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La dimensión desconocida: Una especie de cronómetro (TV) (1963)

La dimensión desconocida: Una especie de cronómetro (TV)
25 min.
6,4
86
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Sinopsis
El charlatán Patrick McNulty es despedido por su jefe, harto de las inútiles y abundantes ideas que ha estado metiendo en la caja de sugerencias durante 11 meses. Un poco más tarde, mientras se encuentra en un bar aburriendo a la clientela con su insufrible verborrea, McNulty invita a un desconocido a tomar unas cervezas, el cual, en agradecimiento, le regala un viejo cronómetro que tiene el poder de detener el tiempo. (FILMAFFINITY)
Género
Fantástico Comedia Episodio de TV
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Twilight Zone: A Kind of a Stopwatch
Duración
25 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
The Twilight Zone (Serie de TV 1959-1964)
6
124: La insultante fortuna
McNulty es un odioso charlatán acostumbrado al rechazo. Donde debería haber afecto, simpatía, gratitud y respeto él sólo encuentra desprecio, incomprensión y malas miradas. Tras ser despedido, parece que su suerte no puede empeorar, pero a sus manos llega un misterioso reloj con el poder de detener el tiempo.

Aunque el concepto resulta digno de aplauso, el desarrollo deja mucho que desear. Al protagonista no hay quien lo aguante, y además es muy ingenuo, da así como un poco de pena. Transcurre una eternidad hasta que se le ocurre lo que debe hacer con el reloj, y cuando por fin intenta ejecutar su plan, sencillo pero elegante, comete el único error posible. Una calamidad.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
El Tiempo en sus Manos.
336/06(07/12/23) Fallido cuarto episodio de la quinta temporada de la popular serie creada por Rod Serling para la CBS, que partiendo de una premisa genial, muchas veces revisionada en cine y tv, no sabe desarrollarla de un modo inteligente y se queda en une esbozo de lo que pudo ser y no fue. Dirige John Rich el guion de Michael D. Rosenthal, con el argumento de que un hombre adquiere un cronómetro que puede detener el tiempo, esto que en principio contiene un tremendo potencial a exprimir, de esos que provoca en el espectador el dilema de que sería el capaz de hacer con esta particularidad fantástica. Pero en el episodio se queda al final en unas cuantas anécdotas chuscas aderezado por un final (clásico twist de la serie que nos tiene acostumbrado) claramente inspirado en el gran episodio de la primera temporada de la serie, “Por fin un poco de tiempo”. Y es que mientras en otros capítulos similares donde un personaje obtiene, por el medio que fuere un elemento o facultad sobrenatural está arraigado orgánicamente en alguna carencia del protagonista, aquí no, es simplemente un tipo inaguantable, un motor-mouth irritante sin asidero con el Don que obtiene, con lo que la clásica moraleja de la serie está ausente por completo, amen de ser el tipo un zoquete de campeonato, pues tarda un mundo en darse cuenta del poder que tiene entre sus manos, y ni aun así, pues el berzotas lleva el cronómetro sin amarrar a su mano. Por supuesto, que como en todos los capítulos hay que suspender la credulidad, pues creer que un helicóptero se pueda parar en el aire suspendido sin mover las aspas resulta pues eso.

Narración de apertura: Presentado para su aprobación o al menos su análisis: un tal Patrick Thomas McNulty, que, a sus cuarenta y un años, es el mayor aburrido de la Tierra. Tiene un récord de diez años por la mayor cantidad de palabras sin sentido pronunciadas durante una pausa para el café. Y es muy probable que, a partir de este momento, hubiera andado por la vida precisamente de esta manera, un bocazas aburrido y discutidor que retrasa mil años el arte de la conversación. Digo que muy probablemente lo habría hecho de no ser por algo que pronto le sucederá, algo que alterará considerablemente su existencia... y la nuestra. Ahora piensa en eso, porque esto es The Twilight Zone.

Patrick McNulty es un hombre molesto y engreído de unos 40 años. Un día, su jefe, el Sr. Cooper, lo llama. McNulty está encantado y cree que sus frecuentes contribuciones al buzón de sugerencias le han valido reconocimiento. Cooper, sin embargo, dice que todas las sugerencias de McNulty se refieren a campos empresariales en los que la empresa no está involucrada y despide a McNulty por hacerle perder el tiempo. McNulty va al bar de Joe Palucci, donde ahuyenta a los demás clientes con sus opiniones sobre un evento deportivo. Palucci solicita que McNulty patrocine otro establecimiento, pero McNulty lo ignora y compra una bebida para el único cliente restante, Potts, un borracho que escupe varias frases de tiempos pasados. A cambio, Potts le da a McNulty su cronómetro. Pensando que es un regalo extraño, McNulty descubre rápidamente que detiene el tiempo para todos y para todo, excepto para el titular del reloj.

Lo primero que me pregunto es porque ese borrachín del bar tiene un cronómetro con esa capacidad sobrenatural, y a continuación porque lo regalaría al primero que lo invita a una copa, si él mismo puede parar puede tomarse todas las copas que desee gratis. Y si es que ve una maldición el poder de este crono, por que no lo destruye? Pero regalarlo al primero que pasa es un insulto a la inteligencia, debería esto haber sido algo más verosímil y no tan arbitrario.

También se le puede achacar que tarda mucho el capítulo en arrancar, pues se tira un tercio de capítulo presentándonos a este grotesco protagonista, ser pesado e idiota hasta decir basta, es una desviación del sentido que debe tomar el episodio, pues nada aporta la aparatosa personalidad de McNulty a lo que será el núcleo del capítulo. En este tramo lo único apreciable es cuando un tipo en el bar donde ponen en la tv un partido de baseball y uno de los clientes del bar le espeta ya cansado de escucharlo: "Mi apartamento es caluroso, miserable y pequeño, pero tiene una cosa buena, no hay McNulty".

Y ya cuando obtiene de modo azarístico el cronómetro solo acierta a ser un niño travieso estúpido. Tan ingenioso es el tipo que disfruta parando a sus dos peces de su pecera. Lo que se le ocurre al lumbreras es ir al curro donde le han despedido a vender su crono, no daba crédito. También tiene ideas tan luminarias como ponerle una margarita en el cuello al jefe, desordenar el cabello de los demás, quitarle un donut al de la cafetera. Solo se le ocurre volver a su antiguo y deprimente bar (cuando para el tiempo, el barman parpadea!), cuando tiene el mundo en sus manos. Allí presume de su Don, cuando es algo a resguardar, incluso no se ha dado cuenta de que los demás no perciben ser parados en el tiempo, en un concurso de tontos quedaría segundo por tonto. Hasta que al final se le ocurre lo que a todos se nos hubiera ocurrido ‘años’ antes, que puede ser rico. Pero es La Dimensión desconocida y el destino es juguetón. Pero es te final no hay asidero moral alguno, pues el tipo no aprende nada, y menos el espectador, si al menos el protagonista hubiera sufrido de estrés, fuera un misántropo, no tuviera tiempo nunca para nada, que le quedara poco tiempo de vida, pero es que nada tiene que ver el carácter del protagonista con que asimile nada al final.
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