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Man on the Run (1949)

Man on the Run
80 min.
6,5
39
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Un desertor del ejército se mezcla en un robo y le acusan de asesinato. Conoce a una viuda de guerra que le ayuda, mientras él busca a los verdaderos criminales. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Cine negro
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Man on the Run
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
Dos medios dedos
Parece que en 1949 existía en Inglaterra una especie de ajuste de cuentas del Estado con aquellos soldados que desertaron de la guerra, y fueron muchos. Aquí sale uno que de Málaga cae en Malagón. Un falso culpable de esos que hay tantos. Un ex soldado que quiere rehacer su vida porque después de un permiso durante la guerra, tras estar en Dunkerque, decidió no regresar a filas por motivos que explica en la película.

La película está francamente bien y merecería más nota si no es porque debido a la duración, la trama no puede extenderse demasiado y algunos hechos se acortan con simples casualidades. Pero eso no es motivo para renegar de ella. Para seguir la pista a los asesinos que huyen de la justicia, saber que a uno de ellos le faltan dos medios dedos, es un dato muy valioso. En el cine negro se dan muchas casualidades pero las casualidades existen en la vida real.

Primeramente vemos a Kenneth Moore. De joven era muy malo pero luego se metió a cura, como todo el mundo sabe. A continuación, la acción se dispara con el encuentro del fugado de la justicia con una joven viuda. Esos episodios siempre están bien, crean romanticismo y dan más tensión. Además, el entramado continúa con una muy buena labor de puesta en escena y, sobre todo, gracias a la figura del inspector del Scotland Yard, un tipo con pinta de ser de la gestapo, con gafitas redondas y chaqueta cruzada. Listo y tenaz como él solo.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Crónica de una fuga
“Hombre a la fuga” no tiene de negro más que el cloruro de plata del rollo celuloide que la impresiona, porque simplemente estamos ante una historia de intriga con toques ligeramente policiacos y de aventuras que resulta pasable y entretenida a costa de construir un guion a base de carambolas y oportunismos que terminan por resentir el hilvanado de la narración.

Es cierto que esta estrategia ha funcionado en otras variantes del género, en particular el de acción, en el que se conjugan los efectos especiales y la ironía (por ejemplo, la salga Bond), pero el planteamiento de seriedad, casi gravedad, que “Man on the run” plantea en los años 40 puede resultar algo añejo al espectador actual. Ha de tenerse en cuenta que en el planteamiento de la historia se introducen consideraciones sobre el honor y la vergüenza nacional que en aquella época de postguerra podían revestir el caso de los desertores y fugitivos, para postre, entramados con chantajistas y hampones. Recordemos que del mismo año es la incómoda y espinosa “Silent Dust” (1949).

Pero aún así, la trama (y la trampa) guionista se apoya en concatenar peripecias apuradas que contienen en sí mismas la espoleta de su desactivación, lícito pero artificioso, más aún cuando dentro de un registro que se presume serio aparecen situaciones chocantes y en algún caso casi hilarantes (véase en el destripe).
Distinta consideración merece el aspecto técnico con un rodaje que conjuga muy acertadamente ritmo y tiempo con afortunados momentos cinematográficos en los que la acción se ajusta estrictamente a la narración por la imagen.

Entretenida y aprovechable.
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