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Críticas de FERNANDO BERMEJO
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Críticas 437
Críticas ordenadas por utilidad
8
11 de octubre de 2008
201 de 221 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el visionado de Synecdoche, New York, la primera sensación que servidor tuvo fue de grata familiaridad, de que lo que estaba presenciado reedita con esmero y soltura aspectos estéticos, temáticos y tonales ya vistos en películas tan brillantes como Olvídate de mí!, Cómo ser John Malkovich y Adaptation. Una sensación que va más allá de la mera obviedad (Charlie Kaufman, director de Synecdoche, New York, fue también guionista de esos tres filmes), y que reabre el debate acerca de la verdadera autoría de una Película, ya que ratifica de tal manera la impronta de los guiones de Kaufman en las obras de Gondry y Jonze, que sitúa a ambos realizadores en una posición, cuando menos, incómoda.

Finalizada la proyección, la segunda impresión que se me generó es la de haber asistido a algo monumental, inabarcable, rayano a la genialidad y huidizo a los límites de mi comprensión inmediata. Kaufman, en su ópera prima, lleva los ítems de sus anteriores guiones a la pirueta más mortal de todas las que se han visto: la de hablar de la vida y el tiempo amasándolos cual Marcel Proust metido a cineasta o Tarkovsky posmoderno. Ese tiempo, esa vida, son los de Caden Cotard, un particular director teatral cuya existencia queda en “stand by” tras el abandono de su mujer y su hija. Después del trauma emocional, los acontecimientos se sucederán sin demasiado énfasis alrededor del pasivo y melancólico señor Cotard, a quien sólo motiva el estreno de su nueva obra, un montaje mastodóntico con el que pretende reproducir su propia existencia y con ello el fluir vital de la ciudad de Nueva York.

Synecdoche, New York es deliberadamente irregular, buscadamente autoparódica y obligadamente autoreflexiva. Y es que allí donde cualquier artesano del Cine se contentaría con la noble labor de entretener sostenidamente, Kaufman se empeña en ir más allá, en provocar a lo largo del metraje infinidad de reacciones, algunas de ellas totalmente opuestas a una valoración positiva del film: curiosidad inicial; tedio casi constante, causado por el inquebrantable abatimiento de su protagonista; sorpresa, por lo jeroglífico del argumento; admiración, fruto de la belleza y originalidad de las imágenes; absurdo, siempre de la mano del onirismo bien plasmado; empatía y complicidad, ante lo vívido del drama del protagonista; y, finalmente, estupor y sometimiento generados por la grandeza y complejidad del entramado metavital que se muestra.

En definitiva, nunca fue tan apropiado admitir que un nuevo visionado siempre es conveniente para comprender mejor un film, y tampoco es excesivamente osado vaticinar que Synecdoche, New York será un estrepitoso fracaso comercial. Que se convertirá en una nueva película de culto sí que es una convicción personal algo más ciega y arriesgada que el tiempo ratificará o desechará en un futuro no muy lejano.
FERNANDO BERMEJO
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7
17 de febrero de 2010
253 de 363 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la función, negar la maestría de Martin Scorsese es una absoluta ridiculez. Sin embargo, lo que sí que es innegable es el hecho de que, de un tiempo a esta parte, su obra ha perdido personalidad con respecto a títulos emblemáticos como Taxi Driver, Toro Salvaje o Uno de los nuestros (concretamente, y siempre bajo mi punto de vista, su atonía empezó justo después de Casino), una modulación complaciente en pos de un ansiado Oscar que por fin se consiguió con Infiltrados en 2006.

Obtenido el preciado galardón, yo albergaba la leve esperanza de que Scorsese regresara por sus fueros temáticos (redención cristiana, mafia, degradación moral…) de la forma más auténtica posible, pero parece ser que el director de Malas calles está ya demasiado integrado en el mainstream hollywoodiense como para volver a sus orígenes, y Shutter Island es la confirmación de ello. Y es que, aunque considero que la cuarta película que L. DiCaprio rueda con Scorsese es la mejor de su unión, no deja de ser un film de vocación comercial, ceñido a los patrones del género (en este caso el cine de intriga policial más clásico) y de desarrollo previsible desde los primeros minutos, algo a lo que sin duda contribuye el previo visionado del trailer y la lectura de la sinopsis (Indiscutiblemente, las posibilidades de disfrutar aumentan exponencialmente si no se sabe nada, absolutamente nada del film) .

Asumido todo esto, hemos de apuntar que, como intriga clásica, la película aguanta muy bien, generando un interés sostenido en el espectador y guiándolo de forma seductora a través de la trama; y que, tanto en la recreación noir como en los episodios pesadillescos (casi lynchianos), Scorsese está acertadísimo, salvando incluso un desarrollo totalmente tramposo gracias a un twist final inesperado.

Basada en una novela del escritor de Mistic River y Adiós, pequeña, adiós (ambos libros adaptados también con éxito a la gran pantalla, pero de tono más realista), Shutter Island es en definitiva una película que entretiene pero no sorprende, que reconforta pero no estimula, una producción notable desde los parámetros comerciales pero que aleja a su director, quizá ya de manera definitiva, de cualquier postulado autoral.
FERNANDO BERMEJO
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7
12 de diciembre de 2007
209 de 283 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera hora de Soy leyenda, en la que se describen adecuadamente la rutina diaria y el sentimiento de soledad que acompañan al personaje interpretado por Will Smith en un desolado Nueva York, tiene la virtud de generar en el espectador una curiosidad sostenida. La cosa empieza a aflojar cuando los efectos digitales toman las riendas de la narración y la conducen hacia una convencional historia de acción postapocalíptica. Con todo, este segundo segmento aguanta el tipo gracias a la buena resolución y el alto voltaje de sus escenas más adrenalíniticas. Lo verdaderamente irrescatable del filme es el peligroso mensaje final que desprende la historia: cuando la ciencia falla, siempre nos queda la Fe. Resbaladizo eslogan en una sociedad -los actuales EEUU- en la que el puritanismo creacionista está en alza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
FERNANDO BERMEJO
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7
14 de agosto de 2009
157 de 190 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como casi todas sus obras precedentes, Anticristo, la nueva propuesta de Lars Von Trier, ha generado entre crítica y público tanto valoraciones favorables como de repulsa enérgica. Posiciones abiertamente enfrentadas que encuentran su explicación en el afán del director danés por la provocación, y que quizá no lo serían tanto si la aproximación a sus películas tratara de ser más equidistante y moderada.

Para empezar, hemos de decir que nos hallamos ante un ejercicio de género (Anticristo se circunscribe dentro del terror y del suspense psicológico) que el director ejecuta con absoluta libertad, recurriendo a la convenciones genéricas cuando le interesa (oscuridad, sangre, ambientación sonora y escénica desasosegante) sin dejar de dar rienda suelta a sus obsesiones personales. Y he aquí, en sus obsesiones íntimas, donde encontramos una peculiaridad que nos permite explicar Anticristo: Lars Von Trier realizó la película a modo de reto terapéutico después de superar una profunda depresión 2 años atrás, por lo que ésta tiene mucho de paranoico exorcismo de sus demonios interiores.

Al margen de su poderosa imaginería visual -basada en los oscuros parajes boscosos de Westfalia (Alemania), la iconografía cristiana y en un simbolismo básico pero efectivo-, Anticristo se construye de manera muy sencilla, pues sólo dos intérpretes, Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg, aparecen en escena. La traumática pérdida de un hijo es el punto de partida de una historia capitulada en 6 episodios (4 capítulos más un prólogo y un epílogo) en la que un matrimonio deberá superar la pena que le embarga. Él, psicólogo de profesión, tratará de ayudar a su mujer proponiéndole una terapia de choque: llevarla a una cabaña de campo, bautizada con el explícito nombre de Edén y aislada totalmente de la civilización, donde se enfrente a sus miedos más profundos.

Durante buena parte del metraje, y como si de una película de Bergman se tratara (Von Trier menciona abiertamente Secretos de un matrimonio como fuente de inspiración), los diálogos lentos, freudianos y cargados de llantos inundarán la pantalla. Pero mientras esto sucede, una atmósfera enrarecida y malsana irá in crescendo a la par que se desentraña la intriga.

A medio camino entre la Kathy Bates de Misery y la Isabelle Huppert de La pianista, Charlotte Gainsbourg se convertirá en la artífice de un clímax más previsible de lo esperado y con una carga misógina que, tal y como ha admitido el director, tiene más de provocación que de convicción.

Desactivada la polémica, Anticristo es un film de una tensión final notable, pero con un discurso menos profundo de lo pretendido. Y es que si Von Trier hubiera moderado su afán autoral, ahorrándose sus disertaciones sobre brujería y psicoanálisis y ciñéndose al terror al uso, seguramente la historia hubiera resultado más ambigua y sugerente.
FERNANDO BERMEJO
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6
16 de septiembre de 2011
124 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la notable Satanás, el desasosegante e impactante retrato de un resentido psicópata en las calles de Bogotá, el colombiano Andy Baiz regresa a la gran pantalla con un film ligeramente inferior en lo que a cualidades cinematográficas se refiere, pero mucho más exportable por sus evidentes características genéricas.

Y es que a buen seguro, este thriller psicológico, teñido de falsas gotas paranormales, agradará a un perfil de público mucho más amplio que la ópera prima de su director, por causas puramente argumentales y de reparto (Quim Gutiérrez sigue creciendo con presencias continuadas y reseñables, pese a que su trabajo interpretativo siempre me ha parecido algo fingido).

Asumidos los códigos de las intrigas de vocación comercial, La cara oculta es un film que sabe captar la atención desde un primer momento con una historia policial tópica pero cercana, mantener el suspense de manera sostenida, y apuntalarlo sólidamente en base a cuatro giros de guión impactantes, bien situados y bastante creíbles pese a lo rocambolesco e improbable de la trama.

También es conveniente puntualizar que la eficacia narrativa a la que me refiero es únicamente efectiva en una circunstancia concreta: acudir “virgen” a la sala, pues tanto el cartel de la película como su trailer revelan información que inhabilita el factor sorpresa de buena parte de la película, anticipando varios de los giros a los anteriormente mencionados.
FERNANDO BERMEJO
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