Luxo Jr. (C)

Dos años después de su primer trabajo profesional (Las aventuras de André y Wally B.), ya lejos de LucasArts, John Lasseter se daba a conocer al mundo con "Luxo Jr.", el primer cortometraje acreditado a Pixar Animation Studios, una compañía independiente que nacía con la intención de juguetear con la animación digital e intentar abrir nuevas puertas dentro del género. Lasseter y Bill Reeves produjeron el corto de su bolsillo, una obra de apenas dos minutos -algo más contando los créditos- en la que se asentaron las bases de la compañía o, al menos, una de ellas: la capacidad de dar vida a objetos inanimados, de dotarles de personalidad a través de principios tan básicos como zooms o movimientos determinados. Técnicamente brillante, muchísimo mejor que el film realizado dos años antes, fue el primer trabajo tridimensional en utilizar mapas de sombras para simular efectos de luz, lo cual dicho así suena a chino, pero como todo en este mundo, cada pequeño avance es importante hasta llegar al film que lo aprovecha todo. Éste no fue otro que Toy Story, en 1995, primer largometraje de la compañía también dirigido por Lasseter.

Más allá de sus logros técnicos, "Luxo Jr." también contaba una historia. "Las aventuras de André y Wally B." era un cortometraje gráfico, cómico, que no buscaba narrar nada, sólo formular un gag. Podía funcionar, o no. Era ése su único propósito. Aquí ya se va más allá, se da un paso y se muestra cómo un flexo se dedica a jugar con una pelota que continuamente vuelve hacia él, hasta que aparece en pantalla un flexo más pequeño -el que da nombre al título- y se dan un par de situaciones extra. Simple, simplisimo, "Luxo Jr." (al igual que el siguiente corto del estudio) debe mucho al cortometraje "El globo rojo" de Lamorisse. Cualquiera que haya visto un film de Pixar sabe además que este pequeño flexo se convirtió en la mascota de la compañía, apareciendo en el mismo logo de la misma y habiendo hecho cameos en varias películas, al igual que la pelota con la estrella.

"Luxo Jr." es simple y llanamente una de las cumbles de la animación: no se excede en tiempo, va directa al grano y técnicamente, considerando su año de realización, es perfecta. Podrá discutirse que sea mejor, o peor, pero no su valor histórico y lo que supuso para la compañía: resumiendo, el que se asentase en la industria, algo a lo que ayudó una -merecida- nominación al Oscar al Mejor cortometraje. A partir de aquí, todo fue historia.

La verdad que después de leer la crítica de Caith Sith poco he de añadir al valor histórico de este corto a la historia del cine de animación y a la creación de Pixar estudios, unos estudios de animación que tanto han aportado a la animación y a la manera tan especial de dotar de vida a seres inanimados como coches, juguetes u otros objetos.
La verdad que poco he de añadir a la anterior crítica, así que me limitaré simplemente a dar mi humilde opinión sobre este corto.
Un corto que resulta más interesante por su aportación histórica que por la historia pues no llega ni a los dos minutos de animación pero detrás de esos dos minutos se encierra una enorme labor, es por esa razón por la que ha de ser tan aplaudido tal trabajo.
La historia sencilla y humilde pero profunda y tierna pues muchas veces encontraremos la grandeza de las cosas en la más sencillas y aquí vemos como un flexo juega con su hijo a la pelota, nada de trascendencia pero los pequeños detalles son los que hacen de esta pequeña historia algo grande.
Los pequeños gestos o movimientos del flexo grande dan ese toque humano al personaje resultando tierno y cariñoso, aquí tenemos el gran logro...la humanización de objetos resultando tener grandes sentimientos y emociones y llegando a entrar en contacto con el espectador, es el comienzo de un nuevo tipo de animación.
Una historia sencilla pero gran logro en la historia del cine suponiendo, como todo comienzo, un gran riesgo pero está claro que el que no arriesga no gana, así fue Pixar y llegó a realizar más tarde largometrajes tan inolvidables como Toy Story o Cars entre otros.

Luxo Jr. tiene ahora mucho más valor que cuando apareció por primera vez. Pocos podrían imaginar que a día de hoy, la compañía responsable de aquel simpático corto se convertiría en la auténtica salvadora de la animación de hoy en día, sembrando un antes y un después como nunca se había visto.

Porque Pixar no se está limitando a ofrecer unas películas para niños de una calidad sublime, lo que está consiguiendo va mucho más allá, con películas que tocan la fibra sensible de los más ancianos si es necesario y dando un verdadero sentido a eso de "cine para toda la familia". Hoy en día, por mucho que nos cueste verlo, las películas de Pixar están más llenas que la mayoría de películas que se nos ofrecen en las grandes pantallas. Pixar está consiguiendo que una animación consiga transmitir mucho más que un actor de carne y hueso, y sobre todo, Pixar está consiguiendo que, aunque a veces veamos películas que superficialmente no aporten nada nuevo, estas contenga una magia por dentro similar a la que se siente cuando se es un niño.

Poco hay que decir sobre Luxo Jr. realmente, un corto más simbólico que otra cosa y que si la cosa no se tuerce será proyectado en cines y filmotecas que homenajean a la que parece será la compañía que revolucionó toda una industria.

Aquel simpático flexito juguetón y lleno de personalidad supuso una revolución en la animación. Los dibujos a mano daban paso a una técnica novedosa: el ordenador.
Pixar lleva logrando desde hace un cuarto de siglo que objetos como Luxo, que han cobrado vida gracias al trabajo de excelentes profesionales, se hayan ganado el aplauso y el corazón de los espectadores.
Espero que ese pequeño saltarín continúe alumbrando un logotipo que es símbolo de calidad y magia.

Después del fiasco de su anterior corto, Pixar por fin mostró de lo que iba a ser capaz a través de una divertida y entrañable historia de duración similar. Y no sólo eso, sino que su protagonista ya forma parte inseparable de cada nueva producción de esta revolucionaria empresa de animación. Atención a los gestos humanizados de las lámparas. Simplemente geniales.