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Crónica negra (1972)

Crónica negra
96 min.
6,7
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Tráiler
Sinopsis
Un grupo de ladrones roba los fondos que una rica heredera tiene depositados en un banco. Pero, durante el atraco, uno de ellos resulta herido. El cabecilla de la banda debe enfrentarse al comisario Colemane, que es uno de sus mejores amigos. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Acción Cine negro Crimen Robos & Atracos Neo-noir Polar francés Mafia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Un flic
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
10
El legado final de Jean-Pierre Melville al Cine Negro.
"Crónica negra" ("Un flic") es la última palabra de J.P. Melville, antes de fallecer, sobre el género negro y sus arquetipos, y supone su absoluta voluntad de abstracción porque, ante todo, representa la simplificación a su esencia de los tradicionales procedimientos estilísticos y retóricos. En este film crepuscular a Melville ya ni siquiera le interesa la intriga, que soluciona mediante elipsis y sobreentendidos, sino, únicamente, la peripecia y la ambigüedad en estado puro.

Todo se da ya por supuesto: la acción transita por los vacíos del relato, y la psicología y las relaciones de los personajes tampoco le preocupan al director, ya que son casi inexistentes. Los gángsteres que aquí aparecen delatan, a través de las constantes elipsis, la maniática minuciosidad con que organizan todas sus acciones; un método obsesivo para eludir el vacío y la desesperación y, en última instancia, para evitar la inactividad que conduciría a la nada. De nuevo, aparece la obsesión de Melville por la muerte; pero el círculo fatal, que reúne alrededor de esta tragedia a todos sus personajes, como siempre, se cierra una vez más y ya nadie puede escapar de él.

Si queremos comprender totalmente su estructura cinematográfica es recomendable revisar otros dos extraordinarios filmes, anteriores a éste, del mismo director ("El silencio de un hombre" y "El círculo rojo"). Todos juntos forman la gran trilogía policíaca de Jean-Pierre Melville en la recta final de su vida. Así, ahondando en su esencia, podemos observar el ritual de samurai que caracteriza a sus personajes. Los cambios de vestuario de Richard Crenna es un buen ejemplo de cómo cada uno de los gestos, que el actor realiza al vestirse para llevar a cabo el planeado golpe, se erige en el centro de atención del director, y todo el conjunto acaba formando un ballet gestual que, finalmente, por énfasis adquiere más importancia dramática, incluso, que el propio desarrollo de la secuencia posterior del atraco al banco bajo la lluvia. En referencia a la forma de vestir de sus protagonistas, J.P. Melville dijo en una ocasión: "Un hombre armado es casi un soldado, y por eso debe llevar uniforme, y le aseguro que tiene tendencia a llevar sombrero...".

La metodología transgresora, como herramienta básica en la construcción fílmica de esta crónica negra policíaca, dió origen a un nuevo lenguaje visual que, en el momento de su exhibición, no fue suficientemente apreciado y confundió a muchos expertos y cinéfilos, haciéndoles pensar en una involución profesional e ideológica del director francés al final de su carrera.

Profundas revisiones posteriores de la filmografía de este realizador galo han conducido a otras conclusiones muy diferentes que, a través de sus novedosas y acertadas críticas, demuestran todo lo contrario: la terrible genialidad simplificadora de su último film, como legado póstumo de Jean-Pierre Melville a la creación artística, y su contribución al inicio de una nueva estética cinematográfica.
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63 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Un poli
Decimotercer y último largometraje de Jean-Pierre Melville (1917-1973). El guión, escrito por el realizador, desarrolla un argumento original del mismo. Se rueda en exteriores de París y Saint-Jean-de-Mont (Costa atlántica) y en los platós de Studios de Boulogne (Boulogne-Billancourt), con un presupuesto modesto. Producido por Robert Dorfmann para Corona Cinematografica y Paris Films, se estrena el 1-X-1972 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Paris y en Saint-Jean-de-Mont entre el 23/XII/1971 y el 10/II/1972. La banda de Simón (Crenna), amigo del comisario Edouard Coleman (Delon), atraca una sucursal bancaria de una pequeña localidad turística de la costa atlántica. Posteriormente interceptan y sustraen una partida de droga (cocaína) en poder de una banda rival. Uno de los malhechores, Marc Albouis (Pousse), resulta herido de bala. Los otros dos asaltantes son Paul Weber (Cucciola) y Louis Costa (Conrad). Simón regenta, con la colaboración de Cathy (Deneuve), la sala de fiestas de noche “Simon’s”, de Paris. Es duro, codicioso, ambicioso y desconsiderado. El comisario Coleman es tan duro y frío como los malhechores.

El film suma acción, crimen organizado, policíaco y thriller. Desarrolla una narración austera, estilizada y depurada, exenta de adornos y de elementos superfluos. Busca la simplificación y la síntesis. Hace uso de elipsis, sobreentendidos y supuestos, que focalizan la atención en lo esencial del relato y le confieren sobriedad y ligereza. Presta minuciosa atención, como es costumbre en Melville, a la preparación y ejecución de las acciones del grupo criminal. El ritmo de la cinta es pausado.

Al realizador, le interesa, sobre todo, la exploración de la ambigüedad moral de los protagonistas y las equivalencias entre la policía y los atracadores. La lucha de la policía contra los criminales no se identifica con el enfrentamiento secular entre el bien y el mal. Los criminales son fríos, carecen de sentimientos, maltratan a quienes se cruzan en su camino, son sanguinarios y crueles. La policía, personificada en la figura del comisario Coleman, actúa de manera similar. Otros referentes temáticos del film son la exploración de las debilidades humanas, la preocupación por la muerte, la amistad masculina, la lucha entre el sentido del deber y los sentimientos de amistad, la tensión entre realidad y apariencias, la ambigüedad sexual (travestido enamorado del comisario). Los personajes dudan, sueñan, actúan y albergan miedos, frustraciones y esperanzas. Se comportan como seres humanos inmersos en una realidad cotidiana, ordinaria y corriente. Los diálogos son breves, escasos y casi lacónicos. El realizador muestra la atracción que siente por la tragedia. Destaca la secuencia del asalto a la oficina bancaria y el cruel interrogatorio (sólo insinuado) de Louis Costa. El film destila la gélida frialdad que anida en el espíritu de los criminales y de la policía.
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39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
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