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Stroszek (1977)

Stroszek
108 min.
7,3
2.210
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Trailer (ALEMÁN con subtítulos en INGLÉS)
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Sinopsis
Cuando Bruno Stroszek sale de prisión, le advierten que debe dejar de beber. Con pocas habilidades y menos expectativas, sobrevive como músico callejero. Precisamente en la calle conoce a Eva, una prostituta, con la que entabla amistad. Después de ser golpeados por el chulo de ella, deciden unirse a Scheitz, un excéntrico vecino de Bruno, que ha decidido emigrar a Wisconsin, en los Estados Unidos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania del Oeste (RFA) Alemania del Oeste (RFA)
Título original:
Stroszek
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
Bruno en Wisconsin
Escrita y dirigida por Werner Herzog, pertenece al grupo de sus películas sobre personajes singulares. No se basa en hechos reales, como "El enigma de Gaspar Hauser", sino en la experiencia de hechos reales. Rodada con un presupuesto modesto, incorpora algunos actores que habían trabajado con Fassbinder.

La acción tiene lugar en Berlín, NY y Nowheresville (Wisconsin, EEUU) a mediados de los años 70. Narra la historia de Bruno Stroszek (Bruno S.), de origen húngaro, que tras dos años de prisión, sale en libertad. Convertido en músico callejero, entabla amistad con Eva (Eva Mattes), una postituta acosada por dos chulos, y con el vecino Scheitz, anciano excéntrico. El deseo de encontrar una tierra de promisión, de oportunidades fáciles y de fortuna, mueve a los tres a viajar a Wisconsin, donde vive un sobrino de Scheitz. Bruno encuentra trabajo de mecánico y Eva de camarera en un restaurante de comidas rápidas. La película centra la atención en el relato de las dificultades, obstáculos y problemas que se interponen en el camino de Bruno tanto en Berlín como en América. Acumula contratiempos y suma desventuras a un ritmo superior al de la capacidad de reacción de una persona simple, de corazón limpio y buena fe. En un mundo de grandes empresas, rascacielos, tecnologías avanzadas, competitividad creciente y complejidad extrema, los personajes limpios, ingenuos y pacíficos, no tienen cabida: no hay lugar para ellos. El egoismo, la deslealtad, el individualismo, la falta de solidaridad, perfilan una sociedad que tiende a expulsar de su seno a los que no saben o no pueden ajustar su comportamiento a las pautas generales. Éste es el drama y la tragedia de Stroszek, aislado en un mundo que no entiende y que nunca prodrá comprender. Es emblemática la escena, vista con la mirada atónita y perpleja de Bruno, en la que el State Bank procede a la venta en subasta de varias casas prefabricadas, embargadas por retrasos en el pago de las cuotas mensuales.

La música, importante en toda obra del autor, aporta fragmentos folk, solos de piano y de percusión metálica y tres canciones americanas excelentes. La fotografía desarrolla una narración sugestiva, que incorpora imágenes de gran claridad, travellings de notable belleza y contraluces frecuentes, que trasmiten los sentimientod de incomprensión y pasmo del protagonista. El guión construye con maestría un crescendo dramático que se inicia con la puesta en libertad de Bruno y avanza progresivamente hasta la escena final. La dirección crea una de las películas más asequibles y menos anticonvencionales de su filmografía. Dosifica bien la progresión dramática de la acción.

Buena película del autor. Observa y describe hechos con el propósito de agitar la mente del espectador.
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43 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La escéptica superación
En primer plano se trata de otra propuesta de personajes que buscan su sitio, su nueva vida, el camino en mayúsculas. Un tema tan fácil de plantear como improbable de resolver y que sólo se puede verdaderamente conquistar si uno se aproxima a él con tanta honradez y tan magistralmente como lo hace Werner Herzog.

Que la acción se centre en Estados Unidos nos dispone también hacia otra lectura básica: la del falso paraíso en el mundo de la ilusión de oportunidad, donde basta respirar para que emerja el esperpento.

Pero, por encima de todo, Werner Herzog está tratando de encontrar el pulso a la propia vida, poniendo todas sus virtudes al servicio de una historia que consigue arrojar una sensación de enormidad reprimida, de gigantesca jaula llena de majestuosos destellos.

El director es fiel a su estilo: recto, natural y crudo, aunque sosegado. Se mueve a ras de suelo pero en constante elevación metafórica y su mirada está llena de paz en el conflicto. Es la mirada apaciguada que jamás puede despojarse del exceso primitivo del hombre.

Como seña de identidad irrenunciable, Herzog está siempre dispuesto a mostrar la rareza, la singularidad y las excepciones del paisaje y de sus personajes, lo que puede parecer mera extravagancia, pero que es el firme pedestal de su liberación.

En esta ocasión, además de varias escenas memorables, acierta a culminar y atar perfectamente su historia, alcanzando un desenlace que es el súmmum de intensidad visual y física pero también la cúspide de significado.
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27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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