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El caso 880 (1950)

El caso 880
90 min.
6,6
396
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
El Servicio Secreto de los EEUU, ha puesto al empecinado sabueso, Steve Buchanan (Burt Lancaster), un hombre que nunca se retira de un caso hasta haberlo resuelto, para que adelante una investigación que ya se acerca a los 10 años, sobre un caso de falsificación de billetes de un dólar sobre el que, hasta ahora no se tiene sino vagas pistas. Y a nadie se le ocurrirá sospechar que, el hombre por tanto tiempo buscado, es un humilde y encantador anciano conocido como Skitter (Edmund Gwen), quien falsifica dinero de manera rudimentaria solo para no morirse de hambre. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Mister 880
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1950: Nominada al Oscar: Mejor actor de reparto (Edmund Gwenn)
1950: Globos de Oro: Mejor actor de reparto (Edmund Gwenn)
7
IMPARTIR JUSTICIA CON LOS OJOS ABIERTOS
La singularidad de un caso, el 880, al que no pudo darse solución durante muchísimos años por los todopoderosos agentes del Tesoro norteamericano, resultaba, a priori, un argumento lo suficientemente interesante como para intrigarnos y captar nuestra atención. Y realmente la película consigue gran parte de lo que pretende, pero no tanto por la vía de una intriga prácticamente inexistente sino por la vía de la sencillez, donde un personaje (Skipper) de tan entrañable como resulta se nos hace increíble y donde la justicia levanta su aparente venda para impartirse con los ojos bien abiertos.

Edmund Gwenn es aquel actor con el que, muchos, hemos compartido año tras año las recogidas tardes de la Semana Santa, cuando el turismo ni siquiera era un gran invento y donde Calabuch de Berlanga compartía carta de ajuste con Ben Hur o Marcelino Pan y Vino. Pero Gween es mucho más, una carrera fundamentalmente como actor de reparto, con títulos ilustres al lado de directores míticos. Ahí quedaron para darles un repaso La gran aventura de Silvia de Cukor, Enviado Especial de Hitchcock o Vida con mi padre de Curtiz. Un actor a repasar y a recuperar al que esos tejemanejes de las productoras situaron aquí por debajo, en los títulos de crédito, de Burt Lancaster y Dorothy McGuire y que sin quitarle méritos a estos podría perfectamente haberlos desbancado del escalafón.

Burt Lancaster no parece encajar demasiado bien en papeles cuyo nivel de trascendencia no ande muy por encima de la comedia moralizante, como es el caso. Da más el perfil de hombre duro, curtido por los golpes o por la propia vida, caso de Novecento de Bertolucci, de El Gatopardo de Visconti o incluso de Atlantic City de Maille. Claro que eran papeles de una madurez algo tardía. Pero incluso en sus años jóvenes le sentaban mejor los roles de duro (Forajidos o El abrazo de la Muerte, de Siodmak). Se que su filmografía es rica en todos los géneros, pero el Lancaster cómico, pues… va a ser que no.

Por su parte, Dorothy McGuire sigue dejándonos buenas vibraciones como ya lo hizo en La Gran Prueba o especialmente en Lazos Humanos. Gran actriz esta Dorothy.

En resumen, comedia moralizante que consigue lo que pretende, es decir entretenernos y que por encima de todas las cosas despierta el gusanillo de conocer la obra fílmica de un actor como Gwenn que consiguió el Globo de Oro por este trabajo y de quien urge su recuperación inmediata.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
La historia de Skiper Miller
Agradable comedia con un cierto aire al maravilloso cine de Frank Capra. Su propuesta es bastante sencilla de apariencia, ya que nos relata una historia tan inusual en su planteamiento como cotidiana en su desarrollo; la historia de Skiper Miller, un bondadoso anciano dedicado a fabricar dinero falso con la sola intención de mantener su modestísimo modo de vida, y siempre en billetes de un dólar. Durante años ha venido realizando dicho procedimiento, a través de unos billetes caracterizados por una ostentosa falta ortográfica –reflejan Wahsington en vez del correcto Washington-, pero precisamente esa extraña dosificación, es la que ha permitido tener en frustrada alerta a los responsables de los departamentos correspondientes del estado.

Fábula amable, en la que parece contraponerse el concepto del sentido del deber y la fuerza del humanismo, todo ello sin estridencias, siempre con un tono amable y agradable. Absolutamente entrañable ese gran actor que era Edmund Gwenn y al que muchos conocimos gracias a Berlanga en “Calabuch”, un actor a repasar y recuperar.
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11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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