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El cielo y el infierno

Cine negro. Thriller. Intriga. Drama En un momento crucial de su vida financiera, Gondo (Toshirô Mifune), un directivo de una importante empresa de zapatos, recibe la noticia de que su hijo ha sido secuestrado. El rescate exigido es una gran cantidad de dinero, pero Gondo la necesita para cerrar una negociación que le dará el control de la empresa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
7 de mayo de 2007
142 de 155 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kurosawa filmó quizás, una de las mejores tramas en la historia del cine. No es habitual, en el cine oriental de entonces, el ritmo que Kurosawa imprime a la primera parte de la historia. Esto, junto que un nudo argumentativo que exprime al máximo las emociones del espectador, hace de la primera hora y pico, uno de los mayores espectáculos audiovisuales de la historia. Toshiro Mifune interpreta aquí su mejor papel. Y es algo muy complicado de decir de un hombre que ha interpretado con maestría al mejor mercenario de la historia en “Yojimbo” (1961) o en “Sanjuro” (1962), ambas de Akira Kurosawa. Pero el chofer no llega a ser convincente y sus lamentos llegarán a producir antipatía.
Gran fotografía de uno de los directores que mejor supo trabajar el blanco y negro, y que en esta cinta, penúltima en blanco y negro de Kurosawa, coquetea con un humo rosa preludio del color que llegaba.
Es una pena que Kurosawa no pudiera mantener el ritmo en toda la cinta. La búsqueda criminal no llega a la altura emocional del principio y la tensión baja. De todas formas, incluso en esta parte, Kurosawa sabe sacarse de la manga, alguna escena que te clavan en pantalla (como en la que el chofer acompaña a su hijo en el coche mientras intenta recordar) ayudado por unos efectos sonoros que Hitchcock patento para la historia del celuloide.
Akira Kurosawa no sólo filmó la historia de un secuestro. Filmó un cambio histórico que Japón estaba experimentando cuando fueron recuperándose de la guerra. Kurosawa observó como iban acercándose los males de una sociedad de consumo y supo plasmarlos en esta cinta de una forma magistral. “Esa casa nos mira” y su poder, crea un infierno de odio y envidia que nos envuelve hasta inundarnos en la desesperación.
Chagolate con churros
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20 de diciembre de 2006
141 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto con "Sed de Mal" de Orson Welles, "El infierno del odio" es la mejor película de género policíaco que se haya filmado jamás. Se podría decir que la película tiene dos partes diferenciadas.

La primera es algo más que excelente. Es pura desesperación, la ruina o el hijo del chófer secuestrado. Hay que elegir, y no es fácil. La segunda se centra en la investigación. Hay que encontrar al secuestrador y tiene que pagar por ello. Lo mejor de esta parte es que te lo muestran todo, paso a paso, y no se dejan nada al azar. Todas las pistas que van obteniendo todos los policías son mostradas ante el público, y eso provoca una implicación absoluta del espectador.

Magníficamente realizado. Hay que quitarse el sombrero ante el gran Kurosawa. Para mí, junto con "Trono de Sangre", este es su film más destacado. Sus dos horas y veinte minutos merecen la pena, son para disfrutarlas.
Sersolo
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17 de noviembre de 2007
88 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo este filme es un ejemplo, es por como expone paso a paso los hechos de un delito y como la policía lo aborda con suma eficacia tejiendo un plan metodológico de investigación que supongo será modelo a mostrar en los Departamentos de Policía Científica del mundo entero.

O sea, EL SEGUIMIENTO POLICIAL y su INVESTIGACIÓN, es de una lucidez sobrecogedora, de altura, eficaz, impresionante; todo un proceso subdividido a partir del comisario investigador en jefe, con cantidad de células policiacas, cada una compuesta por uno o dos miembros de la policía encargados de un detalle en relación con el delito, el cual siguen, analizan en todas sus posibilidades y cuyos resultados exponen luego todos en común hilando la madeja y atando los cabos sueltos.

La originalidad de Akira Kurosawa una vez más nos maravilla con esta filmación donde cada toma de la misma está impregnada de contundencia, realismo y cuidado convincente para que se traduzca en una muestra exacta de la vida social en que nos desenvolvemos en nuestras ciudades. Además es de elogiar que Kurosawa no se ande con falsos buenismos ni blanduras hipócritas: su narración fílmica es cruda y dura, no rebaja la idiosincrasia de unos o de otros, ni la del antisocial ni la de los policías (quienes se empeñan con ahínco en que al delincuente demoníaco su delito le salga a pagar lo más caro posible); todo contado de una manera impactante que se eleva a su máxima potencia sobre el mismísimo final.

Y ¿qué decir del humo rosa? En una película de blanco y negro, de repente hay una escena donde una chimenea deja salir hacia el cielo un humo rosa, que además se ve rosa en contraste con el resto de la fotografía que sigue siendo blanco y negro. O sea el mismo recurso técnico usado como una llamada de atención al espectador, que años más tarde copiará Steven Spielberg en su obra maestra "La lista de Schindler" (USA 1993), donde nos muestra a una pequeña niña judía vestida de rojo sobre el resto de la filmación en blanco y negro, una niña que anda sola, inocentemente y sin ser percibida entre el militarismo y la deshumanización nazi en una calle de Varsovia.

Así pues, importante película de Akira Kurosawa, que en esta ocasión se olvida de sus historias tradicionales del Japón de siglos pasados, y se centra en su nacion contemporánea del siglo XX, en la sociedad japonesa de empresarios dinámicos o emprendedores que exitosamente sorprenden al mundo, pero donde a la vez hay una población sombría por abajo; todo ello situado unos lustros despúes de finalizada y perdida la II Guerra Mundial, cuando emergían unos nuevos ricos y también unos nuevos delincuentes.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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25 de diciembre de 2008
65 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
El maestro Kurosawa, camaleónico cineasta, probó diversos registros en sus muchas películas. Nos hizo viajar por épocas remotas y por un siglo veinte sacudido por la devastación y la recuperación. Nos enseñó su Japón privado, el Japón de guerreros samuráis, de gentes rurales, de señores y humildes, de grandes historias de honor y venganza. Y también el Japón actual, el que iba subiéndose al carro del progreso y de la tecnología mientras se arrastraba hacia la guerra más funesta de su historia y resurgía por encima de los lamentos de la hecatombe, caminando hacia la modernización entre tradiciones milenarias, hundiéndose en las lacras y en las virtudes de la civilización occidental sin abandonar del todo sus costumbres ancestrales.
Analista y crítico consumado, Kurosawa era creador de cuentos con sabor tradicional y actual al mismo tiempo, siempre vigente. Cuentos que no tratan sobre príncipes azules, ni sobre princesas encerradas en castillos, ni sobre reinos hechizados… Sino sobre los grandes dilemas, los grandes errores, las más problemáticas encrucijadas en las que los seres humanos puedan hallarse. Cuentos con enseñanzas duras y certeras que dejan al descubierto el más descarnado interior humano.
En “El infierno del odio”, Kurosawa desarrolla unas apoteósicas artes para el cine negro, el género policíaco y el thriller, colocando a un fabricante de zapatos, accionista de una importante empresa, en un terrible atolladero que puede dar al traste con todo lo que ha conseguido con tanto esfuerzo, y que le coloca entre la espada y la pared, entre su conciencia y sus aspiraciones.
Con un ritmo, una fotografía y un estilo dignos del mejor film noir con la profundidad del maestro nipón, este drama arranca cargado de una tensión punzante y continúa por los vericuetos de un drama moral y policíaco que regala más de dos horas de sufrimiento, intriga, suspense, una exhaustiva investigación y pistas que van conduciendo hacia el crudo desenlace. Y, mientras tanto, toda una disección de esos sentimientos más ruines que suelen embargarnos, como la envidia, la ambición, la codicia, el egoísmo, la obsesión por lo que no tenemos, el pasar por encima de otros para conseguir los fines personales… Enfrentados también a sentimientos más nobles como la compasión y la integridad.
Intrigas de poder, rencores, un estudio sobre la caída de los poderosos, la indefensión ante el odio ajeno, las presiones que nos colocan ante las decisiones más difíciles, la influencia de la opinión pública, las abismales diferencias entre los distintos estratos sociales y la cerrazón entre clases, el derrumbamiento de lo que se ha construido, la amargura que fermenta y que deriva en ponzoña… Un tapiz muy completo que sitúa a un hombre en una situación crítica, y que arroja un análisis candente y apasionante sobre las grandes flaquezas, las vilezas, la desesperación y las dudas que pueden gestarse en cualquiera de nosotros si nos vemos en circunstancias similares.
Vivoleyendo
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22 de junio de 2005
62 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera mitad de la película (hasta el intercambio del tren) es magistral, uno de los mejores comienzos de la historia del cine. Muestra la situación de forma que ni tú mismo sabrías qué hacer: ¿pagarías el rescate por el hijo de tu chófer o emplearías el dinero en lo que tenías pensado? A priori todos, salvo enfermos y egoístas, pagaríamos el rescate, pero verás que incluso tú puedes llegar a dudar.

El resto es muy entretenido. Si toda ella fuera tan buena como la primera mitad, estaríamos hablando de una de las mejores películas de la historia (o de la mejor).
jastarloa
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