Tráiler (ESPAÑOL)
Ver 2 más- Sinopsis
- Adaptación de la novela homónima de Evelyn Waugh. En la Universidad de Oxford, el joven Charles Ryder entabla amistad con Sebastian Flyte, hijo de Lord Marchmain, gracias al cual se va introduciendo en el exclusivo mundo de la alta sociedad británica. Cuando visita por primera vez Brideshead, la majestuosa mansión de los Flyte, conoce a Julia, la hermana de Sebastian, y desde el primer instante queda cautivado por su belleza. Los Flyte vivirán una serie de años convulsos, durante los cuales Charles será testigo del declive de la familia. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Romance Drama de época Homosexualidad Alcoholismo
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2008 / Reino Unido
- Título original:
- Brideshead Revisited
- Duración
- 135 min.
- Guion
- Música
Premios
La culpa será de Waugh
13 de noviembre de 2008
Empezaré aclarando que ni he leído la novela de Evelyn Waugh ni seguí la adaptación televisiva de los ochenta. Es decir, evalúo la película de Julian Jarrold sin otras influencias ni expectativas previas al visionado.
“Retorno a Brideshead” es cine británico de los de toda la vida. Es decir, el tipo de cine que más o menos ha simbolizado a la industria de ese país: la vida aristocrática, la caída aristocrática, la muerte aristocrática y el resurgir aristocrático. Opulencia, castillos, mayordomos y cocineras. O lo que es lo mismo: Jane Austen, E.M. Foster, Virginia Woolf, Michael Holroyd, etc…
En casi toda la biografía de Evelyn Waugh trata el tema de la alta sociedad mezclada con el conservadurismo de la fe católica, como es el caso de “Retorno a Brideshead”. Incluso en sus vagos relatos de viajes, que Waugh realizó por casi todo el mundo, queda patente ese catolicismo que abrazó con fe obstinada y su amor por la vida opulenta regada con champagne. Y todo esto viene para explicar que me importa muy poco el trabajo literario de Evelyn Waugh y por ende, me aburre “Retorno a Brideshead”.
Conociendo someramente las inclinaciones de Waugh y “Etiquetas” (uno de sus libros de viajes) me imagino que no será una mala adaptación la que Julian Jarrold ha hecho de la novela. Es más, considero que ha hecho un buen trabajo retratando esa opresiva manera de vivir de la familia Flyte y el choque que supone la intromisión de Charles Ryder. Tan buen trabajo que me he aburrido como con Waugh.
Jarrold estira incomprensiblemente el metraje, mueve excesivamente la cámara y no termina de retratar, en su debido momento, la opresión que ejerce el castillo de Howard (Brideshead). La elección de Howard, es sin lugar a dudas, espléndida pero como la localización es la misma que ya usaron para la serie de televisión, el mérito es ajeno a esta producción.
“Retorno a Brideshead” se me empieza a hacer pesada en le momento en que su mejor personaje deja de aparecer o pasa a un segundo plano. No sólo Sebastian Flyte es su mejor personaje sino que la interpretación de Ben Whishaw es magnífica, tanto que no me sorprendería que cayera una nominación secundaria a los Oscars. Los demás no es que lo hagan mal, pero tampoco podré decir que me entusiasmaran, simplemente cumplieron con su trabajo.
En el apartado técnico, “Retorno a Brideshead” es más que eficiente. Su fotografía es certera, y el piano de Adrian Johnston emotivo.
“Retorno a Brideshead” es cine británico de los de toda la vida. Es decir, el tipo de cine que más o menos ha simbolizado a la industria de ese país: la vida aristocrática, la caída aristocrática, la muerte aristocrática y el resurgir aristocrático. Opulencia, castillos, mayordomos y cocineras. O lo que es lo mismo: Jane Austen, E.M. Foster, Virginia Woolf, Michael Holroyd, etc…
En casi toda la biografía de Evelyn Waugh trata el tema de la alta sociedad mezclada con el conservadurismo de la fe católica, como es el caso de “Retorno a Brideshead”. Incluso en sus vagos relatos de viajes, que Waugh realizó por casi todo el mundo, queda patente ese catolicismo que abrazó con fe obstinada y su amor por la vida opulenta regada con champagne. Y todo esto viene para explicar que me importa muy poco el trabajo literario de Evelyn Waugh y por ende, me aburre “Retorno a Brideshead”.
Conociendo someramente las inclinaciones de Waugh y “Etiquetas” (uno de sus libros de viajes) me imagino que no será una mala adaptación la que Julian Jarrold ha hecho de la novela. Es más, considero que ha hecho un buen trabajo retratando esa opresiva manera de vivir de la familia Flyte y el choque que supone la intromisión de Charles Ryder. Tan buen trabajo que me he aburrido como con Waugh.
Jarrold estira incomprensiblemente el metraje, mueve excesivamente la cámara y no termina de retratar, en su debido momento, la opresión que ejerce el castillo de Howard (Brideshead). La elección de Howard, es sin lugar a dudas, espléndida pero como la localización es la misma que ya usaron para la serie de televisión, el mérito es ajeno a esta producción.
“Retorno a Brideshead” se me empieza a hacer pesada en le momento en que su mejor personaje deja de aparecer o pasa a un segundo plano. No sólo Sebastian Flyte es su mejor personaje sino que la interpretación de Ben Whishaw es magnífica, tanto que no me sorprendería que cayera una nominación secundaria a los Oscars. Los demás no es que lo hagan mal, pero tampoco podré decir que me entusiasmaran, simplemente cumplieron con su trabajo.
En el apartado técnico, “Retorno a Brideshead” es más que eficiente. Su fotografía es certera, y el piano de Adrian Johnston emotivo.
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40 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es un retorno cualquiera...
31 de octubre de 2008
Basada en la novela de Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead se desarrolla en la Inglaterra de la época de entreguerras. El marco, aunque nada original (familia de ricos riquísimos y joven apuesto fascinado por un mundo hasta entonces completamente ajeno a él), permite narrar de manera exquisita una historia de gran hondura, que supera con creces a la conocida serie de televisión de los ochenta.
La principal razón por la que recomiendo esta película a pesar de conocer la historia, de haber visto la serie de televisión, o de los prejuicios (bastante justificados) que nos pueda inspirar el cartel publicitario, es porque en ella encontraremos una nueva versión de lo que ya nos han contado tantas veces, una versión en la que dejará de primar el sentimentalismo y cobrara fuerza la verdad. La verdad de un joven, Charles Ryder, que inicia un viaje hacia lo más oscuro de su conciencia al cruzarse en el camino a la familia Flyte, un grupo de aristócratas con un sentido de la autodestrucción bastante desarrollado e irresistiblemente atractivo.
La valentía de Julian Jarrold para contar esta historia es la principal responsable de esta pedazo de obra maestra, una valentía que renuncia a la tentación de caer en lo transguesor y que se decide por llegar hasta el fondo de las cosas, tan al fondo, que a penas encontramos luz para saber lo que estamos viendo. Acompañado por una fotografía providencial, y unas interpretaciones bastante solventes, el pulso de Jarrold para narrar esta historia resulta certero e implacable y su sentido del gusto sencillamente inmejorable.
Nada chirría en este fim que requiere de nosotros el esfuerzo de aceptar desde el primer minuto que no estamos ante una película de época más u otro drama romántico, estamos ante una preciosa reflexión sobre los límites que ponemos a nuestro deseo y la culpa que nos invade al traspasarlos...
La principal razón por la que recomiendo esta película a pesar de conocer la historia, de haber visto la serie de televisión, o de los prejuicios (bastante justificados) que nos pueda inspirar el cartel publicitario, es porque en ella encontraremos una nueva versión de lo que ya nos han contado tantas veces, una versión en la que dejará de primar el sentimentalismo y cobrara fuerza la verdad. La verdad de un joven, Charles Ryder, que inicia un viaje hacia lo más oscuro de su conciencia al cruzarse en el camino a la familia Flyte, un grupo de aristócratas con un sentido de la autodestrucción bastante desarrollado e irresistiblemente atractivo.
La valentía de Julian Jarrold para contar esta historia es la principal responsable de esta pedazo de obra maestra, una valentía que renuncia a la tentación de caer en lo transguesor y que se decide por llegar hasta el fondo de las cosas, tan al fondo, que a penas encontramos luz para saber lo que estamos viendo. Acompañado por una fotografía providencial, y unas interpretaciones bastante solventes, el pulso de Jarrold para narrar esta historia resulta certero e implacable y su sentido del gusto sencillamente inmejorable.
Nada chirría en este fim que requiere de nosotros el esfuerzo de aceptar desde el primer minuto que no estamos ante una película de época más u otro drama romántico, estamos ante una preciosa reflexión sobre los límites que ponemos a nuestro deseo y la culpa que nos invade al traspasarlos...
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25 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
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