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La pícara puritana (1937)

La pícara puritana
91 min.
7,3
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Escena (Español)
Sinopsis
Jerry y Lucy Warriner están a punto de divorciarse y luchan por la custodia de su perro, Mr. Smith. Antes de que el divorcio se haga oficial, Jerry decide volver con Lucy, pero se entera de que ella va a casarse con un hombre que se ha hecho rico gracias al petróleo. Jerry contraataca anunciando su compromiso con la aristocrática Molly Lamont. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Comedia Comedia screwball Comedia romántica Comedia sofisticada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Awful Truth
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1937: Oscar: Mejor director. 6 nominaciones, incluyendo mejor película
8
NO SIN MI PERRO
Comedia clásica de estilo Screwball, "The awful truth" (me resisto a mencionar el título en castellano, verdaderamente deleznable) de Leo McCarey es un ejemplo del nuevo lenguaje humorístico asumido por el cine estadounidense de los años treinta.

En dicha década, con la generalización del cine sonoro, las antiguas comedias cómicas basadas en gags de gran potencia y creatividad visual, tocaron definitivamente a su fín. Es cierto que algunos de los grandes cómicos (Chaplin entre ellos) se resisitieron a abandonar el método que tan buen resultado les había proporcionado en el pasado, y a pesar de que aún realizaron obras de gran mérito, a lo largo de los treinta se generalizaría un nuevo tipo de comedia, basada en los diálogos ocurrentes, la lucha de sexos y cierta crítica de costumbres (muy ligera, eso sí), todo ello desarrollado en ambientes burgueses o acomodados. No hay que olvidar que aquellos años eran muy duros para la sociedad, en plena Depresión, por lo que las comedias tenderían al optimismo y a la evasión.

Este nuevo estilo encumbró y consagró a nuevos directores (Capra, Cuckor, McCarey, Hawks) y, sobre todo, a nuevos intérpretes, que ahora precisaban, además de expresividad gestual, buenas dotes en los diálogos, así como capacidad de improvisación. El mejor ejemplo de todo ello lo representó Cary Grant, protagonista del presente filme, en el que encarna a un personaje tipo con el que repetirá fortuna en múltiples ocasiones, apoyándose en su magnífica presencia y sus grandes dotes interpretativas.

La película presenta una lucha de sexos en un matrimonio en trance de separación por culpa de un equívoco y los subsiguientes celos. La separación sólo se consumará al término de un periodo concreto, y mientras éste se agota los Warriner discutirán la custodia del perro (genial la secuencia del juzgado) y entablarán sendas relaciones con ánimo de provocarse el uno al otro. El reparto hace una labor magnífica, con el ya citado Cary Grant, a quien da la réplica una no menos maravillosa Irene Dunne (divertidísima en toda la secuencia que protagoniza en casa de la pretendiente de su casi ex marido); los secundarios están a la altura, sobre todo Bellamy, brillante en su creación de un paleto millonario enamorado de Lucy Warriner.

Para McCarey el filme supuso la consagración definitiva, recibiendo el Oscar al mejor director, y consiguiendo así un prestigio que ya por entonces merecía, pues no en vano había sido el máximo propiciador de la asociación entre Stan Laurel y Oliver Hardy, además de director del clásico "Sopa de Ganso", con los hermanos Marx.
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40 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
NO ES DE LUBITSCH PERO PODRÍA SERLO
No es de Lubitsch pero podría serlo. Con ello, creo que estoy elogiando a un excelente director, Leo McCarey y a una magnífica comedia, La pícara puritana, película que, a pesar de los años transcurridos desde su estreno consigue una amplia sonrisa de los espectadores gracias sobre todo a unos diálogos tan oportunos como inteligentes, a un ritmo que no decae en ningún momento y a unos actores (Cary Grant e Irene Dunne) cuya relación cinematográfica irradia esa química imprescindible en toda comedia que se precie.

No es cuestionable el Oscar de 1938 al mejor director de Leo McCarey y muy merecidas las nominaciones de Ralph Bellamy e Irene Dunne. Si a todo ello le sumamos la nominación a mejor película, mejor montaje y sobre todo mejor guión, pues agua tan bendecida tiene que tener algo y aunque a veces los premios no guardan relación con los verdaderos méritos contraídos, en este caso sí.

Y quiero detenerme en lo que hace referencia al guión, porque miren ustedes, hacer reír al espectador nunca ha sido tarea fácil y los guionistas con escasez imaginativa han recurrido ( y lo siguen haciendo) a las tartas en la cara, a los tropezones y similares. Y eso está demasiado visto. El espectador busca un humor que no sea un atentado contra su inteligencia. Y ese humor lo encontramos en Lubitsch, también en Billy Wilder y en esta película de McCarey.

Las "salidas" de la tía Patsy son magistrales:

El marido y el profesor de canto abandonan corriendo la habitación de Lucy (Irene Dunne)
El rico pretendiente (Bellamy), a la vista del paño, exclama: "He aprendido a conocer a las mujeres"
La tía Patsy le entrega la carta de despedida de Lucy que ya tenía preparada: "Aquí tiene el diploma".

Y muchas más. Hasta nos reímos con Cary Grant de patoso en el concierto. Y les aseguro que no soy de risa floja.

Habrá quien diga que este tipo de comedias se quedaron anticuadas, que la sociedad ha cambiado mucho, que los roles masculino y femenino son muy diferentes. Y tendrá razón. Pero miren, lo mismo me digo yo a mí mismo, pero no sé bien lo que me pasa, me sigo riendo.
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46 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
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