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La calle sin nombre (1948)

La calle sin nombre
91 min.
6,9
600
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Tráiler (INGLÉS)
Sinopsis
Stiles (Richard Widmark) es un jefe mafioso en alza que lucha por imponerse en el submundo criminal. Los archivos del FBI rebosan de historias sangrientas, pero hay un caso concreto que tiene desconcertado al inspector Briggs (Lloyd Nolan). Se trata de dos asesinatos: un ama de casa y el guardia de seguridad de un banco, abatidos ambos por la misma arma, pero sin que exista ninguna otra conexión entre ellos. Decidido a llegar hasta el fondo del asunto, Briggs encarga a su mejor agente secreto que se infiltre en la cúpula de la tristemente famosa banda de Stiles... (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Thriller Policíaco Crimen Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Street with No Name
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
8
La calle del crimen
Basada en hechos reales, fue dirigida por William Keighley. Escrita en estilo semidocumental, fue nominada al WGA al mejor guión sobre los problemas del país. Siete años después fue objeto de un "remake", "La casa de bambú" (1955), de Sam Fuller. Fue producida por Samuel G. Engel y se estrenó el 14-VII-1948.

La acción tiene lugar, a partir del 14-XI-1947, en "Center City", símbolo de todas las ciudades estadounidenses de tamaño medio. Narra la historia de Alec Stiles (Richard Widmark), que pretende dirigir una nueva banda criminal con métodos científicos, aprendidos durante su participación como soldado en la IIGM. El FBI infiltra a uno de sus mejores agentes, Gene Cordell (Mark Stevens), en la banda de Stiles.

La película muestra la proliferación de bandas cirminales que tras la IIGM afectó a las ciudades medias del país. Muestra, también, la respuesta de la policía y del FBI ante el problema, los nuevos medios técnicos de que dispuso y el eficaz entrenamiento de sus agentes. Desarrolla una historia dramática llena de intriga y grandes peligros. La tensión dramática se apoya en la personalidad neurótica de Stiler, la crueldad y brutalidad de sus métodos, su inseguridad personal, su ambigüedad sexual, la imprevisibilidad de sus reacciones y la desmesura de sus ambiciones. Frente a él se alza la maquinaria policial y, sobre todo, la figura de un agente de élite, que obtiene la confianza de Stiles y se infiltra en la banda, asumiendo enormes riesgos, patentes cuando surgen los contratiempos. El papel del malvado Stiles corre a cargo de un más que inspirado Richard Widmark, en su segunda intervención en cine. Había debutado el año anterior en "El beso de la muerte" (1947). Su interpretación, memorable, confiere al film fuerza, credibilidad y capacidad de sugestión.

La música, dirigida por Lionel Newman, incluye melodías inquietantes, de profundo aire dramático, tomadas de composiciones originales, como las canciones "Baby Face" (Harry Akst), "Beg Your Pardon" (Craig y Smith) y "I'm Looking Over A Four Leaf Clover" (Harry M. Woods). La música adicional aporta títulos tan acertados como "All Dressed Up With A Broken Heart" y "Bye Bye Blackbird". La fotografía destaca los claroscuros, los ambientes sombríos, las escenas nocturnas y los grandes espacios misteriosos. Se beneficia de un excelente juego de luces, en el que las cerillas tienen un protagonismo especial. El guión incluye un narrador que habla como un ser superior. Usa el silencio como elemento narrativo, anticipándose a obras como "Rififí". Desarrolla unos diálogos breves y bien construídos. La interpretación de Widmark llena la pantalla y la cinta de fascinación. Destaca la sobria presencia de Lloyd Nolan ("La casa de la calle 92", 1947). La dirección impone a la obra un ritmo prodigioso y un magnífico pulso narrativo.

Película emblemática del cine policíaco de la segunda mitad de los 40. Muestra la otra cara de la sociedad. Exalta la figura, muy discutible, de Edgar Hoover.
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38 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Poderoso cine negro.
Se dice por ahí que quien algo quiere algo le cuesta. A veces hay que escarbar mucho, quizá demasiado, para encontrar el tesoro enterrado, y en algunos casos no debería ser así. Obra totalmente devaluada, injustamente. Me atrevería a decir que está entre las mejores películas de cine negro que se han hecho desde que un tio cogiera una cámara y empezara a grabar algo.

Expongo mis razones:

La linea temporal que sigue la película es practicamente perfecta. En algunas pelis basadas en hechos reales de este tipo se tiende a pegar saltos bruscos en el tiempo, perjudiciales para la trama (Véase "La ley del Hampa", 1960). Sim embargo, la película de la que me ocupo sigue una estructura sobresaliente.

Lo de Richard Widmark no es normal. No diré que hace uno de los mejores papeles de su vida, porque no he visto todos sus films, pero se come cada escena, algunos pensaréis que las engulle, otros que las saborea, pedazo a pedazo. El caso es que se las zampa, de una manera u otra.

El juego de luces y sombras es soberbio, cine negro en estado puro, y cuando me refiero al término puro lo hago al concepto más exacto de la palabra. William Keighley se sabía lo que hacía, conocía la teoría y la puso en práctica, con pulso y precisión pero con la agresividad necesaria.

De obligado visionado para los amantes del cine negro y de... ¡Qué coño!, obligado visionado también para amantes del cine en general.

Y recordad: el cine es la vida, pero la vida no es móvil, es peliculón.
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30 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
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