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El pez gordo (1992)

El pez gordo
123 min.
7,0
6.886
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Griffin Mill (Tim Robbins), un productor de Hollywood, recibe cartas amenazadoras que le envía un guionista, cuyo proyecto rechazó. Intentan llegar a un acuerdo, pero tras una terrible discusión, Griffin lo mata. La crisis económica de los estudios es tal que se hará todo lo posible para que el productor eluda su responsabilidad. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Intriga Drama Cine dentro del cine Sátira Comedia negra
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Player
Duración
123 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1992: Oscar: 3 nominaciones a Mejor director, montaje, guión adaptado
1992: Globos de Oro: Mejor película Comedia-Mus., Actor comedia (Tim Robbins)
1992: Premios BAFTA: Mejor director y guión adaptado. 5 nominaciones
1992: Festival de Cannes: Mejor director, Mejor actor. 3 nominaciones
1992: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera
El genial Robert Altman estampa un bofetón al cine de Hollywood y, paradójicamente, recibe como premio una fulminante "resurrección" (llevaba muchos años sin un éxito) para colocarse de nuevo en primera línea del cine americano. Cinismo a rabiar y una intriga excelentemente dosificada (entre apariciones de lo más granado de las estrellas de la época) hacen de este filme una delicia de ver y seguir. En el camino nos enseña las interioridades del mundo del cine en su estado más mercantil y despiadado, y Tim Robbins ofrece todo un caústico recital de sarcasmo y paranoia. Una de las mejores comedias -negra, eso sí- de los noventa.
[FilmAffinity]
9
9
Positiva
0
Neutra
0
Negativa
8
Jugando sucio, jugando en Hollywood
Altman saca a relucir toda su mala baba y cinismo en esta estupenda comedia satírica rebosante de humor negro sobre los tejemanejes de los más altos directivos de Hollywood, esos que cortan el bacalao y mueven millones a su antojo.

Uno de ellos es el encarnado por Tim Robbins, un ejecutivo sin escrúpulos encargado de seleccionar los guiones que al final se llevaran a la gran pantalla y que está con la soga al cuello tras enterarse de que un ex mandatario de la Fox anda detrás de su puesto. Tal situación de estrés se verá aumentada por el misterioso envio de postales que desde hace algunas semanas recibe constantemente y en las cuales se le amenaza de muerte. Sospechando de qué se puede tratar de un guionista resentido, una noche decide averiguar quién es tan molesto admirador y desde entonces sus quebraderos de cabeza no pararán de multiplicarse.

Película dirigida con mano experta, cuenta con numerosos cameos de lujos por parte de actores, actrices, directores y demás gente del mundillo del espectáculo interpretándose a si misma y criticándose entre unos y otros, para goce y disfrute del espectador.
Cubierto en un manto de acidez y cinismo, el argumento, si bien al final nos damos cuenta de que esta perfectamente planeado, da giros y giros como un tiovivo y por momentos corre el riesgo de resultar algo confuso e incoherente, hasta que se endereza para recuperar la dirección correcta.

Una ingente cantidad de referencias cinéfilas que harán las delicias del aficionado al cine mas exigente se mezclan con brillantez con escenas de gran comicidad y un final insuperable que seguro te dejara con la sonrisa en la boca.

En resumen, "El juego de Hollywood" supone una criticar feroz al star system hollywoodiense, donde las trapos sucios quedan en casa con una facilidad pasmosa y donde ser un tirano es requisito fundamental para triunfar entre mentes corrompidas por el poder del dinero, el lujo y la buena vida.
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30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¿Qué hay de la realidad?
Creo que era Godard el que se dolía por el cine como gran oportunidad perdida, lo que pudo haber sido un testimonio feliz sobre la realidad, incisivo y poético, un instrumento de conocimiento, se había convertido casi exclusivamente en un negocio fraudulento, mediocre y pueril en manos de mercaderes sin alma, gusto o escrúpulos.
Y eso trata de explicar Altman en esta película.
Años 90. El cine está en manos de productores que solo piensan el dinero. El aspecto artístico no interesa. Las historias son una excusa para hacer taquilla. Los finales, por supuesto, deben ser siempre felices y los guiones, perchas en las que colgar los vestidos o trajes de las grandes estrellas. El argumento no importa, el público es idiota y solo desea que le engañen y atonten, por lo que cualquier asunto sirve para hacer caja si se empaqueta debidamente.
Violencia, sexo, suspense, sentimiento, esperanza y final feliz.
Esta película es un juguete metaficcional que se cuestiona y ríe de sí mismo mientras discurre, que va ofreciendo lo que cuestiona en sus generosos minutos (demasiados). A través del formato de comedia, se desenredan los acontecimientos que sirven de sostén a una denuncia ácida de la idiocia y desvergüenza de los que dirigen los estudios de Hollywood.
La mirada es acertada y gozosa, la idea es estupenda, la película, en cambio, se tambalea, se torna demasiado perezosa, se contagia, no se despega de lo que retrata, la estupidez que zahiere y sacude por momentos es la misma que la que muestra o vemos. Renquea, no encuentra el tono, se pierde entre el sarcasmo feroz y el humor más leve, entre la intriga criminal y el puro despiece del emporio del cine, nos mete personajes, situaciones y diálogos que sobran o son demasiado evidentes.
En fin, que es un producto mucho más apetecible o rescatable por los necesarios y certeros dardos que lanza a diestro y siniestro que por el desarrollo de sus fotogramas, que por la pura narración.
Solo con sus variados y cachondos finales logra erigirse, alzarse como una película que merece realmente la pena.
Spoiler:
Algunas maldades no por sobradamente conocidas menos graciosas:
- Alcohólicos anónimos. Reuniones donde se hacen los negocios, en sus nutridas sesiones llenas de borrachos actores.
- Llega un productor, o lo que sea, nuevo. Liga, o eso parece o desea, con las actrices más conocidas y bellas. Pilla inmediatamente una enfermedad venérea. ¿Nos quieren decir, ¡oh, horror!, que todas esas que ahora enarbolan la bandera del Me too son las mismas, o las hijas y hermanas, que las que hace unos pocos años no eran tan precisamente puritanas y puras y justicieras, que utilizaban el sexo de aquella manera indiscriminada y contagioso virulenta, que aquellas actrices tan exitosas, ricas y prestigiosas tenían más peligro sexualmente que las furcias de carretera, que Hollywood era Sodoma y Gomorra, una casa de putas, mucho peor que ir a la guerra? Imposible, seguro que lo entendí mal, no me creo tanta hipocresía actual o mala uva peliculera, de ninguna manera.
- "El ladrón de bicicletas" como el ejemplo perfecto de una película que sería imposible hacer (antes, en aquel lejano 1992, y ahora más). Por su realismo ajustado, humanista y enriquecedor.
- La conversación sobre lo prescindibles que son los guionistas.
- La opinión que tienen sobre ese público cada vez más corto de miras, embrutecido, acrítico, simplón, infantil y bobalicón al que consultan para así adaptarse a sus gustos zafios y que cambia/rechaza/descarta los finales más inadecuados, tristes o poco entretenidos, que tiene alergia a la verdad y traga con placer masoquista cualquier llamativa barbaridad.
- La policía no sirve para nada.
Algunas curiosidades/reflexiones:
- El plano secuencia inicial como explícito homenaje a "Sed de mal". Otra película que no se podría hacer, ya que ahora/entonces lo que prima es el montaje, suma de millones de planos enloquecidos y compulsivos.
- Tim es el epítome del mal. Asesino, maquiavélico, tahúr, sin ningún criterio artístico, medroso, frío, cenagoso, mediocre y artero, esa es la mitad del alma de Hollywood, la otra ha sido devorada por la estulticia más grosera.
- Viva la alegría. Los finales deprimentes son para cenizos, cenutrios o gafes. Si tú sonríes, el mundo se abrirá a ti como una costra, como las piernas de una mujer hermosa, como el alma de una bella persona, tu actitud es la clave, vete a risoterapia.
- Los actores de Hollywood se prestaron en masa a hacer esta sátira, cinismo en estado puro, son conscientes de la basura y no mueven un dedo si tienen la cartera llena.
- El productor asesina metafórica y literalmente al guionista. Alegoría evidente. El patán gerifalte elimina al escritor don nadie. Pero se niega el maniqueísmo al presentarnos al pobre hombre como un ser grosero, vanidoso, pendenciero y sin, al parecer, ningún talento.
- Los finales felices esconden debajo de la alfombra una terrible sordidez que el público no quiere ver.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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