De verdad. No miento si digo que pocas series me han entretenido tanto como la protagonizada por Lelouch, Suzaku y CC. Primero que nada nos situamos en una ucronía, en la que los britanos (habitantes de las islas británicas) huyen en busca de una nueva tierra tras ser conquistados por Julio César. Al final acaban en América, se asientan, y dan como nombre al nuevo continente Britannia (realmente no se lo dan ellos, sino el exterior y finalmente lo acaban adoptando; recordemos que Britannia es latín).
La trama es magnífica, los giros constantes, la banda sonora espectacular, el dibujo inmejorable (gracias, CLAMP), las voces buenas, los diálogos sublimes y los frames curiosos (¿sabéis que patinan?). Es una serie que cada capítulo te pone los pelos de punta, porque vas descubriendo más sobre cada personaje y comprendido que el bueno quizá nos sea tan bueno, el malo no tan mal, que los que son normalitos esconden algo y varios de los conflictos más importantes de la humanidad se han dado por equivocaciones absurdas. Desde luego, no dejará a nadie indiferente. Un japonés que lucha contra los nacionalistas japoneses, y un príncipe britannian que quiere destruir su país y a sus hermanos bajo la máscara de un terrorista justiciero. ¿Ganará el Caballero Blanco o el Rey Negro?

Tanto la primera como la segunda parte son incomparables. Primero que nada, a todos esos que la tachan de no ser tan buena como las tres primeras de Quentin, hay que decirles que no lo pretende. Las otras tres se firmaron con un presupuesto de peli de serie Z en donde lo más importante eran el guión y los diálogos principalmente. Esta película (o estas dos), Kill Bill, son los episodios de una historia de venganza más, que rinde un pequeño tributo a las películas asiáticas del mismo género y a la cultura asiática en general: Gogo, O-Ren, las katanas, Hattori y su taberna... (también podría ser lo mucho que sobre actúan los actores). Ejem, aquí Tarantino, que parece que nos plantee una metáfora de la sociedad japonesa actual, se centra en lo plástico: las luces, los carteles, los coches... se deja de lado lo "inteligente" por decirlo así, para ofrecernos algo mucho más asequible y digerible, algo mucho más masticado que no nos deje donde pensar. Algo que salgamos del cine y digamos "Hostia, buena peli." no "¿Por qué 'X' hizo esto si 'Y' iba a resolver 'Z' cosa de 'M'?"
Tarantino quiere entretenernos y divertirnos, no hacernos pensar. Esto no es Pulp Fiction ni Reservoir Dogs, y nunca pretendió serlo. Es, simplemente, un Conde de Montecristo moderno a la nipona.

Seamos francos: todos hemos visto cientos de películas o series, o leído cientos de libros en los que un personaje enigmático, oscuro y "cool" se alía con un indefenso que por "X" razón es muy importante para "X" organización. Lo que pasa es que esta película está muy bien dibujada, y eso es lo único que la salva a mi parecer (amén de Tobimaru, el perro).
El final es predecible (no me refiero a la razón por la que acaba así, sino cómo acaba) hasta hartarse. Yo me la vi una tarde de sábado mientras llovía porque, sinceramente, no tenía nada mejor que hacer. Me dejó con buen sabor de boca porque es entretenida y tal, pero vamos, no tengo planeado volver a verla. Las escenas de acción son buenas, los personajes pasables, el guión muy masticado, y el perro Dios.