inadaptación y soledad, más nunca se profundiza en las razones que la llevaron a ella a ser de tal manera, posiblemente por violencia doméstica si nos fijamos en su herida facial y las horas en las que se levanta para no coincidir con su padre.

El problema principal que veo en la cinta es que te deja un sabor a ya visto. Dos inadaptados, especiales e incomprendidos por el resto que se bastan de ellos mismos para ser supuestamente felices. Hay varias escenas que resultan pretenciosas por lo edulcoradas que están, muy usual en el cine asiático: imágenes a cámara lenta para sensibilizar al espectador y aparentemente mostrar simbolismos para reflexionar cuando no hay más que una bella estética exclusivamente pseudoconceptual. También denota influencias de películas "made-to-win-Oscar" con ese forzado final que no viene tanto al caso con lo que se suponía, era la esencia de la película: El fin no es que los protagonistas se conozcan sino que se liberen y es aquí donde podemos captar su tono agridulce, entre el pesimismo y la esperanza.

Mismamente reconozco sus méritos. Apenas muestra diálogos y las expresiones están bien caracterizadas con actores destacables. La banda sonora parece el Vol. II sin orquesta y riqueza instrumental del Yann Tiersen de Amélie, pero es más sencilla y se ha adaptado bien conforme a determinadas escenas. La fotografía es cálida y transmite un aire optimista a una historia muchas veces narrada, que aún con esto, puede presumir de no ser autodepresiva en cuanto a lo que critica.

Tenemos como conclusión la idea de tener que adaptarnos para sobrevivir. El capitalismo como poder inabarcable, si bien nos queda la compañía de alguien que nos comprende y nos valora. La esperanza se despoja ahí (junto a la sumisión), aunque otros se sustenten en el socialismo, las religiones o en el mismo Gobierno. Aceptable, pero podría haber potenciado su profundidad en valores si se hubiera centrado más en el que y no tanto en el como.
Joaxbol
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8
11 de abril de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una bandera norteamericana se iza conforme vemos entrar alumnos a su instituto. Bienvenidos a la sociedad juvenil de los años 50.

En un planetario, un pobre chico parece prevenir su futuro cuando su profesor está dando una lección: “La inmensidad del universo. Durante mucho tiempo, antes del fin de nuestra tierra, la gente mirará al cielo y verá una estrella cada vez más brillante. A medida que esa estrella se nos vaya acercando, el clima cambiará… Desapareceremos en el espacio destruidos tal y como empezamos, con un estallido de gases y fuego. En la inmensidad del universo, nuestro mundo no será echado de menos. Los problemas de la humanidad son cosas triviales e ingenuas y el hombre a solas consigo mismo, es un minúsculo episodio que carece de importancia”.

En una carrera de coches, junto a un acantilado, dos chicos enfrentados dialogan. Uno de ellos desea su salvación personal y abstraerse de peligros que lo martiricen más. El otro hace lo que hace porque… “algo tenemos que hacer”. Al borde del acantilado, uno deberá saber cuándo parar o la caída será irremediable aunque no lo deseara.

Tres jóvenes juegan al hogar en una mansión abandonada: un papá fuerte, una mamá querida y un niño ¿protegido? La piscina será la habitación de los futuros hijos que tengan: son juguetones y molestos, ¿hablarles… para qué? En su habitación sumergida no los verán (ni escucharán) crecer con sus mayores conflictos; tragándoselos para no ahogarse, de ellos vivirán. Dentro de 10 años se reirán, no eran los únicos así que no son especiales.

Una pareja choca con la luz etérea en su cueva. Ella le hace ver que no es ni será la gallina que su padre es porque sólo aquellos que se limitan a crecer con sus conflictos lo son, y tarde o temprano acaban en un precipicio. Decir y enfrentarse a la verdad en un mundo cimentado en mentiras, hipocresía y represiones es la máxima expresión del honor y la dignidad. Ella se compenetra: Toda la vida ha estado esperando a que una persona la quisiera y ahora es ella quien quiere.

Un chico con vaqueros azules, camiseta blanca y chaqueta roja nos precede nuevamente la bandera norteamericana. Su hijo, de nombre Platón, se ha perdido en el mismo planetario que prevenía su silencio, pero él lo encontrará para decirle que no lo ha abandonado mientras le quita el arma que tomó como único portador de seguridad. El frío vuelve a uno loco así que su padre figurativo le ofrecerá su chaqueta color sangre para quedársela… definitivamente.

El fin de Nicholas Ray era concienciar, de aquella manera, a la sociedad colectiva de su nación en los años 50. La película tiene muchos descuidos superficiales que la afectan pero no la condenan -ni mucho menos- como algunos detractores mencionaron. El sentido de temporalidad, sucediendo todo en tan sólo un día, no hace más que reforzar la tragedia fatal de una generación desesperada por abstraerse de su soledad.

¿Somos rebeldes sin causa? ¿Es cuestionable afirmar hoy en día, 60 años más tarde, que seguimos viviendo con esta doble moral? ¿Es acaso un conflicto generacional en el que nuestros padres tienen parte de la responsabilidad y por ende, los padres de nuestros padres y sus antecesores? ¿Cuál es la respuesta a estos conflictos individuales que a priori, sólo son un minúsculo episodio en el universo pero un constante capítulo en nuestro mundo?
Joaxbol
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