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La fuga de Colditz (1955)

La fuga de Colditz
94 min.
6,2
150
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Obra inspirada en los libros de Pat Reid. La película retrata la vida en un campo de prisioneros y los intentos de huida. Estuvo nominada al BAFTA de 1956. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico Histórico Nazismo Basado en hechos reales
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Colditz Story
Duración
94 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1955: Premios BAFTA: Nominada a mejor película y film británico
7
EL RECINTO CERRADO
Si quisiéramos rastrear el origen de los argumentos relativos a fugas, que tanto juego han dado en el cine, deberíamos centrar nuestra atención en las novelas policiacas clásicas, concretamente en aquellas que abordaban la posibilidad de cometer un crimen en un espacio cerrado, siendo el paradigma de todas ellas "El Misterio del Cuarto Amarillo", una de las obras maestras de Gaston Leroux. En efecto, el "problema del recinto cerrado", reto esencialmente detectivesco, es el mismo al que se enfrentan los presos que desean evadirse de este castillo de Colditz, que sirve de prisión para oficiales aliados durante la Segunda Guerra Mundial.

La película, que se basa en hechos y personajes reales, es una de las primeras en adaptar el tema de la evasión (propio del subgénero carcelario) al contexto bélico, teniendo como precedentes películas maravillosas, como "La Gran Ilusión", de Renoir, o "Stalag 17", de Billy Wilder, siendo esta última más próxima por contexto y nudo argumental. Posteriormente llegarán títulos muy populares como "La Gran Evasión" de Sturges, o "El Desafío de las Águilas", de Hutton (el castillo que aparece en esta última está claramente inspirado en Colditz).

Notablemente interpretado por un abundante elenco, encabezado por el siempre excelente John Mills, el filme, casi enteramente rodado en estudio, cuenta con buenos decorados y un guión acertado, con frecuentes momentos de comedia entre los que destaca el constante "juego del gato y el ratón" que se establece entre los presos que intentan fugarse y el obeso oficial alemán encargado de impedirlo. No encontraremos en ella profundas disquisiciones acerca del cautiverio, la injusticia de la guerra o el sufrimiento humano, limitándose la historia a mostrar los diversos y rocambolescos intentos de fuga (a destacar uno muy cómico, protagonizado por un preso francés), que alcanzarán su cénit con el plan de los presos británicos, que demostrará que no hay medio de fuga mejor que una buena "puesta en escena". El oficio del director asoma en todo momento, un Guy Hamilton que después se hará conocido por sus películas de la serie Bond y otros títulos bélicos como "La Batalla de Inglaterra", y que logra aquí uno de sus mejores trabajos, desenfadado y con buen sentido del ritmo.

Por último, mencionar que mi primer recuerdo relativo a la historia que cuenta la película proviene de un antiguo juego de mesa, de igual título, y que haciendo uso de un gran tablero que representaba el castillo y de unos peones de colores que hacían las veces de presos y guardias, reproducía una vez más el eterno reto de burlar el problema del "recinto cerrado".
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El arte de la evasión
Guy Hamilton, salvo en la parte final de su carrera, que más vale olvidar, siempre fue un cineasta interesante dentro de sus limitaciones. Autor de una excelente versión de An Inspector Calls, de uno de los mejores Bond (Goldfinger) y uno de los mejores Harry Palmer (Funeral en Berlín), de una excéntrica pero fascinante versión de George Bernard Shaw (El discípulo del diablo), y de la presentación en sociedad de Elsa Martinelli (Manuela), se adelantó en casi una década a la madre de todas las películas de evasiones (La gran evasión), con permiso de monsieur Becker, por supuesto, y rodó esta curiosa cinta sobre la prisión de Colditz, que debía ser algo así como la Casa de Tócame Roque, o el Castillo de los Despropósitos, porque fugarse era una especie de rutina diaria. Aparte de retratar con mucha sorna el chovinismo de los británicos, que despreciaban como torpes a sus compañeros de cárcel franceses, holandeses, y no digamos ya a los polacos, la historia apela a la solidaridad de los perdedores para intentar escapar a su destino. Cuesta creer que los alemanes fueran tan bonachones y pacientes: hubo trescientos veinte intentos de fuga hasta que el campamento fue liberado. Un sinvivir, vamos. La película se apoya en un sólido reparto capitaneado por John Mills y un Eric Portman que se los come a todos en cada escena que aparece. También distinguimos a los habituales Lionel Jeffries, Bryan Forbes antes de convertirse en un director más que competente, Ian Carmichael y el inefable Anton Diffring, en su habitual papel de malvado nazi (cuando en realidad había huido de su país en 1939).
Es una de esas obras netamente británicas, resueltas con gusto y elegancia, olvidadas en alguna estantería polvorienta, hasta que el DVD fue a hacerse cargo de ellas. Vale la pena darle un tiento.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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