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España España · Córdoba
Críticas de El Libanés
Críticas 1.442
Críticas ordenadas por utilidad
8
3 de junio de 2018
85 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Igual que le ocurrió a don Quijote ante el mozo de mulas, la versión cervantina de Terry Gilliam ha sido un saco de golpes para crítica y pública. Tal vez haya sido por las expectativas creadas alrededor de un rodaje que ha durado tres décadas, lo cual se dice pronto. O, probablemente, que el ADN Monty Python ha llevado a un sector de la audiencia a pensar que se iban a encontrar ante una comedia de ocurrentes y continuados gags.

Nada de eso. "El hombre que mató a don Quijote" es una tragicomedia que tiene más de lo primero que de lo segundo. Estamos ante un viaje metaficcional que no quiere ponerlo de todo fácil. Vamos a tener que refrescar nuestra lectura para disfrutar del viaje. En serio, no es tan complejo seguir su ritmo de flashback y realidad-ficción si tenemos en la memoria los juegos del manco de Lepanto.

Adam Driver y Jonathan Pryce resultan deliciosos en sus modernas versiones de los dos mitos. Igual que ocurría en la novela, Quijote y Sancho se contagian, a la par que Cervantes termina viendo, como creador, que sus criaturas cogen vida propia, incontrolables. ¿Que termina por resultar no siendo redonda? Más que probablemente. Pero es que el mismísimo Orson Welles intentó rodar en España su ingenioso hidalgo y terminó dando el brazo a torcer.

Lo que no puede negarse es que nos hallamos ante una cinta con alma. Que Gilliam conoce la obra y hace algo más que un homenaje a John Hurt. Que Olga Kurylenko es bastante más que un rostro bonito como veníamos sospechando desde que la vimos en "La muerte de Stalin". Porque Dulcinea tuvo muchos rostros y secretos. Estamos ante un juego del gato y el ratón donde podemos disfrutar mucho si aceptamos las reglas.

Un viaje de iniciación donde podemos disfrutar de un reparto de secundarios españoles brillante (Óscar Jaenada, Jordi Mollà, Rossy de Palma, etc.). Una adaptación donde los moriscos se convierten en inmigrantes marroquíes, donde los reos a galeras van en un coche de la Guardia Civil...

Es densa y poco complaciente. Pero está bastante más cerca del verdadero Quijote que otras adaptaciones menos arriesgadas que se complacieron en una sana prudencia. Como el enloquecido por las novelas de caballerías, Gilliam sale con el más noble de los ideales dispuesto a que le partan la cara.

Y eso merece un respeto.
El Libanés
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8
15 de abril de 2018
47 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La muerte de Stalin" es uno de los mejores cómics europeos que se han realizado en los últimos años. Al aceptar hacer esta versión cinematográfica, Armando Iannucci ha mostrado ser un gran director y un agudo lector. Ha comprendido la esencia de la obra maestra original, sabiendo adaptar los elementos para conseguir un film aparte, un hijo afortunado que toma a su manera el brillante legado del progenitor.

A diferencia de las viñetas, aquí la historia es mucho más coral, amparado en un casting portentoso y donde Simon Russell Beale y Steve Buscemi nos dejan un duelo para el recuerdo como Beria y Kruscher. Por mucho que les asombren algunas de las anécdotas aquí mostradas, buceen en los libros de Historia. El miedo provoca esta clase de situaciones y aquel día en la remota década de los 50 del pasado siglo se sucedieron las hipérboles.

El argumento está muy trabajado, recordando por momentos al mejor Berlanga, además de dar a toda esta irreverencia que tanto ha molestado a Putin un sabor a lo Monty Python. Cierta obra de Billy Wilder centrada en Berlín también está omnipresente a la hora de jugar con las piezas aquí mostradas. Michael Palin y Jeffrey Tambor ayudan mucho a eso.

Nunca perdemos la sonrisa, aunque "La muerte de Stalin" no es vacua. Esconde metáforas poderosas y tiene unas interpretaciones brillantes, en perfecta armonía. Además hay mucha generosidad, estrellas como Olga Kurylenko o Jason Isaacs aceptan roles secundarios con modestia y garra, dando a cada una de sus secuencias una fuerza muy especial.

Termina dejándonos entre deleitados y horrorizados. Así es el poder, desde Washington a Moscú, pasando por el antiguo Bizancio. Nos movemos por miedo y bajos instintos, siendo deleznables como sociedad y dignos de compasión en el análisis individual. No me extraña que a destacados políticos no les haga ninguna gracia. Iannucci se ha convertido en un bufón medieval capaz de decirle a los reyes sus pecados ante la risa de todos.
El Libanés
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8
17 de diciembre de 2011
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que exageren en lo más mínimo las críticas previas que colocan esta adaptación española de la gran pieza clásica de Reginald Rose a la altura de su estupenda versión norteamericana, con Henry Fonda a la cabeza de un magnífico reparto. Creo que, más allá de nostalgias y la identificación con actores nacionales, hay argumentos artísticos para justificar dicho posicionamiento.

La cinta norteamericana es excelente, pero comete un pequeño error para algunas críticas, entra las que me incluyo. Vemos al sospechoso acusado antes de arrancar las deliberaciones, apenas es un segundo, pero estamos condicionados, cada uno nos hemos montado su historia y tenemos nuestros prejuicios. Con muy buen criterio, Gustavo Pérez Puig nos pone en las manos de doce personalidades fortísimas que hablan de un joven marginal al que no hemos visto en nuestra vida, ni siquiera como espectadores.

Otro punto a favor es la valentía. Esto no es un demérito de la norteamericana, pero si una desventaja que el Estudio 1 tenía y supo sortear con gracia y elegancia, esas pullitas dichas con sobriedad por unos actores en estado de gracia permanente, sobre países, libertades, inmigración... Pongamos el contexto histórico, sorprende.

Del resto, poco más que coincidir, José María Rodero está muy bien en su rol protagonista, Ismael Merlo se inventa que su personaje está refriado para justificar su tos, Antonio Casal, Rafael Alonso... Magníficos todos, y, en un equipo de campeones, la matrícula para un José Bódalo inconmensurable, con un personaje que nunca ha tenido tanta fuerza como cuando él lo ha cogido, un monstruo de la actuación.

Una joya televisiva hecha con mucho talento y cariño por la profesión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Libanés
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8
27 de noviembre de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un impulso muy lógico al ver por primera vez esta serie es alarmarse por el hecho de estar ante el "plagio del plagio", como en ocasiones la han acusado maliciosamente sus detractores. En primer lugar, afirmar que las semejanzas con Family Guy son evidentes, imposible negarlas, especialmente por el estilo de dibujo (lógico por otra parte) y la presencia de dos animales parlanchines, en este caso, Klaus (antaño espía de la Alemania Oriental).

Cualquier otra semejanza con Family Guy es mero accidente. Seth MacFarlane, el peculiar pero brillante creador de Peter y cía, se encuentra aquí como co-creador; los otros guionistas le controlan el veneno. Hay barbaridades, pero la mayoría de los puntos fuertes de la serie están basados en lo político, religioso y cultural. Family Guy es una sucesión de gags, en ocasiones extraordinarios, en otras malencarados, donde los personajes están al servicio del chiste. En American Dad es al revés. Su deuda con Los Simpson es también innegable.

Inspiración o plagio al margen, es fresca y divertida. Habrá que ver cómo evoluciona

Stan no es ni mucho menos un nuevo Homer, Peter cualquiera de esos adorables padres irresponsables. En este caso, el talón de Aquiles del paterfamilias es todo lo contrario, fruto de años en la CIA, es un perfeccionista compulsivo, un tipo inteligente y hábil que sin embargo se ha quedado moralmente anclado en la era Reagan. Su sexy esposa Francine es un caso peculiar, inclasificable.

Más que probablemente, el personaje favorito del linaje para los guionistas sea Roger, el extraterrestre más borracho e incompetente que nunca existió, que dejaría al mítico Alf a la altura del perfecto compañero de piso. Protegido (a regañadientes) por Stan del gobierno, su caprichosa e infantil acttitud es una de las grandes bazas de la serie. Mencionar asimismo a Steve (el chico aplicado pero socialmente desastroso, que a medida que pasan las temporadas se va visceralizando) y Hayley (la progre hija de Stan, casi una Lisa Simpson, pero su estilo en ocasiones callejero y liberalidad en su vida íntima la alejan bastante de la platónica alumna de matrícula).

El elenco de secundarios es variado y rico. Jeff Fischer (doblado precisamente por un amigo de los creadores llamado así y de asombroso parecido con el dibujo) es el bohemio novio de Hayley aunque rompan en repetidas ocasiones, Bullock es el "bushiano" jefe del Servicio Secreto de Stan, Terry y su pareja de hecho son los vecinos homosexuales de Stan (lo cual da mucho juego, siendo éste un republicano irredento)... Definitivamente, hay que darle el beneplácito de la duda a esta serie. Les sorprenderá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Libanés
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8
21 de noviembre de 2010
32 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Italia ha realizado una apuesta con esta serie difícil de criticar, valentía, osadía y estilo. Al igual que en previas reseñas se ha comentado, el vestuario, temas musicales y contexto político rayan a gran altura. La banda de El Libanés aspira a convertirse en una referencia obligada, cuando se hable de Los Soprano, The Wire y la ilustre compañía, este producto romano será otro de los mencionados en la lista.

Tras un par de primeros capítulos introductorios, donde quizás hay un exceso en reiterar las virtudes y defectos de cada miembro de la banda (Patrizia y el Dandi repiten mucho el arco en los primeros episodios), el producto alcanza un ritmo brutal donde no se mira atrás. Desde la visita a la cárcel (no habíamos disfrutado tanto desde que en Watchmen se puso entre rejas a Rorschach y Malamadre conoció a Calzones) de Frío, Dandi, Libanés y compañía, nos metemos en una montaña rusa increíble. A destacar que los finales de cada episodio son redondos, dejando una sensación increíble de final del trazo del círculo.

Desafortunadamente basada en hechos reales (estos personajes son muy divertidos en la ficción, no si te tocan en tu barrio), es una serie que confirma la última tendencia que muestra como uno de los mejores cines se está realizando en televisión. Asimismo, la figura del comisario Scialoja nos permite un breve descanso de tanta criminalidad, convirtiéndose en una especie de Jim Gordon de la urbe.

Una auténtica declaración de intenciones. No solamente en USA se puede hacer el género negro, las raíces han vuelto a La Bota y amenaza con quedarse.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El Libanés
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