El hombre indestructible (1956)

Una película que surge, tal vez, como consecuencia a las tiras de comics tan populares en los periódicos americanos de aquella época que dieron lugar a los cuadernos de Superhéroes.
Una mezcla de cine negro con el fantástico, con la idea de crear una historia diferente cuyo resultado no logra atrapar el interés de forma entusiasta.
Se narran los acontecimientos presentándolos como increíbles para despertar la curiosidad, pero la trama pronto queda descubierta. No logra crear ningún poso de valor en la actuación de un ser indestructible de presencia parecida a una creación de los laboratorios del Dr. Frankestein (pero sin el alma de aquel ser), que ni las balas pueden detener su determinación a vengarse de unos traidores.

El poco conocido director J. Pollexten presenta un argumento tenso e inquietante, hecho a la medida de L. Chaney, mientras la voz del narrador cuenta cada detalle de la peripecia como quien hace confidencias al espectador.
La trama adolece de cierta tosquedad en su desarrollo pero la falta de sutileza se compensa con una dosis añadida de intriga, de intensidad y de dramatismo.
La historia posee una garra innegable y, en general, la interpretación de los protagonistas es muy correcta.
Se sigue con interés y un aire turbador permanece en el ánimo hasta mucho tiempo después de haber finalizado la función.